Punset: «Es obvio que C’s ha suavizado el lenguaje contra el nacionalismo»

EL CONFIDENCIAL 25/11/16
ENTREVISTA CAROLINA PUNSET

 · Reconoce que le costó mucho tomar la decisión de dimitir de la ejecutiva. Ahora aborda con El Confidencial los cambios en el discurso de su partido y reivindica los valores originarios

Carolina Punset (Washington, 1971) es una ‘rara avis’ en Ciudadanos. Dimitió del comité ejecutivo hace poco más de un mes por no compartir las principales estrategias del partido. Una decisión que le costó «muchísimo», según relata a El Confidencial en una conversación meditada entre largos silencios, reflexiones y mucha tos al otro lado de un teléfono que contesta en Estrasburgo. Punset piensa en «términos planetarios» y reconoce que entró en política «por vocación, por pasión y por Albert». Evita usar la palabra decepción, pero sus palabras confirman el chasco que se ha llevado en la política y ahora apela a recuperar los valores fundacionales de Ciudadanos para acabar con las grandes lacras del país, que, a su juicio, responden al sectarismo y al nacionalismo. Es hija del científico y político Eduardo Punset, que para ella lo es todo. «Y mi madre también. Son los dos grandes pilares». El mismo que será ella para sus dos hijas, a las que echa de menos —como al resto de familia y amigos—, más desde que ocupa un escaño en el Parlamento Europeo.

PREGUNTA. ¿Usted quería ser eurodiputada?
RESPUESTA. 
Sí, lo que pasa es que tenía una idea distinta y distante de lo que era. Y me gusta haber tenido la oportunidad, no me hubiera quedado tranquila si no lo hubiera intentado. Pero puestos elegir, para mí no hay color con la política municipal a la que yo estoy acostumbrada, de tú a tú. Es verdad que estar fuera refuerza un desarraigo que yo ya tengo muy pronunciado por las circunstancias del exilio de mi padre durante el franquismo, que nos obligó a vivir 20 años fuera. El lado positivo sin duda es tener una visión mucho más internacionalista del que tienen el resto de personas.

P. ¿Sigue siendo Ciudadanos el partido que más le llena?
R.
(Silencio). Creo que he llegado a la conclusión de que es muy difícil que un partido me llene. Y de que un partido funcione como debería funcionar.

P. O sea, que se siente decepcionada.
R.
No, no. Es que la realidad es la que es. Y ahora no hablo de Ciudadanos, si no de la política. Al final, los partidos políticos, todos, se convierten en estructuras institucionales que no responden muchas veces a lo que deseaban o prometieron ser. Y la nueva política y los nuevos partidos a veces tienen los mismos vicios y problemas que la vieja política.

 

«Me costó muchísimo dimitir. Porque es obvio que marcaba un antes y un después en mi vida política dentro del partido»

 

P. Por ejemplo…
R.
Pues yo diría que la falta de democracia interna. Aun así, sigo pensando que los partidos son los mejores instrumentos de transformación de la sociedad. Pero, a veces, es verdad que uno termina cansado de pelear por intentar mejorar tanto su calidad como la de las instituciones. Yo desde luego es en lo que estoy, porque si no fuera así ya hubiera abandonado mi cargo de eurodiputada que, a nivel personal, quizá sea el que más me está costando en ese aspecto de todos los que he ocupado. Y no abandono porque comprendo que es inevitable que existan distintas opiniones en un mismo partido y que eso no es suficiente para abandonar un proyecto. Ahora, que te resta entusiasmo, también es evidente.

P. ¿Le costó mucho tomar la decisión de dimitir de la ejecutiva?
R.
(Otro silencio). Muchísimo. Sí. Porque es obvio que marcaba un antes y un después en mi vida política dentro del partido. En los partidos no se perdona, y esto es obvio, la disidencia.

P. ¿Qué le dijo Albert Rivera?
R.
Yo creo que la reserva y la elegancia que se debe tener sobre las conversaciones privadas nunca se debe perder. Si hablé solo con Albert es porque yo en este proyecto me incorporé solo por Albert, cuando recibí su llamada hace unos años para pedirme que presentara con él y con el exministro socialista Antoni Asunción el movimiento ciudadano antes de despegar como partido nacional. Lo hice porque respetaba, respeto, admiraba, admiro, y consideraba —considero— a Albert Rivera como un político de gran talla. Por él me sumé al proyecto y por él sigo en Ciudadanos en este momento.

P. ¿Cree que Ciudadanos ha suavizado su discurso sobre el nacionalismo en Cataluña con respecto a sus orígenes?
R.
Me parece obvio que se ha suavizado y se ha moderado el lenguaje, lo que no quiere decir que no se combata con ahínco el nacionalismo. El cambio no es tanto una cuestión de fondo, como de forma. Creo que responde a una estrategia de ‘marketing’, en la que se trata de no herir sensibilidades de personas que son nacionalistas moderadas y votan a Ciudadanos. Lo que llaman el catalanismo moderado. El gran problema que yo tengo con esta estrategia es que no creo que exista un nacionalismo moderado, porque siempre acaba tendiendo al extremismo. En su última entrevista, nuestro presidente decía que hay que crear espacios de consenso entre el Estado y Cataluña. Pues hombre, este no es el discurso que tenía Ciudadanos antes. Yo no me creo en posesión de la razón absoluta, solo digo que el discurso que a mí me llevó a unirme a Ciudadanos era el otro.


«Creo que es muy difícil que un partido me llene. La nueva política a veces tiene los mismos vicios y problemas que los viejos partidos»

 

Creo además que ya tenemos suficiente experiencia con los nacionalistas como para saber que son insaciables después de haber escuchado el insulto de «España nos roba» durante décadas. Y lo que hay que hacer es decir que aquí no existe una ‘cuestión catalana’. Hace falta reformar el sistema de financiación autonómico, que es básicamente injusto para todos. Me niego a aceptar —y Ciudadanos antes también lo hacía— la terminología de los nacionalistas. Aquí no existe ningún conflicto ni ninguna cuestión catalana.

 

P. No sé si piensa que ese cambio en el discurso es extensible a otras comunidades. Por hablar de la suya, la valenciana. ¿Está de acuerdo con las líneas generales de la dirección regional que lidera Fernando Giner?
R.
Yo lo que creo es lo que dice mi carta de dimisión. Que el partido no ha sabido favorecer estructuras orgánicas propicias para el fomento de los valores fundacionales del partido. Hay que recordar que estos valores son laicos, sociales y progresistas. Y en ese sentido, la Comunidad Valenciana no ha incorporado esa visión transversal. La mayor parte de los cargos orgánicos se encuentran copados por personas que han tenido un vínculo muy estrecho con el PP y que tienen una visión del nacionalismo regionalista que yo creo que es radicalmente incompatible con nuestros valores fundacionales. Ciudadanos no reivindica un nacionalismo identitario español. Y lo que no me gusta es que el discurso allí sea más parecido a la antigua Unión Valenciana que al que tiene mi partido en otras comunidades. Yo no he visto en Cataluña a nadie en mítines con banderas o lemas regionalistas. Y en Valencia, la línea de actuación que se marca por una parte del partido no es coherente con nuestros valores fundacionales.

P. ¿Se arrepiente del tuit en el que escribió «senyera-trozo de tela»?
R.
Ese tuit era un trozo de un poema de Mario Benedetti y no responde a una interpretación literal de que yo piense que las banderas sean eso. La importancia de las banderas la comprende cualquiera, incluso yo, que pienso en un mundo sin fronteras. En ningún momento quise faltar el respeto a los símbolos institucionales. El poema, como yo, lo que viene a decir es que es mucho mejor un mundo en el que no se reivindiquen tanto las banderas y se dé más importancia a las personas.


«Yo me incorporé a este proyecto solo por Albert. Le consideraba y considero un político de gran talla. Por él me sumé y por él sigo en este momento»

 

P. Hubo gente en el partido que no lo entendió así…
R. O hubo quien no quiso entenderlo. Era una metáfora poética y no se pueden reducir esas cuatro palabras a su sentido literal.

P. El próximo febrero, el partido por fin celebra su congreso extraordinario. Ciudadanos actualizará sus estatutos y habrá distintas ponencias para adecuarse a su nueva condición de partido nacional. ¿Aprovechará la ocasión para participar en este debate y mostrar su visión sobre la dirección que ha tomado la formación en los últimos tiempos?
R.
Yo espero que se produzca, porque sería muy sano abrir el debate de algo tan curioso como que en los orígenes se decía que Ciudadanos era un partido de centro-izquierda, probablemente porque en el cinturón rojo de Barcelona hubo muchos votantes del PSC que vieron con horror el entreguismo a los nacionalistas. Ese era fundamentalmente el votante de C’s. Después, se amplió mucho el espectro y ya se pasó a decir que éramos un partido de centro. Y ahora hay mucha gente que piensa que en realidad deberíamos estar allí donde está la mayoría de nuestros votantes, que creen ellos que son de centro-derecha. La cuarta opción, que es donde estoy yo, es la que dice que ni una cosa ni la otra. Que volvamos a los principios fundacionales que reivindicaban un patriotismo civil, ni de izquierdas ni de derechas, transversal y absolutamente pragmático que combata las dos grandes lacras del país: sectarismo y nacionalismo. Desde luego, hay mucho que hablar, porque habrá que elegir una de esas cuatro cosas.

P. ¿Cree entonces que sería positivo que Ciudadanos estableciera si es un partido de centro-derecha o de centro-izquierda?
R.
Eso es una obsesión por etiquetar. Nosotros antes hacíamos pedagogía política, explicábamos que éramos fundamentalmente liberales en lo económico y progresistas en lo social. El discurso ha cambiado mucho de alguna manera. Ahora decimos que somos de centro —un cambio de criterio evidente— y creo que a la gente cuando le dices eso te vuelve a repetir la pregunta porque no se aclaran. No saben ni de dónde eres, ni quién eres, ni qué quieres. Y piensan que en realidad hay un oportunismo político y no te quieres mojar.

P. ¿Puede haber pasado factura esa indeterminación en los procesos electorales?
R.
Yo creo que es mucho más claro lo que estaba diciendo: que eres liberal en lo económico, que crees en la economía de mercado con límites, y progresista en el plano social y especialmente en temas como el aborto o el matrimonio homosexual. Y creo que esta postura puede ser mayoritaria en España. Cuesta menos de explicar que eres de centro, es más corto y cabe en un cartel. Pero ‘de facto’ es una desgracia que no se puedan explicar las cosas. No se puede reducir todo a 140 caracteres y a un titular.

P. ¿Y esto que está explicando lo defenderá en el congreso extraordinario? No sé si internamente ya han articulado mecanismos para participar.
R.
Eso no lo sabe nadie, lamentablemente. Estamos a dos meses del congreso y aún no sabemos nada, más allá de la propuesta de cambiar el estatuto para cambiar al presidente, no por cierto al resto de estructuras del partido. No sé cómo se va a desarrollar el congreso. En cualquier caso, yo siempre estaré ahí donde haya espacio para la reflexión y el debate si de verdad se pretende eso. Si lo que se pretende en los congresos —no solo de Ciudadanos, en general— es un paseo triunfal en el que solo hay trompetas y cornetas para no cambiar nada, diré lo mismo que dije en el comité ejecutivo: mejor me voy.

 

«Cuando le dices a la gente que eres de centro, no se aclaran. Piensan que hay oportunismo y que no te quieres mojar. Hay que hacer pedagogía política»

 

P. ¿Se plantea presentar una candidatura?
R.
Yo creo que hay mucho tiempo todavía para decidirlo. Y que lo primero es saber lo que hemos comentado en esta entrevista. En cualquier caso, si lo hiciera —que para mí no es prioritario ni importante—, no sería nunca una candidatura contra nadie ni contra Albert Rivera. Lo que pretendería sería aportar propuestas distintas que creo que podrían compartir muchos afiliados.

P. ¿Usted cree que el liderazgo de Albert Rivera es indiscutible?
R.
Creo que es obvio que es la figura de referencia en Ciudadanos, tanto desde el punto de vista mediático como político. Lidera el partido desde hace 10 años. No creo que pueda ser discutible.

P. Pero no descarta rivalizar contra él.
R.
Como le digo, no es mi prioridad en este momento y tenemos que ver qué pretende la cúpula de Ciudadanos en el congreso. Si pretende ese paseo triunfal o que sea un espacio de reflexión y debate útil para el partido.

P. ¿Le ilusionaría volver a España y liderar un proyecto para la Comunidad Valenciana más adelante, de cara a las próximas autonómicas?
R:
Ya lideré la comunidad autónoma como portavoz y cabeza de lista. Por tanto, no considero indispensable ni particularmente útil que el liderazgo recaiga sobre mí. A lo mejor los que tienen que encabezar el proyecto son otros, que viven ahí, que están ahí y que pelean a pie de calle todo el día. Lo que puedo decir es que si se deciden, estaré con ellos. Porque igual que digo que todas las ideas se pueden confrontar, también afirmo que en la Comunidad Valenciana merece la pena darle una vuelta a lo que está ocurriendo en el partido. Y yo, desde luego, si puedo contribuir a cambiarlo, y no liderándolo, espero, estaré.

La cuestión es que, de momento, como decía, han cambiado solo el estatuto para votar al presidente, no al resto de estructuras orgánicas. Y en ese sentido, las primarias están absolutamente intervenidas por el aparato del partido, porque la elección depende de la cúpula y no se da voz al afiliado. Lo que reclamamos es que el presidente, al que admiro mucho, explique por qué lo que vale para él no vale para el resto de órganos. Y que la propuesta de «un afiliado, un voto» sea extendida al resto, y en la Comunidad Valenciana los afiliados elijan el proyecto que quieren.