Ramón Pérez-Maura-ElDebate
- Las sanciones que ha impuesto Estados Unidos son el bloqueo del comercio y las inversiones americanas en las llamadas repúblicas populares de Donetsk y Luhansk. Así que Putin invade parte de Ucrania y Washington sanciona a parte de Ucrania en lugar de sancionar a Rusia. Putin debe de estar temblando
Como era previsible, el Ejército ruso ha vuelto a entrar en otra región de Ucrania sin que nadie mueva un dedo por defender la soberanía de ese país. Recordarán que nos anunciaron que, si esto ocurría, habría unas sanciones como las que no se han conocido nunca. En el momento de escribir estas líneas hace más de 24 horas que se produjo el cruce de la frontera por efectivos rusos. Las sanciones que ha impuesto Estados Unidos son el bloqueo del comercio y las inversiones americanas en las llamadas repúblicas populares de Donetsk y Luhansk. Así que Putin invade parte de Ucrania y Estados Unidos sanciona a parte de Ucrania en lugar de sancionar a Rusia. Verdaderamente, Putin debe de estar temblando.
Ni siquiera hay un frente diplomático europeo unido contra Rusia –no digamos ya un frente militar, que ni hay ni es previsible que haya–. Draghi dice que no se puede incluir la energía entre los sectores sancionados porque el 90 por ciento del gas que consume su país es ruso. Afortunadamente, Alemania, que tiene también una alta dependencia, ha anunciado que «suspende» la autorización para el gasoducto Nord Stream 2 que debía aumentar la capacidad de exportación del gas ruso a Alemania por el mar Báltico sin pasar por Ucrania. Pero no se va a expulsar a Rusia del sistema SWIFT de pagos internacionales. Porque impediría a empresas, francesas, holandesas y austriacas cobrar deudas con clientes rusos por valor de decenas de miles de millones de euros.
Ya el fin de semana pasado en la Conferencia de Seguridad de Munich tuvimos un buen ejemplo de la impotencia de Occidente. El presidente ucraniano, Volodymr Zelensky, hizo un alegato que puede pesar en nuestras conciencias mucho tiempo: «No necesitamos sus sanciones después de que empiece el bombardeo y después de que disparen contra nuestro país, o después de que nos quedemos sin fronteras y no tengamos economía o parte de nuestro país se vea ocupado. ¿Para qué querríamos las sanciones entonces?».
Desde la posición de fuerza que tiene Rusia, Occidente ya no puede negociar nada. Porque cualquier negociación llevará necesariamente a nuevas concesiones a Rusia que sólo pueden debilitar la posición de Occidente.
Como en 1938, todo empieza en Múnich y desgraciadamente se parece muchísimo. Anexiones de territorios por razones étnicas, appeasment… Putin ocupó Crimea en 2014 y no pasó nada. Aprendió la lección: ahora ocupa parte de Ucrania Oriental aduciendo, como lo hizo Hitler en 1938 en los Sudetes, que este territorio es rusófono. Tampoco ocurrirá nada y así irá progresando. Porque en su largo discurso del lunes en el que anunció el reconocimiento de la independencia de esas dos repúblicas, dejó bien claro que no reconoce la independencia de Ucrania. Es decir: no parará hasta que la ocupe entera.
Recordemos que Putin es el producto de un sistema en el que la verdad se decidía desde el poder y para reforzar el poder. El poder soviético se basaba en mentiras que el Estado infundía como verdades incuestionables. La población rusa ha vivido muchas décadas sabiendo que se les imponía mentiras y han acabado aceptándolo con resignación. Y eso probablemente haga que denunciar las mentiras que emplea Putin tenga poca efectividad en su país donde se considera normal que el poder mienta.
Occidente tiene dos problemas en esta confrontación con Putin. El primero es una falta de voluntad. Como no queremos guerra, hacemos que el appeasement parezca una buena opción frente a las amenazas rusas. Y el segundo es una falta de comprensión de lo que Putin está buscando: cuando dice que quiere restablecer la Unión Soviética en términos geográficos y políticos, quiere decir exactamente eso. A ver si nos enteramos.
Así que lo que estamos viviendo en estos días no es más que otro paso de un proceso que inevitablemente terminará en guerra. Pero no este año, quizá tampoco en el próximo lustro. Pero al final, la única forma de detener a los tiranos como Putin es por la fuerza.