Propuestas de paz destrozadas

Los radicales vascos están caminado hacia otro alto el fuego pero la intransigencia de ETA y la indiferencia de Madrid son obstáculos importantes, escribe Paddy Woodworth.

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Aires vascos de paz, pero el grupo terrorista no da el primer paso

Esta semana ha comenzado en Madrid el juicio contra tres hombres jóvenes acusados de colocar el coche-bomba en el aeropuerto de Madrid en diciembre de 2006.

El atentado, reivindicado por el grupo terrorista vasco Eta, no sólo se cobró la vida de dos personas sino que hirió a muchos más. Destrozó las propuestas para una solución pacífica del conflicto del País Vasco que habían sido planteadas por el alto el fuego de Eta nueve meses antes.

Sin embargo, el proceso de paz de 2006 había nacido cojo. El conservador Partido Popular (PP), entonces como ahora en la oposición, lo denunció desde el principio de forma muy exaltada. Y el presidente de gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, fracasó repetidamente a la hora de aclarar las verdaderas intenciones del partido socialista (PSOE) en las negociaciones. Pero lo que lo echó por tierra completamente fue la imposición de Eta de una agenda cada vez más radical a sus aliados políticos, que inicialmente parecían dispuestos a unos compromisos al estilo Sinn-Fein.

El atentado simplemente confirmó lo que ya sabían quienes participaban en las conversaciones: Eta no se tomaba en serio su participación en la democracia. Desde 1960, todos los intentos para llevar a Eta al juego político habían terminado en una división. El núcleo duro de los activistas siempre ha sido capaz de mantener el suficiente apoyo popular para continuar su “lucha armada”.

Muchos vascos dicen que cada vez que en Eta se produce un debate entre las pistolas y la política, siempre ganan las pistolas. Pero las pistolas han perdido mucho poder en el País Vasco del siglo XXI. Tanto el surgimiento del terrorismo islamista como la disolución del IRA han hecho que la organización parezca un anacronismo para muchos de sus antiguos seguidores. Y los principales partidos de España, ayudados por un muy politizado sistema judicial, lograron en 2002 la prohibición de Batasuna, el una vez poderoso asociado de Eta. La mayor parte de los antiguos líderes de Batasuna están ahora en la cárcel acusados, algunos muy débilmente, de apoyar o pertenecer a Eta.

En parte como consecuencia de la exclusión sistemática de los nacionalistas más radicales de las elecciones, los moderados del Partido Nacionalista Vasco (PNV) han sido expulsados por primera vez del gobierno autónomo vasco por el PSOE. Esto fue hace ahora un año y, a pesar de las predicciones pesimistas, desde entonces la vida se ha normalizado en la región.

De hecho, Eta ha sido gravemente debilitada con importantes operaciones policiales en los últimos tres años, perdiendo en ocasiones tres líderes en unos pocos meses. Salvo la excepción de los atentados y tiroteos del pasado mes de julio, parece incapaz de emular sus cruelmente efectivas campañas de terror de los 80 o los 90.

En una cuidadosa coreografía de declaraciones de los últimos meses, los líderes radicales vascos han avanzado abiertamente en los últimos meses para que se ponga fin a la violencia. Pero todavía hablan con un aburrido lenguaje propio de la retórica de los 60. “Hemos dicho que ahora la estrategia de la confrontación favorece objetivamente al estado”, dijo ayer a The Irish Times una de las pocas figuras radicales que todavía no está en la cárcel, aunque prefiere mantenerse en el anonimato. Esto parece significar que ahora Eta es más un estorbo que una ayuda a la independencia vasca. Sin embargo, así formuladas, semejantes declaraciones hacen muy poca mella en una cansada opinión pública, bien sea en el País Vasco o en Madrid. Han encontrado, sin embargo, cautelosos apoyos en otros lugares.

A finales de marzo, un grupo de conocidos irlandeses y figuras internacionales e instituciones – incluidos la Fundación Nelson Mandela, el Arzobispo Desmond Tutu, Mary Robinson, Albert Reynolds, John Hume y el antiguo Ombudsman de la policía norirlandesa, Nuala O’Loan- firmaron la declaración publicada en Bruselas, en la cual “celebran y elogian el nuevo compromiso público” del movimiento independentista radical vasco de significado “exclusivamente político y democrático”.

La declaración pidió a Eta declarar un verificable alto el fuego permanente e indicaba que esto debería dar lugar una “respuesta adecuada” de Madrid. Pero hasta ahora, Eta no ha dado el primer paso.

Un mediador internacional, que participó muy activamente en las conversaciones vascas de paz previas pero no en este nuevo desarrollo, es escéptico respecto a la evolución a corto plazo. Está de acuerdo en que, mientras la mayoría del movimiento radical vasco puede estar por fin preparado para dar un histórico adiós a las armas, ahora el problema es que ninguno de los grandes partidos españoles ve ninguna razón para comprometerse con un grupo que cree estar derrotado y, por lo tanto, el conflicto podría resurgir de nuevo en el futuro.

“Las posiciones están evolucionando. Y a largo plazo esto puede ser una gran ayuda” dijo a The Irish Times. Pero advirtió contra un exceso de optimismo. “Se está haciendo mucho entre gente de la misma opinión, mucho menos entre aquellos que no planean sentarse y hablar, por lo menos, no ahora. Pero hay que empezar por algo” dijo describiendo el movimiento actual como “un escalón en la dirección correcta”.

Paddy Woodworth, THE IRISH TIMES, 8/5/2010