Victoria Prego, EL MUNDO, 27/9/12
Tal día como ante ayer solicitan al Gobierno miles de millones con carácter de urgencia. Y tal día como ayer votan en contra de la modificación de la ley que hará posible que el Gobierno les dé los miles demillones que han solicitado la víspera. La explicación es fácil: como el PP tiene mayoría absoluta en el Congreso y también en el Senado, saben que la ley se modificará y el dinero llegará a sus manos sin haber mancillado su ofendida dignidad identitaria. Éste ha sido el juego eterno que, sin embargo, ya no debe continuar. El desafío de Artur Mas a la legalidad es claro, rotundo y de enormes proporciones. Pero el silencio gubernamental ante este desafío está resultando demasiado extraño. Una de tres: o el Gobierno está compuesto por una cuerda de ciegos, obtusos e incompetentes, incapaces de calibrar la gravedad de lo que se está preparando en una parte de España; o lo calibra perfectamente y lo que está haciendo es mantener la cabeza fría, la boca cerrada y los brazos colgando hasta que llegue elmomento preciso de actuar; o dispone de datos e informaciones que le permiten tener la seguridad de que, justo antes de llegar al despeñadero, está ya abierto un camino por el que se puede escapar del desastre. Es obligado que averigüemos cuanto antes cuál de estas opciones es la verdadera y actuemos después en consecuencia. De momento, y con lo que hay, ya constatamos que la iniciativa ilegal del presidente de la Generalitat se ha tomado deliberadamente en el momento de mayor fragilidad de España ante el mundo. Justamente cuando el país se debate en una crisis económica y de confianza internacional y lucha por salir de ella, el señor Mas asesta a su estabilidad política un golpe brutal que está haciendo tambalearse a España ante la mirada estupefacta de nuestros socios. Esto debe constar para la Historia. Por lo demás, el presidente debe poner inmediatamentem en marcha al Servicio Exterior del Estado para impedir que el nacionalismo catalán consiga vender como buena ante las instancias internacionales, especialmente europeas, la mercancía averiada que lleva en el maletín, que es lo que se propone hacer. Ya tiene un organismo, con jefe y todo, para colocar el género. Esto debe atajarse enseguida. Lo segundo, fijarse muy bien, como si fuera Iker Casillas, en cómo se va desarrollando la jugada y reaccionar a tiempo porque lo que de ninguna manera tolerarán los españoles es que los secesionistas le metan semejante gol sin haberse lanzado siquiera a parar el balón. Y lo tercero, no debería Mariano Rajoy permitir en ningún caso que suceda ninguna de estas dos cosas. Una, que el gobierno independentista de la Generalitat llegue a hacer efectiva la ilegalidad anunciada. Y dos, que el destinatario de esa convocatoria no sea el único sujeto en el que reside la soberanía nacional, que es el pueblo español en su conjunto. Dado que la disuasión coactiva de la fuerza está hoy fuera de lugar, el presidente no debe descartar la idea de ser él quien se adelantea consultar a los españoles. Eso sí que es legal, y es además lo único representativo. Las respuestas que surgieran de esa consulta realmente democrática darían seguro para interesantísimos análisis. Pero antes tendríamos que conocer bien el caso de Canadá para establecer las lindes del sendero.
Victoria Prego, EL MUNDO, 27/9/12