- No era el efecto Illa, sino el defecto Illa
Pues señor, todo indica que el acuerdo de Junts, Esquerra y esa mesa camilla a la que llaman PSC tendrá como consecuencia que Xevi Xirgo, biógrafo, exégeta y amigo personal de Puigdemont, que no entrañable, sea la máxima autoridad en materia audiovisual en Cataluña. A cambio, los peseceros han “colocado” a dos clásicos del aparato, el omnipresente Enric Casas, amigo íntimo e integrante del núcleo duro de Miquel Iceta y, eso sí, un tipo brillante, y Rosa María Molló, a quién conocí cuando trabajaba en la secretaría de prensa del partido recién llegada de su Borges natal y han podido ustedes ver en TVE. Como los otros dos integrantes del consejillo son separatistas y el propio presidente, el tal Xirgo, el mayor de todos, ya se intuye de qué irá ese organismo que concede licencias radiofónicas, sanciona, multa y vela por la “ecuanimidad”. Toma del frasco, Carrasco.
Y, como el gran Zorrilla, Xirgo les ha dicho en el parlamentillo catalán a los miembros de la comisión aquello de “No me causan pavor vuestros semblantes esquivos, jamás, muertos ni vivos, humillaréis mi valor. Yo soy vuestro matador como al mundo es bien notorio; si en vuestro alcázar mortuorio me aprestáis venganza fiera daos prisa: aquí os espera otra vez Don Juan Tenorio”. O algo parecido, porque el interfecto ha afirmado sin rubor ni bajada de tensión que pensar como separatista no es óbice, valladar, cortapisa u obstáculo para presidir el CAC. El Sindicato de Periodistas, al que creíamos sinceramente muerto, enterrado y hechos los funerales, ha protestado ante lo que denomina un pacto entre partidos. ¿Ahora os despertáis? Será porque los podemitas o los de comisiones obreras y marineras no tienen plaza en el palco. Así que la cosa queda: TV3 en manos de una separata del diario republicano ARA, el CAC para Junts y Cataluña Radio ya da igual, porque aquí hay lo que hay y no se hable más.
El periodismo y, por ende, los medios en mi tierra son una especie de fotocopiadora del poder que se limita solo a reproducir lo que les cuentan desde la generalidad, acogiéndose a la teta de esta para ir tirando. Si La Vanguardia o, verbigracia, El Punt, diario en el que Xirgo ha estado hasta ahora loando el procés, tuvieran que vivir de sus ingresos propios haría décadas que se habrían reconvertido en tiendas paquis de venta de carcasas para móviles. ¿Saben cuánto se lleva de sus, nuestros, impuestos la gacetilla de Xirgo? Entre anuncios institucionales, campañas publicitarias y ayudas un millón de pavos anual. Como lo oyen, y luego te dicen que no hay dinero y que Espanya ens roba. Total, para que no lo lean ni quienes lo escriben.
Escribir acerca mi tierra es lo más parecido a ser el cronista de un manicomio repleto de orates empeñados en llevarse a su casa la cubertería de plata de la yaya y, si a mano viene, hasta las tuberías. Lo malo es que lo consiguen y, en ocasiones, te hacen preguntarte si el loco no serás tú por insistir en denunciarlos en un lugar en que, citando a Serrat, siempre llegamos tarde donde nunca pasa nada.