- Parece que Puente ha decidido medirse con Ayuso, apuesta que les funcionó muy bien a Casado y a Iglesias, líderes políticos que fueron
Su sucesor, Óscar Puente, maleado en las alcaldadas, carente de auctoritas y desconocedor del sentido de la misma, se revuelca hoy en su potestas cual cochinillo en una charca. (Lo anterior es un dicho, Puente). Vive en la risible convicción de que ser ministro es la leche. Como la rana hinchada de Esopo, se niega a tratar con su homólogo autonómico madrileño y sostiene que su única interlocutora debe ser la presidenta de la comunidad. Al ignorarlo todo, desconoce que los presidentes autonómicos son los representantes ordinarios del Estado en su comunidad. La diferencia entre Estado y Gobierno tampoco vamos a exigírsela siendo como es un socialista.
El otro día, en la Ser, Àngels Barceló charlaba con un bromista triste, un cómico deprimente cuyo nombre no recuerdo (Pop, o Bop, o Glup, no sé). Los prisaicos consideraron que Óscar Puente, como responsable de las máquinas que se mueven, debería prohibir la exhibición de la película Love Actually en el AVE por la poderosa razón de que a ellos no les gusta. El pequeño Chávez que Puente lleva dentro no lo dudó: lanzó de inmediato en las redes la orden «Hágase», de resonancias bíblicas. No era ninguna broma: las películas del AVE vienen en DVD y sus responsables, gentes relacionadas con Telefónica se vieron en serios apuros para eliminar a toda prisa la cinta condenada por el capricho de Àngels, Glups y Puentes. Hasta que alguien con más poder supo de lo ocurrido y ordenó detener la cacicada. Parece que Puente ha decidido medirse con Ayuso, apuesta que les funcionó muy bien a Casado y a Iglesias, líderes políticos que fueron. Hágase.