PSE y PP rechazan reactivar la ponencia de paz pese a las presiones del PNV

EL CORREO 29/11/13

· El grupo jeltzale amaga con no abordar los debates sobre pacificación si no se desarrollan en el seno del foro ahora paralizado.

BILBAO. La ponencia de paz del Parlamento vasco no volverá a arrancar tras el parón navideño, al menos no con la presencia del PSE y PP, que coinciden en que «no se dan las condiciones» para reactivar el órgano de trabajo, en ‘stand by’ desde septiembre pasado. El intento del PNV de aprovechar la inercia del remozado plan de paz para atraer a socialistas y populares de vuelta a la ponencia ha naufragado antes incluso de producirse –Andoni Ortuzar se lo planteará la próxima semana a sus interlocutores–, porque tanto la formación de Patxi López como la de Arantza Quiroga tienen decidido, según las fuentes consultadas, permanecer ausentes del foro mientras la izquierda abertzale no haga una revisión crítica de su trayectoria y asuma el ‘suelo ético’ con todas sus consecuencias. Y creen que, lejos de dar pasos hacia el reconocimiento del daño causado, Sortu camina en dirección contraria.

«En lugar de eso, reivindican su trayectoria», «han ahondado en aquello que creíamos superado», lamentan en ambas formaciones, en alusión directa a las polémicas declaraciones del presidente de Sortu, Hasier Arraiz, que en una charla con militantes defendió el «acierto» histórico de la izquierda abertzale hace 35 años, teóricamente para referirse a su apuesta por no participar de forma estable en las instituciones democráticas. No obstante, el Gobierno vasco y las fuerzas políticas recibieron el mensaje con indisimulado disgusto, al considerar que suponía una reivindicación implícita de la estrategia global de la izquierda abertzale durante las últimas décadas, en la que la justificación del terrorismo de ETA fue pilar indiscutible.

El clima generado desde entonces, caldeado por unas declaraciones posteriores de Pernando Barrena insistiendo en que la izquierda abertzale no renegará del «trabajo» realizado durante más de tres décadas y, sobre todo, por el rebrote de la kale borroka provocado por la huelga de hambre de un grupo de presos de ETA en la cárcel de Sevilla II, no ha hecho sino aumentar los recelos de socialistas y populares sobre las convicciones democráticas de la izquierda abertzale, que sí tienen reflejo jurídico en los estatutos de Sortu. «Cuando se les afloja, ellos también aflojan. Está claro que no podemos aflojar», razona un parlamentario popular, cuyo partido renunció desde el inicio de esta legislatura a participar en un foro que durante el anterior mandato logró arrancar con un nivel de consenso histórico. «Que nos digan qué ha ido a mejor. Al contrario, las cosas han ido a peor», abundan desde las filas del PSE, que decidió abandonar la ponencia en septiembre precisamente por la «involución» que constataron en el discurso público de la izquierda abertzale.

Pese a todo, el PNV, en una posición especialmente incómoda, no cejará en su empeño de promover la participación del PSE y PP en una ponencia en la que, de mantener ambas formaciones su frontal rechazo, se vería obligado a sentarse a solas con EH Bildu o bien reconocer el naufragio del foro, darle carpetazo definitivamente y exponerse a las posibles contradicciones que podrían

En la primera reunión de la ponencia de paz esta legislatura, celebrada en abril, participaron todos los grupos menos el PP y UPyD.

quedar al descubierto si los asuntos relacionados con la paz y la convivencia en Euskadi se ven sometidos al rifirrafe parlamentario habitual en vez de debatirse en un órgano específico a puerta cerrada. El PNV, reacio a escenificar cualquier acercamiento a EH Bildu pero consciente de que algunas de sus propuestas en la materia solo podrán contar con respaldo expreso de la izquierda abertzale, prefiere un debate alejado de los focos que le evite determinadas incomodidades.

En ese contexto, el grupo parlamentario jeltzale, comandado por Joseba Egibar, ha amagado incluso con no participar en los debates que aborden asuntos relacionados con terrorismo o pacificación y rehuirlos mientras no se desarrollen en el seno de la fallida ponencia. Así se lo ha trasladado en privado el propio portavoz jeltzale al resto de los grupos, que han recibido la advertencia a medio camino entre la indignación y la incredulidad. «Solo faltaba que Egibar nos diga cómo ejercer la iniciativa política», replican en el PSE, que recuerda además que la aplicación y gestión del plan de paz aprobado el pasado martes compete en exclusiva al Gobierno. «Que no se pongan de perfil», reclaman los socialistas.

«Aviso a navegantes»

Está por ver, en todo caso, si una formación de marcada vocación institucional como el PNV renuncia a participar en un punto incluido en el orden del día del pleno. La prueba de fuego llegará el próximo jueves cuando la Cámara debata una moción impulsada por el PP vasco a raíz de las excarcelaciones vinculadas a la derogación de la ‘doctrina Parot’ para que el Parlamento se reafirme en la deslegitimación del terrorismo de ETA. Ahí se comprobará si Egibar –«aviso a navegantes, se acabó el recreo», alertó el pasado sábado en una tertulia radiofónica– va de farol o pretende llevar adelante su advertencia. Cabe la posibilidad, complicada también de justificar, de que aunque no eluda el debate se abstenga para dejar patente su inhibición.

Toda una ‘patata caliente’ para Sabin Etxea, que no renuncia sin embargo a hacer rectificar a socialistas y populares. El presidente del PNV en persona, que recibirá entre el martes y el jueves de la próxima semana a sendas delegaciones del PSE y PP en el marco de la ronda «discreta» de contactos que ha puesto en marcha, llevará tres asuntos en el orden del día de esos encuentros.

Andoni Ortuzar abordará con sus interlocutores la creación de la ponencia de autogobierno que debe debatir sobre una eventual reforma del Estatuto de Gernika, la ubicación del futuro Instituto de la Memoria, que el plan de paz deja ahora en manos de los partidos, y el intento de reabrir la ponencia, que parece irremediablemente condenado al fracaso.

EL CORREO 29/11/13