SANTIAGO GONZÁLEZ-EL MUNDO
Vayamos al tema. Hace poco más de tres meses di una conferencia en Yuste sobre la posverdad, que me ofrezco a enviar a la portavoz para aclararle conceptos. La posverdad es una idea que ya manejaba Esquilo de Eleusis en el siglo V a.C., aunque la portavoz quizá se la atribuya al poeta romano Juvenal, siete siglo después. Pero los dos hechos históricos más penetrados de posverdad han sido dos hitos de la izquierda: la toma de la Bastilla y el asalto al Palacio de Invierno en San Petersburgo. La gran fortaleza parisina tenía en aquel 14 de julio siete prisioneros: cuatro falsificadores y dos locos, uno de ellos inglés. El hito de la revolución rusa fue un invento de Eisenstein. En realidad, el Palacio de Invierno había sido abandonado por sus ocupantes y su conquista fue lo más parecido a un relevo de la guardia. Eisenstein hizo pasar por sangre los ríos de vino de las cubas de palacio, reventadas por los bolcheviques. También el nazismo hizo posverdad con el incendio del Reischtag. Y la revolución cubana, una en cada gesta.
Le voy a ofrecer, mi admirada portavoz, algunos ejemplos de fake news y de posverdad. Un suponer, la que soltó su presidente en sede parlamentaria, al decir que la tesis del plagio estaba colgada en Teseo. Posverdad es lo que le permite calificar el CETA «como el modelo a seguir, nuevas respuestas a inquietudes tradicionales», cuando 14 meses antes cambió la postura favorable que tenía el PSOE respecto al tratado.
Tengo muchos más ejemplos que espacio. Ejemplo clamoroso de posverdad es la sentencia de José Ricardo de Prada, amigo de su compañera de Gobierno, Lola Delgado y de su pareja en tantas ocasiones, Balta Garzón. De Prada se puso creativo y colocó dos afirmaciones extemporáneas en su sentencia sobre Gürtel. Una en la que cuestionaba la veracidad del presidente Rajoy, al que se había llamado como testigo, primero para humillarlo y después para cuestionar su veracidad.
Otra, al imputarle subrepticiamente la corrupción del PP por la de dos alcaldes de pueblo, Pozuelo y Majadahonda. Estos aspectos de la sentencia fueron cuestionados por el presidente del tribunal, Ángel Hurtado, a quien correspondía ser ponente, pero a quien De Prada y De Diego madrugaron la ponencia.
La cacería, admirable ministra, fue la que se organizó en la Finca Cabeza Prieta aquel mes de febrero de 2009, ocho meses antes del almuerzo en Rianxo grabado por Villarejo, en el que tantas cosas se dijeron. Una no menor fue la confesión del ex comisario, de que él había organizado lo de la Gürtel con el juez instructor, que echó a andar el caso el 6 de febrero, tras dictar prisión provisional contra los principales implicados. El móvil principal no fue la caza de muflones, sino la del principal partido de la oposición. Aquella fue realmente una cacería. Las últimas revelaciones de Villarejo, por ahora, afectan a Ángel Olivares, secretario de Estado de Defensa, actual número 2 de Margarita, está linda la mar. Villarejo acusó a Olivares de ir a sus reuniones con una bolsa de El Corte Ingles llena de billetes para pagarle sus pinchazos a Aznar.
Aquella cacería le costó el cargo al ministro Bermejo, no por el objeto de la misma, sino por ir a disparar a muflones en Andújar sin tener licencia de caza en Andalucía, maravillas de la España autonómica. Pero en junio de 2018 se completó la caza: el doctor Sánchez abatió la pieza mayor: un presidente del Gobierno apoyándose en una sentencia ful de José Ricardo de Prada, amigo fiel de la pareja Balta y Lola. Así son las cosas y así se las he contado, que diría creo Luis Mariñas.