Así están las cosas en esta España a la que, como dijo Alfonso Guerra, no la conoce ni la madre que la parió. Cuando creíamos que con ese engendro llamado ley de amnistía, hija del ansia de poder sanchista y el señorito del cortijo separata, lo habíamos visto todo ahora van y procesan a cuarenta y seis policías nacionales. ¿Su delito? Cumplir con su deber el 1-O. Dice la Audiencia Provincial de Barcelona que sí, que confirma lo decidido por el Juzgado de Instrucción número 7 de dicha ciudad, que los policías deben ser juzgados por las cargas que llevaron a cabo contra aquella turba de secesionistas, los mismos que quemarían Barcelona, apedrearían hasta causar heridos graves entre esos mismos policías, los que le pegaron fuego a un vehículo de la policía municipal barcelonesa con agentes dentro, los que nos tuvieron en jaque durante días porque mi ciudad parecía un campo de batalla con calles cortadas, contenedores ardiendo, humo, grupos rompiendo las lunas de los comercios – y llevándose lo que podían, dicho sea todo -, los mismos que, invadieron el aeropuerto con un muerto como resultado, los que cortaron líneas del AVE y carreteras, los que dieron rienda suelta a la animalidad más brutal vista jamás en democracia en la Ciudad Condal. Y todo después de traicionar a su país hablando con los servicios de inteligencia rusos. Igual se desmadraron tanto porque esperaban a los diez mil tíos que Putin dijo que iba a enviarles. Quién sabe. Lo cierto es que ahora los encargados de mantener la ley y el orden estarán sentados en el banquillo porque dicen que se produjeron por parte de la fuerza pública numerosos delitos de lesiones y contra la integridad moral de los votantes.
Cuando creíamos que con ese engendro llamado ley de amnistía, hija del ansia de poder sanchista y el señorito del cortijo separata, lo habíamos visto todo ahora van y procesan a cuarenta y seis policías nacionales
Yo no he visto hospitales llenos de lazis heridos por las porras de la policía, aunque el por entonces consejero de sanidad Comín dio orden de contabilizar como “bajas” a todos los que fuesen a urgencias aunque se tratase de una apendicitis o un parto prematuro. Pero si he visto a policías con la cabeza abierta o con la baja por invalidez para siempre. Incluso Sánchez los vio. Por otra parte, no he visto daños morales a un grupo de golpistas a los que ahora poco menos se considera héroes por el Gobierno y su batallón de opinión sincronizada; empero, sigo viendo a diario insultos, menosprecios y amenazas a quienes defendemos España y la Constitución por parte de esos ofendiditos de profesión. Si los tribunales creen percibir esos daños morales o físicos ellos sabrán, pero tengo la impresión de que el error es mayúsculo. Ahora bien, como servidor es respetuoso con quienes llevan toga no entraré a discutir. Que juzguen y respetaremos la sentencia cosa que, por cierto, aquellos a quien pretenden favorecer no hacen jamás salvo que se falle en su favor. Que la cosa es rarita lo indica que organizaciones anticonstitucionales y que en cualquier otro país estarían prohibidas por atentar contra la integridad del territorio y sus instituciones, como Ómnium e Iridia, digan que esto “Supone un gran paso adelante en la lucha por la impunidad de una actuación policial”. Añaden esos angelitos tumultuarios que la policía actuó desproporcionadamente y, agárrense que vienen curvas, ¡delictivamente! O sea, unos policías salen a la calle por orden judicial a impedir un referéndum ilegal organizado con el fin de provocar inestabilidad institucional y fractura social, y fueron ellos los delincuentes. Para miccionar y no echar gota.
Sigo viendo a diario insultos, menosprecios y amenazas a quienes defendemos España y la Constitución por parte de esos ofendiditos de profesión
Todavía veremos a esos profesionales entrar en las celdas que ocupaba Junqueras y compañía. “Violencia policial” dicen con aire de pías damas del ropero los coros y danzas de la sección femenina estelada. Es difícil encontrar un ejemplo de cinismo y de perversión de la ley más grave y grosero que lo de estos secesionistas que, como sabrán, siempre tienen una sonrisa en la cara. Y un adoquín en la mano.