EL CORREO 24/04/13
· La Universidad remite cartas a media docena de docentes en las que les emplaza a recuperar su plaza en Euskadi tras el cese del terrorismo.
· Francisco Llera: «No se dan las condiciones para regresar; hace menos de un año retiraron carteles sobre mí».
· Manu Montero: «Después de haber pasado por aquello, una vuelta compulsiva me parecería hasta mal».
El retorno a la UPV de los profesores que tuvieron que abandonar Euskadi por la presión del entorno de ETA –y que, incluso, estuvieron en la diana de la organización terrorista– no será fácil. O, al menos, inmediato. La Universidad ha remitido sendas cartas a varios de los docentes ‘exiliados’ en las que les emplaza a volver a ocupar sus plazas en el País Vasco tras el cese de la actividad armada decretado hace año y medio por la banda. En la misiva, enviada, al menos, a media docena de profesores, el rector, Iñaki Goirizelaia, les invita a mantener una reunión el próximo mes de mayo para abordar la situación y, de paso, conocer la opinión de cada afectado.
La decisión de la UPV de facilitar la reincorporación de los profesores que se vieron obligados a ‘exiliarse’ está acompañada de un informe previo del Departamento de Seguridad que dirige Estefanía Beltrán de Heredia, en el que se estima que no existe «riesgo alguno» que impida su regreso a Euskadi.
Los recelos, sin embargo, son muchos, como ha podido comprobar este periódico. Pese al final de ETA, para algunos docentes el «caldo de cultivo» que dio origen a las amenazas que ellos sufrieron sigue ahí. Recuerdan que se vieron obligados a marcharse del País Vasco tras unos «años muy duros» en los que la organización armada llegó a colocar una bomba en el año 2000 en un ascensor de la Facultad de Ciencias Sociales y de la Comunicación de la UPV, en el campus de Leioa. El objetivo era acabar con la vida de la profesora de Ciencia Política Edurne Uriarte.
Francisco Llera es uno de los catedráticos que recibió la carta de la UPV el pasado lunes. Profesor de Ciencia Política y direc tor del Euskobarómetro, abandonó Euskadi en 2003. Su nombre había apareció en documentos de ETA, lo que le obligaba a llevar escolta –se la retiraron hace un año–, y el atentado contra Uriarte le hizo replantearse su situación. Por su familia. Tras permanecer un año con una cátedra Príncipe de Asturias en la Universidad de Georgetown, en Estados Unidos, y realizar diferentes colaboraciones, se trasladó a la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla.
Con 63 años y más de tres décadas de docencia a sus espaldas, Llera no contempla, al menos por ahora, su regreso a Euskadi. «No creo que se den las condiciones, hace menos de un año que sacaron carteles contra mí en el departamento», argumenta. Y es que su justificación no se centra tanto en ETA y su actividad armada, sino en la presión del entorno radical y del «nacionalismo en general». No quiere ser ejemplo de «normalización». «Porque lo que no fue normal es ser un apestado por defender el derecho a la vida y la libertad de todos», recuerda. Llera se muestra «indignado» por las formas que ha empleado la UPV para plantear su regreso y el de algunos de sus antiguos compañeros a Euskadi. Y añade: «¿Quién se ha preocupado hasta la fecha por nosotros? ¿Quién nos ha preguntado si necesitábamos algo o nuestras familias?».
«Fue muy duro»
Edurne Uriarte es otra de las profesoras que acabó haciendo las maletas rumbo a Madrid. En su caso, no recibirá carta alguna de la UPV, puesto que tiene cátedra en la Universidad Rey Juan Carlos –su sueldo lo abona dicha institución–, en la que buscó refugio para continuar con su vocación docente. «Jamás me habría planteado irme, fue algo sobrevenido», asegura en conversación con este periódico. Tras una década de ‘exilio’ ha rehecho su vida, aunque sigue «muy apegada» al País Vasco. Reconoce que, «desde fuera», la idea de que sus compañeros puedan volver a Euskadi le parece «buena». – Si usted recibiera esa carta, ¿regresaría? – Profesionalmente no volvería. En su momento, fue muy duro, me tuve que marchar. Ahora tengo cátedra aquí y estoy contenta.
Uriarte no forma parte del grupo de profesores a los que se les abre la puerta del retorno al País Vasco. Quienes están recibiendo las misivas firmadas por Goirizelaia tienen en común que, pese a trabajar en otras universidades, su nómina la cubre la UPV. La opinión de esta docente, sin embargo, puede hacerse extensiva a sus excompañeros que sí tendrán que barajar en serio el regreso a su puesto de trabajo en Euskadi.
El exrector Manu Montero también sufrió en sus carnes la amenaza de ETA. Y tras pedir una excedencia de un año, acabó por trasladarse a Granada. «Sufres problemas personales enormes y lo que quieres es mantener la docencia», subraya. Asegura no haber recibido carta alguna hasta la fecha y su relación con Goirizelaia es fluida. Según apunta, habría trasladado personalmente al actual rector su voluntad de retornar a la UPV, en la que ha impartido algunas clases durante los últimos años. Ahora bien, «las cosas han cambiado, pero no será fácil», advierte. Montero, que quiere dejar claro que la marcha forzosa «no era estar de vacaciones», considera que el retorno de los profesores ‘exiliados’ «no será a corto plazo». «Después de haber pasado por aquello, una vuelta compulsiva me parecería hasta mal –sostiene. La gente se tiene que adaptar y lo que hay que hacer es actuar y buscar soluciones siempre con sentido común».
EL CORREO 24/04/13