ABC 13/09/15
ENTREVISTA ALBERT RIVERA
· Albert Rivera Presidente de Ciudadanos
Cumplir la ley «No hay escaños suficientes en un Parlamento para que alguien se salte las leyes» Un Gobierno alternativo «Para ganarle a Artur Mas con una mayoría alternativa hay que contar con todo el mundo» Reforma constitucional «No hay que abrir la Constitución para meternos en un follón, sino para solucionar problemas» Artículo 155 «Creo que eso no va a suceder. A partir de ahí, apelar a eso creo que es lo que le gusta a Mas, agitar el miedo en vez de la ilusión»
Sin ser el candidato de su partido, el foco nunca estuvo tan puesto en él como las tres ocasiones en que sí se presentaba. Albert Rivera vive estas elecciones catalanas de manera diferente. Será el cabeza de lista de Ciudadanos a las elecciones generales, pero el 27-S la responsabilidad de sustituirle recaerá en Inés Arrimadas, la candidata más joven que se presenta a los comicios catalanes y que no se imaginaba en política. Para Arrimadas: «El reto es movilizar al votante que no es independentista». Por eso, en los últimos meses todo el partido ha vuelto a sus orígenes y a centrar todos sus esfuerzos en unas elecciones en las que podrían convertirse en la segunda fuerza política de Cataluña y principal alternativa al independentismo.
—¿Qué debe hacer el Estado si hay una declaración unilateral de independencia?
— No tiene ninguna validez jurídica, y si alguien intenta saltarse la ley el camino es hacerla cumplir. Pero yo me pongo en la situación de que vamos a tener a la primera presidenta de la Generalitat en Inés Arrimadas. Es un error estratégico y político ir a elecciones y dar por perdida la batalla. Eso es entrar en el terreno que Artur Mas quiere, y a él lo que más le fastidia es que haya una alternativa.
—Las encuestas apuntan a la mayoría absoluta de los independentistas.
— Yo recuerdo el 2012, cuando las encuestas que se publicaban le daban a CIU mayoría absoluta. Ahora, junto a ERC, tampoco la alcanzarían. Es un fracaso absoluto. Lo que pasa es que en esa suma que pretenden quieren contar como les da la gana, porque en votos no van a ser mayoría. No hay escaños suficientes en un Parlamento para que alguien se salte las leyes.
—¿Qué consecuencias tendría aplicar el artículo 155?
— No quiero entrar en eso porque nos presentamos a las elecciones para ganar, no para darle la victoria a Artur Mas y que haya que suspender una autonomía. Creo que eso no va a suceder. A partir de ahí, apelar a eso o a ejércitos creo que es lo que le gusta a Artur Mas. Que es agitar el miedo en vez de la ilusión de una nueva Cataluña dentro de España y Europa que no tenga nada que ver ni con el 3 por ciento ni con saltarse la ley. Decir que la ley se va a cumplir no es suficiente para seducir a los votantes.
· Aspira a liderar una alternativa al secesionismo y critica los vaivenes del PSOE y el PP, pero habla de «generosidad» para alcanzar un acuerdo porque «es tanto lo que nos jugamos»
—Lo que es evidente es la fractura de la sociedad catalana.
— Yo a Artur Mas le achaco dos cosas. Primero, la corrupción de la Generalitat. Haber asumido, permitido y mirado hacia otro lado o incluso participado del famoso 3 por ciento. Había gente repartiéndose el botín y les han pillado. Tienen seis procesos judiciales en marcha y quince sedes embargadas. Y en segundo lugar, haber polarizado la sociedad catalana en dos bandos. Eso es una irresponsabilidad histórica. Después de 35 años de democracia, volver a eso a mí como catalán me duele profundamente. Lo evidente es que nos ha dividido en dos bandos. La primera labor de Inés Arrimadas será reconstruir los lazos que se han roto. Con el resto de españoles se han roto muchas cosas por culpa de los nacionalistas. Pero también entre los catalanes. No se habla de política, hay guerra de banderas o la gente mira mal a uno u otro en función de si se siente catalán o español. A mí eso no me gusta.
—Ahora surgen voces que no se habían escuchado hasta ahora.
— Creo que es bueno que quien sea haga lo posible para conseguir que haya movilización o una alternativa política. Pero algunos vienen a hacer ahora de bomberos, cuando también colaboraron con los pirómanos. No hay que olvidar que Felipe González escribe ahora una carta, pero es el mismo que amparó a los Pujol durante años o ahora haciendo el debate de si Cataluña es una nación, que parece bastante incompatible con el modelo que se supone que debería defender el PSOE. No digo que no haya buena voluntad. Pero el PSOE no está acertando, porque ha abierto un melón que no está favoreciendo ahora mismo para nada el debate que hay en Cataluña.
—PSC y Uniò abogan por caminos intermedios. ¿No es la forma de unir los dos bandos?
— Yo creo que está bien que todos intentemos aportar soluciones. Pero en este momento de la historia, en el que hay una hoja de ruta separatista planteada, frente a eso creo que hay que tener claridad y nitidez y decir «no, nosotros no queremos que Cataluña deje de ser España». Eso habría que decirlo literalmente. Y yo no escucho a veces a voces de Uniò o a voces del PSC. Porque siempre están en el complejo. Y no se puede estar siempre equidistante en la vida. Hay veces que hay que mojarse. Otra cosa es que después pueda haber disparidades, pero eso entra dentro del debate democrático. Lo que no se puede es estar en misa y repicando. Uniò convocó el 9 de noviembre. La vicepresidenta Ortega convocó formalmente lo que era un referéndum ilegal. Son los mismos que han estado hasta hace quince días con toda la corrupción de Convergència. Presentar una candidatura a última hora por una pelea es un ejemplo de esas soluciones ambiguas, la independencia a plazos, que digo yo. —Pero los dos son necesarios para generar esa mayoría alternativa.
— Vamos a ver si Unió está en el Parlamento y cuántos escaños tiene el PSC. Pero para ganarle a Artur Mas con una mayoría alternativa hay que contar con todo el mundo. Y habrá que salvar diferencias, y yo hablo de generosidad. Incluso si les ganamos en escaños, habrá que ser generosos y dialogar. Pero con una condición: que España siga siendo un país unido. Podemos hablar de competencias, de reformas constitucionales, de lo que queramos, pero no de privilegios. No vamos a contentar a los nacionalistas con privilegios porque se ha demostrado que no ha funcionado. El debate es cómo mejorar la vida pública en España y nuestras instituciones. La única línea roja es seguir siendo un país unido y que Cataluña siga en el euro.
—¿Aunque fuera el más votado de los constitucionalistas apoyaría a otro candidato que sea capaz de armar esa mayoría alternativa?
— Ni me lo he planteado. Pero como yo quiero pensar más en España que en mi partido, no voy a cerrar la puerta hoy a nada. Es tanto lo que nos jugamos que tenemos que dejar la posibilidad de que se forme un Gobierno alternativo. Yo pienso que lo más sensato es que el que sea la primera fuerza constitucionalista recabe apoyos de los demás partidos. Si mañana el PSOE o el PP fueran esa fuerza, Ciudadanos lo apoyaría.
—¿Están abiertos a formar o entrar en un Gobierno de coalición aunque eso no case con su política de pactos?
— No lo sé. Hacer la política ficción es complicado. Nosotros fuera de Cataluña y donde no ha habido un reto a la unidad de España tenemos un criterio. Que es no estar en gobiernos que no presidamos. Es verdad que Cataluña es una situación diferente porque está en juego la unidad de España. Es todo tan diferente que no es un planteamiento ordinario. Estamos abiertos a lo que haga falta, pero con la condición de que se acabe el proceso separatista. El viaje a Ítaca se ha acabado. El 28-S hay que gobernar.
Las discrepancias surgidas en los últimos días con el PSC respecto al encaje de Cataluña no solo suponen un riesgo para poder alcanzar una mayoría alternativa el 27-S, sino que alejan a la formación de un posible acuerdo con el PSOE a nivel nacional.
—¿Cómo se salvan distancias entre su modelo y hablar de la singularidad catalana?
— El PSC quiere un modelo confederal. Una especie de nación dentro de otra nación, blindando algunas competencias y con un sistema de financiación distinto. Nostros defendemos uno en el que cada uno tiene su autonomía, pero somos una nación. Y creo que eso es lo que distorsiona el PSC. El PSOE lleva tanto tiempo intentando encajar al PSC en el PSOE, que al final se ha desencajado el PSOE.
—La distancia con el PSC parece insalvable.
— No estoy de acuerdo con ellos. Pero si tengo que elegir entre Mas declarando la independencia o Inés Arrimadas apoyada en partidos que tengamos diferencias pero que defendamos una España unida, pues escojo lo segundo. Yo soy incapaz de decir en este momento hasta qué límite vamos a hablar, pero debemos dejar la puerta abierta a que se forme un Gobierno alternativo.
—¿Cómo limar tantas diferencias sobre la reforma constitucional? —Ciudadanos vuelve a tener un papel decisivo y difícil. Que es convencer al PP de que algunas cosas sí que hay que actualizarlas. Y al PSOE, de que no hay que abrir la Constitución para meternos en un follón, sino para solucionar problemas. Yo lo que quiero es saber adónde vamos. A diferencia de Pedro Sánchez, yo no voy a decir que vamos a abrir una comisión.
—No se le ve muy cerca de pactar con Pedro Sánchez.
— Entre la corrupción del PP y la singularidad y la nación del PSOE, lo reconozco, claro que cuesta. Ni Rajoy puede encabezar una nueva etapa política ni el PP actual, porque creee que todo va bien y yo creo que hay que ser más ambiciosos. Y por otro lado, el PSOE ahora mismo no sabe adónde va. No tiene en la cabeza un modelo de España.
—¿Será Rajoy un obstáculo para la investidura?
— Si a alguien no le gusta lo que ha hecho Rajoy lo que le recomiendo es que no le vote. Es raro eso de votar a Rajoy y confiar en que nosotros lo quitemos.
«El PSOE se ha desencajado por intentar encajar al PSC»
Las discrepancias surgidas en los últimos días con el PSC respecto al encaje de Cataluña no solo suponen un riesgo para poder alcanzar una mayoría alternativa el 27-S, sino que alejan a la formación de un posible acuerdo con el PSOE a nivel nacional.
—¿Cómo se salvan distancias entre su modelo y hablar de la singularidad catalana?
— El PSC quiere un modelo confederal. Una especie de nación dentro de otra nación, blindando algunas competencias y con un sistema de financiación distinto. Nostros defendemos uno en el que cada uno tiene su autonomía, pero somos una nación. Y creo que eso es lo que distorsiona el PSC. El PSOE lleva tanto tiempo intentando encajar al PSC en el PSOE, que al final se ha desencajado el PSOE. —La distancia con el PSC parece insalvable.
— No estoy de acuerdo con ellos. Pero si tengo que elegir entre Mas declarando la independencia o Inés Arrimadas apoyada en partidos que tengamos diferencias pero que defendamos una España unida, pues escojo lo segundo. Yo soy incapaz de decir en este momento hasta qué límite vamos a hablar, pero debemos dejar la puerta abierta a que se forme un Gobierno alternativo.
—¿Cómo limar tantas diferencias sobre la reforma constitucional?
—Ciudadanos vuelve a tener un papel decisivo y difícil. Que es convencer al PP de que algunas cosas sí que hay que actualizarlas. Y al PSOE, de que no hay que abrir la Constitución para meternos en un follón, sino para solucionar problemas. Yo lo que quiero es saber adónde vamos. A diferencia de Pedro Sánchez, yo no voy a decir que vamos a abrir una comisión.
—No se le ve muy cerca de pactar con Pedro Sánchez.
— Entre la corrupción del PP y la singularidad y la nación del PSOE, lo reconozco, claro que cuesta. Ni Rajoy puede encabezar una nueva etapa política ni el PP actual, porque creee que todo va bien y yo creo que hay que ser más ambiciosos. Y por otro lado, el PSOE ahora mismo no sabe adónde va. No tiene en la cabeza un modelo de España.
—¿Será Rajoy un obstáculo para la investidura?
— Si a alguien no le gusta lo que ha hecho Rajoy lo que le recomiendo es que no le vote. Es raro eso de votar a Rajoy y confiar en que nosotros lo quitemos.