RAMÓN PÉREZ-MAURA-EL DEBATE
  • Puigdemont ha aprendido mucho de Sánchez. Tanto que ahora pretende hacerle las mismas artimañas que el propio Sánchez ha empleado en el pasado. Y eso sí que puede ser letal para el presidente del Gobierno
Habrá que reconocer que una característica diferenciadora de Carles Puigdemont es que casi siempre dice lo que piensa hacer y lo hace. En eso es un poco singular entre los políticos. Es cierto que en 2017 convocó a los miembros de su Gobierno a una reunión mientras él huía de España, pero Sánchez hace tiempo que decidió que eso era agua pasada. Ahora estamos en otra liga.
Puigdemont ha aprendido mucho de Sánchez. Tanto que ahora pretende utilizar las mismas artimañas que el propio Sánchez ha empleado en el pasado. Y eso sí que puede ser letal para el presidente del Gobierno. El domingo por la noche lo planteó con toda claridad: La ventaja del PSC sobre Junts es la misma que la que el PP sacó al PSOE en las elecciones generales, nos dijo. Numéricamente no es cierto, pero metafóricamente es perfectamente válido. «Lo que usted hizo en Madrid, con mi apoyo, ahora lo podemos hacer aquí con el suyo» sería lo que le estaba diciendo Puigdemont a Sánchez. Es verdad que el chantaje del todavía prófugo tiene un punto débil. Los votos de Junts serían imprescindibles para desalojar a Sánchez del Gobierno, pero no lo son para permanecer en la Moncloa, que es el único objetivo que tiene el presidente. Y al ser imprescindibles esos siete votos, Sánchez se sabe seguro en la Moncloa por la sencilla razón de que la única forma que hay de sacarlo de allí es mediante una moción de censura. Y es inverosímil pensar que Puigdemont vaya a apoyar a un candidato del centro o la derecha constitucionales.
Lo que sí hay que reconocer es que mientras que Sánchez carece de proyecto político, como le ha dicho Felipe González a Juan Luis Cebrián, Carles Puigdemont lo tiene perfectamente definido. Y en este momento en que el independentismo se ha manifestado en las urnas más débil de lo que nunca ha sido el soberanismo desde 1977, Puigdemont sale fortalecido en ese sector del electorado con un modesto crecimiento, mucho menos de lo que él esperaba, pero sobre todo por el desplome de ERC. Los resultados del domingo demuestran con nitidez que los independentistas no pueden hablar en nombre de Cataluña, como llevan décadas haciendo, porque ya no son ni mayoría parlamentaria. Pero Puigdemont va a seguir dando la matraca y todavía cree que tiene una oportunidad. La clave está en saber jugarla. Me aseguran quienes tienen mejor información que yo que en las negociaciones de Ginebra ya se pactó ceder las Presidencia de la Generalidad a Puigdemont. La cuestión es si un Illa tan reforzado por una victoria que es la primera que logra el PSC en elecciones autonómicas, tanto en votos como en escaños, va a ceder ante Sánchez para mayor beneficio personal de éste. Parece imposible. Pero también lo parecían muchas otras cosas que al final han ocurrido. Cosas veredes, amigo Sancho.