Puertas giratorias y demagogia

ABC 10/02/16
EDITORIAL

EL fichaje de las exministras socialistas Trinidad Jiménez y Elena Salgado por parte de Telefónica y Nueva Pescanova, respectivamente, aviva un debate, el de las puertas giratorias, que ha sido objeto de polémica en los últimos años, pero también de una elevada carga de demagogia e hipocresía. El ejercicio de la política no puede convertirse en un campo reservado para una especie de élite endogámica y permanente debido a la ausencia de movilidad laboral, tal y como pretenden algunos populistas, sino que se trata de una profesión abierta que, por sus características de servicio e interés general, debería atraer a personas altamente cualificadas, tanto del sector público como del privado. Las barreras destinadas a prohibir la natural entrada o salida de la política atentan contra los principios básicos de la democracia, al tiempo que acaban degradando esta esencial función pública.

Las sociedades más libres y desarrolladas premian el mérito y la experiencia, también en el ámbito político, valiéndose así de gente con capacidad para desempeñar tareas de gobierno, ya sean funcionarios, profesionales, directivos o empresarios. Es evidente que el salto de la esfera pública a la privada tiene que gozar de transparencia y estar debidamente regulado, fijando determinadas moratorias e incompatibilidades para evitar conflictos de interés y tráfico de influencias, pero, en ningún caso, se debe criminalizar dicha transición, ya que impediría la necesaria atracción de talento y acabaría por blindar la figura del político de por vida. Igualmente, cabe destacar el profundo ejercicio de demagogia que protagoniza, una vez más, Pedro Sánchez, al defender las puertas giratorias de Jiménez y Salgado mientras lanza duras críticas al fichaje, legal y legítimo, de políticos del PP por grandes empresas.