Punto de mira español al IS

EL CONFIDENCIAL – 02/05/15

· Ciudadanos españoles conforman un pelotón de francotiradores que en primera línea del frente iraquí luchan contra Estado IslámicoDefienden junto a las milicias kurdas a los yazidíes del monte Sinyar.

Al alba y a tiro de piedra, en la negrura, el muecín del Estado Islámico (IS) entona, con altavoces a todo trapo, el primer rezo del día: «Dios es grande… Dios es grande… Dios es grande…». Suena lánguido, lastimero, lúgubre. Alguien le arrea un cohete para aplacarlo. Fracasa. «Así cada noche», refunfuña un español, de guardia, con un fusil M-16 en ristre. «De noche hay permiso para disparar a todo lo que se mueva».

Ciudadanos españoles integran un pelotón de francotiradores que, desde primera línea de frente, hace diana en las huestes del califa Abu Bakr Bagdadi. Alias Paco Arcadio es uno de ellos. Se sabe que en algún punto de la región hay otro, Marcos. Ninguno de ellos da el número exacto. Defienden Shengal, en árabe Sinyar, un monte al noroeste de Irak dominado por los kurdos. La ciudad de Shengal, en la falda, sigue en manos del IS. La base de Paco es un vetusto caserío, en lo alto de una colina que domina la localidad, donde las banderas negras del IS permanecen izadas. Es enorme, laberíntico, de paredes de piedra seca carcomidas por bombardeos. Es necesario ir de una estancia a otra corriendo, porque los francotiradores yihadistas son de gatillo fácil y tienen rango de tiro.

Basta un descuido, como exponer de noche afuera el piloto de la cámara, para ser baleado. Paco no revela cuál es su origen. Su acento no es de la periferia del país. Viste el tradicional uniforme de la guerrilla kurdo turca Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) –mono caqui bombacho y faja– con detalles de su cosecha, como una gigantesca hebilla metálica con la hoz y el martillo grabados. Este joven, de ojos azul penetrante, dice que viene a «ayudar, como hicieron las brigadas internacionales en España en el 36».

A diferencia de entonces, los españoles no defienden la República, sino el derecho a la vida de una comunidad, la yazidí, oriunda de Shengal y a la que el IS masacra acusándola de «hereje» por sus creencias. La victoria sobre el «fascismo que representa el IS» permitirá «el avance del proletariado en esta región», enfatizan en el interior de su base. A 50 metros de la primera trinchera del IS. A cobijo de las balas silbantes.

Paco llegó a finales de 2014, «sin retribución», tras una llamada del «internacionalismo proletario» a su organización, Reconstrucción Comunista, escisión de la Unión de Juventudes Comunistas españolas. El joven ronda los 20. Llegó al pueblo kurdo sirio de Sere Kaniye, donde se integró en el Partido Comunista Marxista-Leninista (MLKP) turco, que lucha con los kurdos. La presión del IS en Shengal hizo que los destinaran allí.

Ninguno de los españoles detalla conocimientos militares previos a su llegada a Siria. Paco ejemplifica que, además de vaciar el cargador del kalashnikov, su única baja en su primera misión fue la de un burro. «No puedo decirte a cuántos he matado», subraya. «Muchas veces, disparas de noche. Cuando disparas con el [fusil de] francotirador, por el retroceso, no ves. Sólo sé que he disparado».

Berivan, una miliciana del PKK que se forjó una leyenda batiéndose con el ejército turco, dirige en la base de los españoles, donde la paridad se cumple a rajatabla. Un comentario obsceno se castiga. «En toda la historia del Kurdistán hay lucha femenina», enfatiza Berivan. «La kurda combate contra toda servidumbre impuesta por el patriarcado».

El colega de Berivan al mando es Mahir, turco. Él monta las guardias nocturnas. EL MUNDO lo acompaña una noche. «Daesh [nombre peyorativo del IS] ataca sistemáticamente a las cuatro de la madrugada», susurra. Paco lo acompaña en silencio. La guardia exprime el aguante. «Es duro. No tengo contacto con mi familia. Claro que echo de menos a mis padres y hermanos», musita. «Pero toca cabeza fría. Un error puede matar a muchos aquí».

El Gobierno autónomo del Kurdistán iraquí (KRG) y el Ejecutivo nacional iraquí se disputan el territorio de Shengal, cuyo drama llenó portadas el verano pasado. En julio, el IS ocupó la ciudad de Shengal, en la falda del monte y cercó la cordillera montañosa. Atrapó entre los picos a 40.000 yazidíes huidos de la localidad. Secuestró y esclavizó a cientos de mujeres del lugar. En agosto, tres facciones armadas kurdas lograron romper el asedio.

Aquella muestra de unidad kurda, que encandiló al mundo, hoy se agrieta en el frente de Shengal, complicando su solidez defensiva y el retorno de los desplazados. El PKK y la milicia kurdo siria YPG/J, que llegaron a Shengal expresamente para liberarlo, se han asentado. Ambas justifican su presencia alegando que los soldados peshmerga, del Gobierno kurdo iraquí, son endebles y huyen del frente a las primeras de cambio.

«A diferencia de la guerrilla, donde las relaciones están prohibidas, los peshmerga sí tienen familia. Perder a tus seres queridos da miedo», explica Paco, que critica que «los peshmerga rechazan ordenar el asalto a la ciudad de Shengal porque temen que el PKK se la quede».

El autodenominado Estado Islámico, conocedor del entuerto, aprovecha las dudas en el frente enemigo para atacar periódicamente la posición de los españoles, un caramelo estratégico por estar en altura. En uno de sus envites, tal y como muestra el documental Infiltrados del canal español Cuatro, los yihadistas atentaron con dos vehículos bomba y se abalanzaron sobre la base moviéndose en pinza. EL MUNDO hubo de ser evacuado con el IS a las puertas. Sólo la solidez defensiva de Paco y sus camaradas, ayudados desde el aire por la aviación de la coalición internacional anti IS, repelió aquella agresión. Compartiendo enemigo, los aliados colaboran con un PKK paradójicamente en la lista de grupos terroristas de EEUU y de la UE, por lo que no recibe armas de Occidente. La guerrilla debe espabilarse en el frente con armamento ligero y piezas de fabricación propia.

Los españoles de Shengal conocen la detención de los compatriotas que combatieron en Ucrania y temen ser los siguientes. «Es lamentable que el Gobierno español declare estar luchando contra Daesh y piense en reprimir a quienes verdaderamente están luchando» sobre el terreno, critica Paco, quien pide que España «no nos reprima a la vuelta». La fiscalía de Holanda, por ejemplo, anunció que no perseguirá a sus nacionales que luchen contra el IS.