Juan Carlos Girauta-ABC

  • Sabemos que los representados de la señora Nogueras son los más locos del manicomio nacionalista

Al putiferio, sí, ha aludido en las Cortes la portavoz de Convergència (no te escondas), formación enmascarada tras unas siglas impronunciables, pues empiezan por tres consonantes siendo una la equis, una evidente argucia para desalentar a los acreedores. Pero el putiferio hay que regularizarlo, según unos, o abolirlo (como la Constitución en Cataluña) según otros, y como la portavoz aplica el término a la detención de Puigdemont, uno no puede evitar preguntarse quiénes son aquí las putas.

Sí, sí, lo siento mucho, las putas, las putas. Por duro que suene, por cuesta arriba que se nos haga penetrar este artículo con semejante ariete léxico, la lógica es la lógica, y la dignidad de las trabajadoras del sexo nos obliga a levantar la voz y aun a movilizarnos. ¿Cómo que putiferio? ¿Quién es la rabiza principal, quién la madame, quién el baranda, quién el macarra, quién paga? ¿Cuál es la identidad de las hetairas, en plural? Nótese que la soez y agraz portavoz separata sugiere un conjunto de bienhechoras carnales. Ay.

Sabemos que los representados de la señora Nogueras son los más locos del manicomio nacionalista, que ya es decir. Anteayer pasaban por hombres de Estado con acento simpático, ayer por extorsionistas políticos, hoy por golpistas prófugos que han perdido el juicio. Su degradación ha llevado a Nogueras donde estuvo Roca, que era un señor. Propaganda aparte, la porción antaño más asilvestrada ha comprendido que no lo volverá a hacer porque el trullo es muy malo; para su suerte, el gobierno español lo preside un frívolo sin poso y sin escrúpulos: pueden aprovechar la circunstancia para una performance.

Con todo el daño que hicieron los de Junqueras, comparado con una Borrás o una Nogueras, Rufián encarna la prudencia. Administra una ventaja regalada. Pues gracias. Hay que pillar lo que se pueda, y después a silbar. Aquella masa uniforme que sacaron a la calle se irá desconcertando y desanimando. Hay un presupuesto enorme que gestionar en la Generalidad, mejor que lo hagamos nosotros, pensarán. Normal. Lo cierto es que aquellos asilvestrados pueden señalar ahora mismo con el dedo algo mucho peor que ellos, aunque salgan de la misma madera: la vieja Convergència desatada, furiosa, lerda, ciega y brutal.

Y a su jefe van y lo detienen. Por enésima vez, pues Europa lleva varios gatillazos con la cosa del Espacio Judicial Europeo. Y llega Nogueras y, confundiendo el Parlamento con un lupanar o una taberna -lugares que Séneca aconsejaba no frecuentar- pronuncia la palabra que describiría, a su juicio, lo de Córcega: pu-ti-fe-rio. ¿A cuánto iba la media hora? ¿Y la hora? ¿Con completo? Ya sé, ya sé, estoy siendo demasiado crudo, pero qué le voy a hacer si la política española se pone cachonda? Si a la honorable Nogueras no le gusta España, que no ensucie sus instituciones, y si tira de palabras comprometidas, que apechugue. A lo hecho, pecho. Peche.