Eduardo Uriarte-Editores

Noto en mis amigos socialistas en estas fechas el mismo desdén hacia la legalidad que la que exhibía el lehendakari Ibarretxe cuando presentaba su plan soberanista. El desdén por la legalidad ante la ley de amnistía que prepara su líder para los sediciosos es del mismo cariz, sentando como algo natural la posibilidad de arbitrar desde el Congreso tan trascendente excepcionalidad solo porque necesita sus votos para ser presidente. Lo que. en mi opinión, amén de una ilegalidad, supone quebrar el sistema del 78.

Tal conculcación constitucional, además de acrecentar el enfrentamiento con la derecha, y los numerosos críticos de la izquierda que se han manifestado, la excusan mis amigos en el hecho de impedir que la derecha y la extrema derecha española llegue al poder. Porque es tal la maldad de la derecha y extrema derecha española, la más reaccionaria del orbe, que el fin, el que nunca lleguen al poder, que lleguemos nosotros, justifica los medios. Y, además, último recurso argumental, porque a Sánchez no le queda más remedio, rechazando de entrada el Gobierno de gran coalición, como en Alemania, porque la derecha alemana es otra cosa y, porque, lo definitivo, dicen, la gran coalición sería el final del PSOE. El patriotismo de partido anula el patriotismo, y, además, obnubila el seso, porque si los números no mienten el PSOE perdió las elecciones. Origen del actual empeño precipitado hasta la ruptura política.

No sé si mis amigos no son conscientes que desde tiempo atrás la erosión democrática que padecemos nos tenía que llevar a situaciones de evidente ruptura constitucional como la que vivimos. Que se hubieran quedado insensibles ante el acercamiento y legitimación con los sucesores de tanto asesinato, actores de la presión ambiental que les obliga a ellos y al PP a retirarse pueblo tras pueblo en las elecciones de la Euskadi ya no tan profunda, ya era duro. Asumir como normal los indultos a los que un día nos cortaron la respiración cuando declararon la independencia de Cataluña, era pasar del deterioro de la justicia. Y tendríais que estar ciegos para no observar que el líder sostenido en el pavés de la arbitrariedad dirigía la nación mediante procedimientos propios del pasado dictatorial: el decreto ley. Todos esos antecedentes os podrían haber ayudado a sospechar que la capacidad de maniobra en el decisionismo de Sánchez no tiene límite, mucho menos el legal. Por el contrario, optasteis por el culto a la personalidad.

Ahora resulta que es para impedir que la peor derecha de Europa acceda al poder es por lo que se concede la amnistía al prófugo y sus secuaces. ¿Es sólo por eso, o es porque os habéis creído el alto designio de la izquierda, su superioridad moral, que le permite, como en otros momentos del pasado, imponer su voluntad por cualquier medio? En mi opinión, y he pasado por trágicas experiencias políticas como para reconocer a los autoritarios, priorizáis los intereses del partido a la convivencia política. Volvemos a los desastres de la II República. ¿Es tan sólo por necesidad o porque el populismo revolucionario importado por Monedero e iglesias es la única ideología que os queda a mano?

Quizás la amnistía pudiera, retorciendo y mutando la Constitución, pasar el fielato de un Tribunal Constitucional proclive al pase, pero detrás de ella. como lo estuvo la reivindicación en la Cortes constituyentes presentada por Euskadiko Ezkerra en el 77, iba en su explicación, en conexión, la reclamación del derecho de autodeterminación, que también fue rechazada. Una trae detrás lo otro, como ocurrió en el debate constituyente. Y por eso Letamendia, el representante de Euskadiko Ezkerra, al no ir la amnistía junto al derecho de autodeterminación votó en su contra. Y gracias a los de izquierdas que hoy son despreciados y a la peor derecha del orbe, que votaron sí a la amnistía, muchos pudimos salir a la calle. Tras esa actuación paradójica Onaindia me dijo: “los troskos dicen que son infiltrados de la CIA los que sabotean sus iniciativa, nosotros nos apañamos solos”. (Letamendia a los pocos días se pasó a HB, que era lo suyo.)

Os importa el poder más que la convivencia. Habéis rechazado la igualdad bajo la excusa de la maldad de la derecha, os habéis aliado con los que otrora asesinaban a compañeros o jaleaban esos asesinatos, habéis ido a pedir apoyo a los que quieren escindir a los ciudadanos, pues consideráis tan malvada la derecha, la misma, o mejor que con la que nos abrazamos en el 78.

Pero yo soy el reaccionario… Y Felipe, y Alfonso y Nicolás, y Cebrián, y Paco, y Joaquín, y Ovejero, y Azua, y Rodríguez Ibarra, y Pepón, y Francesc, y Ramón, y Fernando, hasta Odón …, son unos reaccionarios. Se les tenía que expulsar como a Nicolás. ¡Con lo bien que escribías y los buenos análisis que hacías! Esas compañías con las que andas…Ay, ayayay. ¿Por qué no miráis las vuestras?

Estáis reescribiendo “Vida y Destino” sin daros cuenta.