IGNACIO MARCO-GARDOQUI-El Correo
Lo cierto es que la pandemia, y sobre todo su desesperante duración, ha resquebrajado nuestra estructura económica. Unas grietas que van a permanecer mucho tiempo abiertas. Ayer le tocó al FMI evaluar el déficit público. Según sus cálculos, España saldrá (¿?) de esta como el tercer país desarrollado con mayor desajuste en sus cuentas públicas, solo superado por Bélgica y los EE UU. Cerramos 2020 con un pavoroso 11,4%. De ahí se irá reduciendo hasta alcanzar un 4,3% en 2024, una cifra que se mantendrá en el tiempo salvo ajustes fuertes en el gasto o subidas importantes en los impuestos.
Porque, desgraciadamente, no vamos a poder confiar en el crecimiento, una vez que ya nadie cree posible alcanzar el 9,3% que sirvió de base para elaborar los Presupuestos; y la máxima esperanza es el 6,4% que pronostica el mismo FMI, siempre y cuando acierte esta vez el doctor Simón y la cuarta ola que aparece en el horizontes sea una simple ‘olita’. ¡Vaya panorama! Por eso no mira hacia atrás, para no ver la estela que dejamos.