Es descorazonador ver que los dirigentes políticos se sacuden la responsabilidad y la pasan al contribuyente. Recordemos la reiterada pregunta del anterior lehendakari, en los tiempos duros del terrorismo, preguntándonos a todos «¿qué has hecho tú por la pacificación de Euskadi?», mientras él se mantenía de perfil en el alambre, sostenido por la izquierda abertzale.
No hay sensación más descorazonadora entre la ciudadanía que la de notar que los dirigentes políticos se sacuden la responsabilidad y pasan la pelota al sufrido contribuyente. Cuando sopla viento desfavorable se da este fenómeno muy a menudo. Quizá por eso, casi cuatro millones de espectadores, casi tantos como desempleados hay en nuestro país, se sentaron el lunes por la noche ante el televisor para ver al presidente. Con la esperanza de oirlo más resuelto que en el Congreso, de escuchar a un Zapatero que no nos dijera «tú la llevas» y no nos sometiera, de nuevo, al juego de los incapaces tantas veces utilizado por nuestros líderes políticos en tiempos de crisis.
Todavía se recuerda en Euskadi la reiterada pregunta del anterior lehendakari, emulando a John F. Kennedy, en los tiempos duros del terrorismo, preguntándonos a todos, vascos y vascas, «¿qué has hecho tú por la pacificación de Euskadi?», mientras él se mantenía de perfil en el alambre sostenido durante un tiempo por la izquierda abertzale, delegada de ETA en las instituciones. La publicidad de la entrevista de Zapatero defraudó a quienes esperaban un paso más en la concreción. Y de la conclusión de que esa película ya la habían visto a la sensación de que el peso de la crisis había caído sobre los sofás de los espectadores, pasó una ráfaga de segundo. ¿Qué hacemos nosotros para salir de la crisis? La próxima vez que un dirigente nos formule esa pregunta, tendremos que responder que no hace falta que vuelva a presentarse a las elecciones. Porque la ciudadanía necesita gobernantes que les resuelvan los problemas, en lugar de crearlos.
La etapa tan escasa de ideas que atravesamos es tan descarada, que el ‘spot’ de los optimistas antropológicos que han participado en el vídeo de la Fundación Confianza ha provocado justamente el efecto contrario. El promotor de la campaña del optimismo, Javier Ayuso, decía que se trataba de afrontar los malos momentos con mejor actitud para dar una mejor imagen de país. «No se trata de ser pesimista u optimista; se trata de ser positivo». Y así, con la ayuda de Garrigues Walker, Miguel Roca i Junyent, Javier Gómez Navarro y unos cinco millones de euros de presupuesto pusieron en marcha unos vídeos en los que han participado desde los hermanos Gasol hasta el cocinero Ferran Adriá.
Pero no cuaja. Que los que no tienen problemas en su cuenta corriente les digan a los parados, a través de la pantalla, que «esto lo arreglamos entre todos» ha levantado más suspicacias que buena acogida. Muchos de los llamados para participar en los vídeos han declinado colaborar por entender que «el optimismo» se alinea con la improvisación del Gobierno. «Y además, parece que tenemos que hacer nosotros lo que el Gobierno es incapaz de hacer». Un pinchazo en hueso, de momento.
En Euskadi, el consejero Ares va a poner en marcha una ‘web’ para que los ciudadanos colaboren con la Ertzaintza en la lucha contra el terrorismo. En los sectores abertzales se han echado las manos a la cabeza y protestan por lo que consideran un intento de crear «una red de chivatos». Curiosa percepción la de quienes no han necesitado ni un móvil para delatar a los ciudadanos a quienes espiaban para que luego ETA les acabara matando. Todavía hay jóvenes que creen que colaborar con la Justicia es hacer de delator. El cambio en Euskadi necesitará tiempo para asentarse.
Tonia Etxarri, EL CORREO, 10/3/2010