JOSÉ MARÍA CARRASCAL, ABC – 09/02/15
· Hoy no es fácil engañar a la gente. La información se ha multiplicado de tal forma que las falacias acaban siempre por conocerse.
Viven de desperdicios. Tomaron de Obama el nombre, «We can». De los Pujol, los regateos fiscales. De Lenin, cómo alcanzar el poder desde la casi nada. Aliñado todo ello con el cabreo de los españoles, al descubrir que sus políticos les habían engañado haciéndoles creer que podían hacerse ricos como ellos, y no lo eran. Su mensaje subliminal no es la ilusión, sino el resentimiento, el odio, que cala mucho más profundo que la esperanza. Sus líderes –charlatanes en la feria de la televisión– predican con la palabra, no con el ejemplo. Alguien que puede pagar 200.000 euros como si fuera una multa de tráfico no forma parte precisamente del «empobrecido pueblo español» que pretende dirigir.
No sé si Monedero ha cometido delito fiscal, pero uno ético, desde luego, y no puede dar lecciones de moralidad a nadie. Encima, presumiendo de haber regulado su deuda con Hacienda «de la forma más onerosa para él». ¿Nos toma por tontos? Si tan buen contribuyente es, ¿por qué no pagó sus impuestos hasta que se descubrió que había estado ocultando ingresos, por cierto sin justificar? Y, al respaldarle, su partido se hace cómplice.
Partido ni siquiera nuevo, sino una refundación del viejo comunismo, aunque no en la dirección europeísta que Togliatti y Carrillo le dieron tras el hundimiento de la Unión Soviética, sino en la contraria, de vuelta al leninismo más frío y cruel: limpieza de los camaradas «desviacionistas» que molestaban a la dirección, seguida de la fagocitación de las demás formaciones de extrema izquierda. Para dinamitar luego la socialdemocracia, tras acusarla de traidora al pueblo. Y, ya con el pleno poder en sus manos, acabar con los burgueses, en los que incluyen desde liberales a conservadores, para implantar la «dictadura del proletariado», que es en realidad la suya. Exactamente los pasos que está dando Podemos a caballo de la crisis.
Pero los tiempos son otros. Hoy no es fácil engañar a la gente. La información se ha multiplicado de tal forma que todo es público, de forma que las falacias acaban siempre por conocerse. Se me dirá que Syriza, el hermano griego gemelo de Podemos, ha logrado el poder dando esos pasos. Pero a las primeras de cambio comprueba que, aunque puede hacer de Grecia lo que Lenin hizo de Rusia hace un siglo, debe contar con el mundo. Aparte de que Grecia no es España. Nuestra indignación puede igualar a la griega, pero nuestra situación es distinta: tenemos una industria, una administración, unos servicios públicos que Grecia no tiene. Además, hemos resistido una gravísima crisis con la consiguiente cura de caballo y empezamos a crecer. Sólo un peligro: que la indignación se torne paroxismo y el odio venza a la cordura.
Espero que no caigamos en tan vieja trampa, pero ya saben que todo es posible en España.
JOSÉ MARÍA CARRASCAL, ABC – 09/02/15