Alberto Pérez Giménez-Vozpópuli
  • Marruecos tiene cogido a Sánchez por las gónadas. O eso vuelve a demostrar el último episodio en el Parlamento Europeo donde 17 eurodiputados socialistas votaron junto a Le Pen -por orden de Madrid y tras una llamada del ministro de Exteriores alauí- en contra de investigar a Rabat

¿Qué robó Marruecos del móvil de Pedro Sánchez? ¿Qué información comprometedora se escondía entre los 2,6 gigabytes de información del primer ataque al móvil del presidente del Gobierno con el programa Pegasus y los 130 megabytes que sacaron en el segundo? ¿Está Rabat chantajeando a Pedro Sánchez con la información que el presidente tenía entre los 15.000 documentos en formato Word, los 3.000 documentos PDF o las 1.000 imágenes en formato JPEG, que es a lo que equivalen esos 2,6 gigabytes robados del móvil?

La pregunta vuelve a sobrevolar machaconamente el panorama patrio, esta vez impulsada desde el Parlamento Europeo donde Pedro Sánchez ha vuelto a someter a ‘su’ PSOE a una nueva humillación: ser los únicos eurodiputados, junto con los de Le Pen, que votaban contra un informe que pedía defender la libertad de información en Marruecos, liberar a los periodistas encarcelados, respeto de los derechos humanos, investigar el papel de Rabat en el Catargate y sus ‘mordidas’ a europarlamentarios y, oh casualidad, investigar también el espionaje de las autoridades rabatíes con el programa Pegasus.

Los 17 eurodiputados socialistas, con nombre y apellidos, votaron en contra y se posicionaron del brazo de los ultraderechistas de Le Pen por una orden “directa” de Madrid, según confiesan fuentes cercanas a los abochornados socialistas.

Presión de Marruecos a Pedro Sánchez

El periodista independiente marroquí Alí Lmrabet, que ha pasado por las cárceles del sátrapa alauí por intentar defender su derecho a informar de los desmanes de Mohamed VI y del problema del Sáhara, denunciaba en sus redes sociales lo que iba a pasar: el documento se había filtrado antes de la votación a las propias autoridades marroquíes para que lo ‘revisaran’.

Después, el periodista denunciaba que el ministro de Asuntos Exteriores rabatí había llamado directamente a su homólogo español José Manuel Albares para “asegurarse” de que los 17 eurodiputados socialistas iban a rechazar la resolución. Dicho y hecho: como corderitos, los muy generosamente bien pagados políticos votaban ‘no’. Hermanados con los mismos ultras a los que piden poner un cordón sanitario…

El ministro marroquí había amenazado a Albares –según publicaba Lmrabet- con que la cumbre con Marruecos del 1 y 2 de febrero “se resentiría”. No sería anulada pero sí, según la misma fuente, “sería rebajada ostensiblemente” y Rabat enviaría una delegación de segundo nivel. Un revés al que no estaba dispuesto Pedro Sánchez: una vez más, cedía al chantaje.

Desde el Gobierno español no se desmiente el relato de cómo se produjo esta nueva humillación: Sánchez aseguraba que el ‘no’ se debía a no compartir “elementos”de la resolución… sin decir cuáles. Sobre la llamada a capítulo del ministro marroquí, desde el Ministerio de Exteriores aseguran que “no todos los contactos que mantiene el ministro se hacen públicos por la discreción que requiere la diplomacia”.

Lo cierto es que, tras el doble asalto al móvil de Pedro Sánchez, el Gobierno español ha pasado de recibir en secreto al líder del Polisario y enemigo público número uno de Marruecos, Brahim Ghali, enfermo de Covid, a dar su apoyo en un giro histórico al plan de autonomía de Marruecos para el Sáhara Occidental. Entre medias entre el escándalo Ghali y este cambio copernicano, una avalancha en Ceuta provocada por Marruecos y el asalto al móvil de ‘su sanchidad’. Blanco y en botella.

¿Qué demonios tenía el teléfono de Sánchez en sus archivos para pagar el precio que se está pagando? Su cambio inexplicado en el Sáhara provocó que Argelia –aliado de Ghali y enemigo de Marruecos- cortara relaciones diplomáticas y comerciales con España en plena guerra de Ucrania y de la dependencia del gas argelino, que empezó a disminuir. El boicot le cuesta a España algo más de cuatro millones de euros al día, según las estadísticas de la Secretaría de Estado de Comercio. Algo así como 340 millones cada trimestre.

Albares aseguraba este mismo jueves, en plena polémica por la votación ‘dirigida’ de los eurodiputados socialistas que ha vuelto a dejar en evidencia la dependencia del Ejecutivo de Madrid a los intereses de Rabat, que el “acercamiento” a Marruecos ha tenido “beneficios”: “El comercio bilateral con Marruecos ha crecido un 31% hasta acercarse a los 10.000 millones de euros, lo que convierte a Marruecos en el principal socio comercial fuera de la UE más allá de Reino Unido y Estados Unidos”, presume Albares.

El ministro marroquí había amenazado a Albares –según publicaba Lmrabet- con que la cumbre con Marruecos de febrero “se resentiría”. No sería anulada pero sí “sería rebajada ostensiblemente”

Añade, como otro éxito del giro sanchista, que mientras el resto de las rutas migratorias hacia Europa han crecido, las que provienen de Marruecos hacia España han descendido un 21% (14.852 personas) por el Mediterráneo y un 31% (15.642) a Canarias. Olvida Albares decir que desde la llegada de Sánchez al poder, su Gobierno ha entregado a Marruecos 122 millones de euros solo en subvenciones directas a fondo perdido para controlar unas fronteras que Rabat sigue abriendo y cerrando a conveniencia.

Los intereses de Marruecos

Como en tantos otros asuntos, habrá que esperar a que Sánchez salga de Moncloa para saber qué es lo que había en su teléfono y por qué, desde el hackeo conocido en mayo del pasado año, la política exterior española está supeditada a los intereses de Rabat y de su Rey dictador hasta el punto de ordenar a los eurodiputados socialistas votar con la Agrupación Nacional de Le Pen.

Habrá que esperar porque, aunque el caso está en un juzgado de la Audiencia Nacional y se ha pedido desclasificar los secretos del Consejo de Ministros para arrojar algo de luz a este escándalo, el Gobierno pone todas las trabas para impedirlo. Moncloa ha descartado facilitar datos relacionados con la frecuencia de análisis a los que se sometió el terminal del presidente antes de su infección. Como siempre, como en el caso del uso del Falcon, esgrime motivos de «seguridad nacional» para rechazar la solicitud. Lo dicho: habrá que esperar para saber qué demonios escondía el móvil de Sánchez.