- Lo que debe hacer la Unión Europea es colaborar activamente con el Gobierno kazajo en el ambicioso programa de reformas que tiene en marcha
El estallido de violencia generalizada iniciado en la República de Kazajistán el pasado 2 de enero ha ocupado titulares de los noticiarios desde esa fecha y ha dado lugar a un interés creciente por este país de Asia Central, hasta ahora bastante desconocido en España a pesar de los loables esfuerzos realizados por su Gobierno desde hace años para acercarlo a Europa. Sin embargo, como las malas noticias siempre merecen más atención de los medios que las buenas, no ha sido hasta el caos sangriento que ha conmocionado durante las últimas dos semanas la vida habitualmente pacífica de los kazajos que los españoles han fijado su atención en las vastas extensiones, ricas en petróleo, gas, oro, aluminio, uranio, cromo, molibdeno, níquel, cobalto y otros recursos naturales que, hasta su declaración de independencia en 1991, formaron parte a partir del siglo XIX del imperio de los zares y posteriormente de la extinta URSS.
Como era de esperar, han proliferado en nuestros pagos al calor de los trágicos acontecimientos allí sucedidos, los análisis conducentes a explicar sus causas y sus consecuencias, entre ellos un largo comentario de un exministro de Asuntos Exteriores que ha demostrado que para tocar de oídas es mejor callarse. Yo visité Kazajistán en dos ocasiones durante mis quince años como vicepresidente del Parlamento Europeo y he mantenido desde entonces relaciones estrechas con un pueblo cuyos progresos materiales, culturales, sociales y políticos han sido notables a lo largo de las últimas tres décadas. Baste decir que su PIB per cápita se ha multiplicado por catorce, ha atraído 370.000 millones de dólares de inversión foránea directa, ha impulsado considerables avances en educación a todos los niveles y en la clasificación “Doing Business” del Banco Mundial ocupa el puesto veinticinco. Almaty, su ciudad más poblada, es un centro financiero y comercial dinámico y vibrante y su nueva capital, Astana, es un prodigio arquitectónico y paisajístico levantado de la nada en un admirable esfuerzo de modernización, buen gusto, sobria suntuosidad y equilibrio estético. Recuerdo con agrado una conferencia que pronuncié en su universidad donde quedé sorprendido por la sólida formación y el perfecto inglés que exhibieron los centenares de estudiantes asistentes en el amplio y animado coloquio que siguió a mi intervención. Ojalá un nivel similar existiese en nuestros centros públicos de educación superior.
Esta singularidad positiva ha sido promovida y cuidadosamente trabajada en los planos institucional, social y político por el Gobierno y muy especialmente por el presidente Nazarbayev.
Otra característica a destacar de Kazajistán es la ejemplar convivencia de las distintas confesiones religiosas en un clima abierto y tolerante de total libertad de culto en el que en una misma calle se puede pasar frente a una iglesia ortodoxa, una capilla católica, una sinagoga o una mezquita, reinando entre sus distintas comunidades de creyentes un respeto y una armonía inéditos en otros muchos lugares del globo. Esta singularidad positiva ha sido promovida y cuidadosamente trabajada en los planos institucional, social y político por el Gobierno y muy especialmente por el presidente Nazarbayev.
La descripción de las graves alteraciones del orden civil que se han producido en Kazajistán con el resultado de más de un centenar de muertos, un millar largo de heridos, destrucción de edificios oficiales, ocupación de aeropuertos, ataques de extraordinaria brutalidad contra las fuerzas de seguridad y el ejército, diez mil detenidos, saqueo y vandalismo desatados y daños por valor de varios miles de millones de euros, como una protesta espontánea de la ciudadanía provocada por un alza injustificada del precio del combustible y reprimida por una supuesta autocracia, no guarda la menor relación con la realidad. Las manifestaciones por la subida del precio del gas licuado tuvieron lugar en el oeste del país y se llevaron a cabo sin violencia, el Gobierno reaccionó de inmediato anulando esta medida impopular y dimitió en pleno. Sin embargo, esta circunstancia fue aprovechada por instancias subversivas que tenían preparado en la sombra a la espera de la ocasión propicia un auténtico golpe de estado. Así lo ha apreciado el obispo de la diócesis de la Santísima Trinidad de Almaty, nuestro compatriota José Luis Mumbiela, que ha asistido horrorizado a los desmanes desde la ventana de su residencia y que los ha descrito no como una revuelta, sino como un asalto armado al poder. Aunque todavía no está claro quiénes son los últimos responsables, el jefe de la inteligencia y otros altos funcionarios han sido arrestados y pronto las correspondientes investigaciones permitirán conocer los detalles de esta tropelía.
En cualquier caso, se trata de un fenómeno interno y es reconfortante constatar cómo la estructura institucional ha resistido y cómo la rápida. mesurada y valiente reacción del presidente Tokayev y de las autoridades ha restablecido la calma y devuelto la tranquilidad a la sociedad kazaja. La petición de ayuda a los miembros de la OTSC, Rusia, Bielorrusia, Armenia, Kirguistán y Tayikistán, ha estado más que justificada, en primer lugar, porque una de las misiones de esta organización es precisamente el mantenimiento de la paz y la lucha contra el terrorismo y en segundo, porque hubo un momento en que las principales ciudades de once regiones del país estaban en llamas con las fuerzas del orden desbordadas. Sin la asistencia de los vecinos, el golpe hubiera desestabilizado toda la región sumiendo además a Kazajistán en la ruina y la guerra civil. La atribución a Rusia de la voluntad de permanecer en Kazajistán para imponer allí su hegemonía es otra fantasía sin fundamento. De hecho, la retirada del contingente de la OTSC ya ha comenzado y se culminará en breve.
Ahora lo que debe hacer la Unión Europea, que mantiene con Kazajistán un Acuerdo de Asociación y Cooperación recientemente mejorado gracias al cual el 50% del comercio exterior y el 48% de la inversión en el país centroasiático tiene su origen en la UE, es colaborar activamente con el Gobierno kazajo en el ambicioso programa de reformas económicas, sociales y legales que tiene en marcha, muy especialmente en el perfeccionamiento de la calidad de su democracia y en el campo de los derechos humanos. Si los europeos tenemos un socio leal, prometedor y relevante en Asia, es Kazajistán. No lo olvidemos y tratémoslo con los mismos afecto, consideración y respeto con los que Kazajistán nos distingue a nosotros.