Puigdemont se burla del Estado y de las víctimas del terrorismo

EL MUNDO  20/06/17
EDITORIAL

EL PRESIDENTE de la Generalitat, Carles Puigdemont dio ayer un salto injustificable en su escalada de declaraciones improcedentes y, cuando se cumplen 30 años del brutal atentado del Hipercor en Barcelona comparó la lucha que mantiene la Generalitat por conseguir la independencia con la que ha entablado durante tantos años el Estado contra la banda terrorista. «Si no hubiera sido por la persistencia, este combate contra ETA no se hubiera ganado», afirmó, para concluir que hoy «estamos más cerca del ideal de justicia ante quien intenta laminarlo porque hemos persistido».

Sin ningún tipo de rubor, Puigdemont se comparó a sí mismo con un Estado que defiende la ley y la Justicia, y dejó al Gobierno de la nación el papel de la banda terrorista, que utiliza el asesinato, el secuestro y la extorsión para alcanzar sus fines. «En unos años diremos lo mismo: que hemos conseguido lo que el pueblo de Cataluña se ha propuesto porque persistimos, porque no nos resignamos», añadió.

Es ruin y bochornoso oír a un representante público tales mendacidades, justo cuando, como decimos, estamos recordando que el más sangriento atentado en la historia de ETA se consumó en Barcelona y el objetivo de la banda era aterrorizar a la sociedad civil al colocar esa bomba en el aparcamiento de un centro comercial. Con estas declaraciones, el presidente de la Generalitat se burla de las víctimas, asesinadas sin más razón que la de ser españoles.

Puigdemont debería recordar además, cómo en los inicios de este proceso separatista, en enero de 2004, miembros destacados de ERC, como Josep Lluís Carod Rovira, siendo vicepresidente de la Generalitat, se reunió en Perpignan con Josu Ternera y Mikel Anza. Un encuentro en el que pidió a ETA que dejara de atentar en Cataluña a cambio de dar una cierta cobertura política desde la Generalitat a la izquierda abertzale.

ETA ha dejado en la tierra española más de 800 cadáveres –muchos de ellos en Cataluña–, además de miles de heridos y cientos de miles de desplazados como para que el presidente de la Generalitat frivolice ahora con ello y compare su desvarío independentista con una lucha legítima contra quienes quisieron subvertir el Estado de Derecho. Puigdemont debe desdecirse inmediatamente de esas declaraciones tremendamente desafortunadas que no tienen ningún sentido, ni siquiera aunque fueran producto de su desesperación ante el callejón sin salida en el que se han introducido los independentistas con su órdago al Estado de Derecho.

Con ETA y los sentimientos de la inmensa mayoría de los españoles –entre ellos los catalanes– no valen comparaciones de ningún tipo. Como tampoco es admisible la estrategia de la izquierda abertzale de explicar el final de la banda como una especie de acuerdo entre dos bandos, en el que no hay vencedores ni vencidos. EH Bildu en Navarra se negó a condenar el atentado de Hipercor, en el que murieron 21 personas y dejó 45 heridos. Además, la formación abertzale tampoco asistió al homenaje a las víctimas de Barcelona. Arnaldo Otegui dijo que lo hacía por «prudencia», porque «nuestra presencia puede provocar más problemas que soluciones».

Pero la realidad es que Otegi no quiere aparecer en ningún acto de este tipo porque el entorno abertzale no admite el relato real sobre la derrota de ETA y quiere maquillar la historia. En este sentido, hay que destacar la postura de Íñigo Urkullu, que ayer asistió al homenaje, lanzando desde el Gobierno vasco un mensaje de apoyo a las víctimas.

Hasta hoy, ETA no ha hecho el más mínimo gesto de desagravio a las víctimas. Tampoco su entorno lo hace. La disolución de la banda, pedir perdón y ayudar a la Justicia a esclarecer los delitos pendientes es lo único que le queda por hacer a los terroristas.