- El Rey es, tras el Constitucional, el siguiente objetivo a controlar en el plan político y mediático de Sánchez y sus aliados independentistas. Y ya lo avisa el exmagistrado ‘progresista’ Martín Pallín, cuyo libro «El Gobierno de las togas» publicado hace dos años, ha acabado siendo la hoja de ruta para Sánchez
Tras el espectáculo del jueves en la tribuna y los pasillos del Congreso, en las tertulias, en los medios afines y finalmente, y con nocturnidad, en una lejana rueda de prensa en Bruselas –“golpe de las togas”, “burla del Tribunal Constitucional”, “intento de secuestrar la democracia”, “derecha y ultraderecha política y judicial”- el pobre Juan Español, atónito, se tienta la ropa y se pregunta hasta dónde llegará la marea de Pedro Sánchez en su negociación/cesión permanente con los independentistas y con quienes quieren desmontar el sistema constitucional del 78.
Pedro Sánchez, que en 2017 afirmaba sin rubor que lo sucedido en las calles de Cataluña era “un delito de rebelión como la copa de un pino (sic)” ha pasado sin solución de continuidad a indultar a los condenados del Procés, eliminar el delito de sedición, rebajar la malversación para beneficiar a los independentistas condenados y a los no juzgados aún y, de momento, a enmendar por la vía de urgencia y sin posibilidad de estudio el Código Penal para renovar a las bravas el Tribunal Constitucional.
Un TC que es la piedra de toque para que en el futuro, con una mayoría y un presidente ‘progresista’, no se pongan trabas a lo que suceda en Cataluña. Y no lo duden, Juan Español tampoco lo hace, que volverá a suceder.
El Rey Felipe VI, el siguiente
El jueves fue, según la oposición, el “día más negro” del parlamentarismo. Pero, y esto es lo peor, la maquinaria de Moncloa sigue en marcha. ¿Hasta cuándo? De momento, en El País este viernes ya se apuntaba, por parte de una de las ‘togas de cabecera’ de Sánchez y de la izquierda aliada del independentismo, el siguiente objetivo de la amenaza y la presión mediático política: el Rey Felipe VI.
José Antonio Martín Pallín (1936) publicaba en el buque insignia de Prisa un artículo titulado “El Constitucional: la ley y las matemáticas” en el que, además de descalificar al presidente del TC y de insistir en que los magistrados conservadores desprecian “la legalidad constitucional” si se atreven a sacar adelante el recurso contra la tramitación de la reforma de Sánchez, desliza el objetivo de las próximas amenazas de la nueva brigada político social: Felipe VI.
El magistrado emérito del Supremo y expresidente de la Unión Progresista de Fiscales y exportavoz de Jueces para la Democracia, los acorazados de la judicatura progresista, avisa sobre lo vivido en las últimas horas que “este choque institucional, al margen de la degradación del concepto de justicia que deben defender sus componentes, podría llevarnos a un conflicto institucional en el que se puede comprometer a la persona del Rey, ya que, según el artículo 56 de la Constitución, se le concede la función de arbitrar y moderar el funcionamiento regular de las instituciones del Estado”.
Pallín pone al Rey en el foco de la siguiente pantalla de las presiones en este peligroso juego y a poco más de una semana de que el Monarca acuda a su cita con millones de hogares españoles en el tradicional discurso de Nochebuena
Pallín pone pues al Rey en el foco de la siguiente pantalla de las presiones en este peligroso juego y a poco más de una semana de que el Monarca acuda a su cita con millones de hogares españoles en el tradicional discurso de Nochebuena, el único que –supuestamente- al soberano se le permite expresar sin la censura previa del Gobierno su opinión.
Las menciones de Pallín al Rey no son inocentes. Y lo que exprese este jurista, faro en muchos sectores minoritarios de la judicatura y de la propia Moncloa, sobre lo que está sucediendo en Cataluña desde la llegada de Pedro Sánchez al poder, tampoco. De hecho, Pallín publicó hace ahora dos años un libro que, desde el título “El Gobierno de las togas” (Los libros de la Catarata, Noviembre de 2020), da muchas claves de lo sucedido 24 meses después.
En él, Pallín criticaba que “nadie ha querido políticamente» solucionar el ‘conflicto catalán’ provocando la búsqueda de «medidas paliativas» como el indulto a los políticos presos. Dicho y hecho. El indulto a Junqueras y compañía fue el primer paso que abordó Sánchez. También rechazaba la la reforma del delito de sedición: «Lo que se debería hacer es suprimirlo y quedarse solo con el de rebelión». Sánchez le acabó haciendo caso al pie de la letra.
Pallín propuso y aboga para Cataluña por una “solución a la canadiense”: “Se trataría de plantear un referéndum en Cataluña con una serie de requisitos pactados que habría que negociar. Sin duda, uno sería el reconocimiento de Cataluña como nación, igual que están reconocidos sus derechos lingüísticos sin que esto cause ningún problema”. En la promoción de su libro, añadía hace dos años: “La conocida como vía canadiense consiste en la celebración de un referéndum no directamente vinculante, pero que sí obligaría al Gobierno, en caso de que ganase la independencia, a negociar la secesión”. Próxima estación, referéndum.
Y para que se cumpla esta hoja de ruta descrita desde hace dos años por el propio Pallín, republicano convencido, es necesario maniatar la figura de Felipe VI. En un artículo también de hace dos años en CTXT, el magistrado emérito criticaba con dureza la llamada del Rey al presidente del CGPJ para ‘quejarse’ por haber sido marginado de un acto judicial en Cataluña.
Según Pallín, “la Casa Real nunca debió aconsejar al monarca la llamada telefónica al presidente del Consejo del Poder Judicial, sabiendo que, inmediatamente, este daría publicidad a unas palabras inequívocamente críticas con el Ejecutivo, a pesar de la suavidad de las formas. Manifestar que le hubiera gustado estar presente en el acto de entrega de títulos a las juezas y jueces, consciente del conflicto desatado, solo puede entenderse como una toma de posición deliberada”.
Pallín criticó el discurso de Felipe VI el 3-O, aquel que dio oxígeno a la media Cataluña que se ahogaba entre un independentismo que se adueñaba de las calles y un Gobierno incapaz de restaurar el orden y la legalidad
En su libro, Pallín criticaba el discurso de Felipe VI el 3-O, aquel que dio oxígeno a la media Cataluña que se ahogaba entre un independentismo que se adueñaba de las calles y un Gobierno de Mariano Rajoy y Soraya Sáenz de Santamaría incapaz de restaurar el orden y la legalidad. Para Pallín, ese día Felipe VI marcó «un punto de inflexión» que «gravitará sobre la política española durante mucho tiempo: el monarca no debe actuar por iniciativa propia».
‘Consejos’ a Felipe VI
Si las palabras y la obra de Martín Pallín hace dos años anticiparon de manera preclara lo que hizo Sánchez y lo que está sucediendo ahora –“nunca comprenderé cómo el Tribunal Constitucional de un Estado democrático puede criminalizar iniciativas políticas ni cómo se da por bueno que este órgano se erija como el árbitro inapelable de los conflictos políticos», profetizaba en diciembre de 2020- su aviso al Rey hay que interpretarlo como lo que es: el señalamiento del próximo objetivo a atar en corto.
Hace dos años, el magistrado emérito ‘aconsejaba’ a Felipe VI: “Espero y deseo que en sus próximos discursos, incluido el tradicional mensaje de Navidad, el rey tenga una exquisita ponderación para que nadie pueda utilizar sus palabras como armas o instrumentos para la confrontación política”. Hoy vuelve a hacerlo, pero desde una de las principales armas mediáticas de Moncloa. Próximo objetivo, Felipe VI.