EL MUNDO 27/05/14
ARCADI ESPADA
Durante las pocas semanas que el muchacho Jesús Cintora fue capaz de soportarlo pude discutir en un programa llamado Las mañanas de Cuatro con el hoy diputado europeo, Pablo Iglesias. La impresión fue formidable. La cabeza de Iglesias funcionaba adherida a la estructura general de esta tertulia sin precio. Las cosas funcionaban más o menos así. El muchacho Cintora, prologado en risitas, daba a conocer, por ejemplo, unos números económicos del Gobierno, modestamente positivos, referidos al paro, al déficit o a la prima de riesgo. Una vez volcados los números se iniciaba el contraataque, porque el muchacho Cintora tenía el prurito de la verdad, eso creía y decía, y lo que es peor, sinceramente. Lo interesante es que el contraataque nunca consistía en la exposición de otros números que contradijeran o matizaran los gubernamentales. El contraataque consistía en una exhibición sentimental, que a veces devenía pura pornografía, de cualquier miseria: una familia que no podía pagar el recibo de la luz, un hombre en paro permanente, una enferma terminal, cualquier desgracia visible en cualquier país, en cualquier época de prosperidad o crisis. Es clave entender que la estrategia funcionaba alrededor de un eje que pudiéramos llamar cifras/vida, donde vida era verdad ¡y cifras eran mentira! Es decir, a los números no se le oponían números sino carne viva; a la abstracción de los números se le oponía la pornografía, que es una euforización de lo concreto. Y huelga decir que a la carne desollada pero aún palpitante no se le oponía jamás unas filminas que mostraran en el mismo registro emocional de la derrota el éxito o el simple buen pasar convencional de cualquier familia española.
Así estaba organizada la discusión en aquel programa sulfurado, así está organizada, repito e insisto, la cabeza del nuevo diputado y así, naturalmente, se organiza la demagogia en el plató mediático de la política. Y es de esa inteligencia y de esa moralidad de la que ha de partir, oh, la regeneración de España.
Iglesias es diputado gracias a la información basura y nadie puede esperar que su política reniegue de lo que le dio el ser. La pregunta es cuánto tiempo va a aguantar la democracia española esta zafia contradicción de distribuir el tiempo dedicado a cada partido en la información electoral en razón de su fuerza parlamentaria, mientras en las tertulias, allí donde la opinión cristaliza, algunos candidatos (no solo Iglesias) exhalan su ínfima demagogia sin límite de tiempo ni delirio.