Antonio Garrigues Walker-Ei Confidencial
Hay que salir de esta quietud provinciana y conformista que imponen unos líderes inseguros, sin experiencia ni interés en los problemas del mundo y temerosos de perder privilegios
¿Qué hace esta España aparentemente desorientada, confusa, inundada de incertidumbre en un mundo dominado por el populismo y los nacionalismos de todo género? La respuesta es: no hace lo que tiene que hacer. No hace lo que podría hacer.
En estos momentos, nuestro país ha llegado en el mundo occidental a la categoría de ejemplo a seguir aunque no alcance al nivel de Portugal, que se ha convertido en una referencia máxima de calidad democrática y eficacia económica. Pero ahí estamos. En un buen lugar. Manteniendo un crecimiento económico razonable, una convivencia social sana y positiva y conservando un enorme atractivo tanto para el turismo como para la atracción de capitales. No tenemos derecho al miedo al futuro ni a ese pesimismo hipócrita que ejercen sin piedad las personas y los estamentos con menor razón para hacerlo.
Tenemos que hacerles ver su incompetencia y su obligación de dejar paso libre a quienes están en condiciones de afrontar la responsabilidad
Hay que salir de esta quietud provinciana y conformista que imponen unos líderes inseguros, sin experiencia ni interés en los problemas del mundo y temerosos de perder los privilegios del poder. Tenemos que hacerles ver su incompetencia y su obligación de dejar paso libre a quienes están en condiciones de afrontar la responsabilidad que conllevan los liderazgos.
No se les paga para “estar ahí”, ni para dedicarse con exclusividad a evitar que se ponga en peligro su continuidad en el poder y aún menos para exhibir y confrontar sus egos y vanidades. Estos juegos florales políticos ponen en riesgo demasiadas cosas, paralizan tomas de decisión, provocan la pérdida de oportunidades y desmoralizan los ánimos.
¿Qué hace España? Soporta con admirable paciencia la situación y se acostumbra a vivir al margen del mundo político. No es mala solución. Pero las hay mejores. Sigamos confiando en que al final prevalecerá la razón y el menos común de los sentidos. Yo apuesto por ello.
* Antonio Garrigues Walker es abogado, presidente de honor del despacho Garrigues.