ARCADI ESPADA-EL MUNDO

AL(F)ONSO, el líder de los populares vascos, cometió un error al llamar argentina a Cayetana Álvarez de Toledo. Como le recuerdan al líder, incluso en este periódico, ella nació en Madrid y no ha lugar a menospreciarla llamándola argentina. No es la primera vez. El 1 de octubre de 2017, en Sant Julià de Ramis, poco después de que la Guardia Civil interrumpiera la votación ilegal del referéndum catalunyés, otro patriota se cruzó con la hoy portavoz y entonces periodista y le diagnosticó que su caso era realmente grave: «Eres argentina, y todo argentino es hijo de una puta y un español». Es desmoralizante que ahora vaya Alonso y cometa el mismo error. Solo el primero que dijo «dientes como perlas» fue un genio. Distintos ingenios, como el de llamar ricacha y hasta mullida a la portavoz, tal cual se lo espetó el mismo día otro nacionalista popular vasco, lo que quieran; pero no la llamen argentina, que eso es grave y la portavoz por suerte no lo es. No negaré que hable el argentino; pero eso es solo don de lenguas y no mella de origen.

Si Al(f)onso necesita llamar argentino a alguien, por pasión, pulsión o vicio irrefrenable, mira que tiene dónde, y en el mismo oficio. Pablo Echenique, nacido en Rosario; Gerardo Pisarello, nacido en Tucumán, aún peor. Con la sarta inagotable de majaderías que estos dos tipos llevan pronunciando desde que les dejamos poner un pie en la Madre Patria, ¿a qué derrochar el calificativo de argentino para alguien que no lo es? Dígales, Al(f)onso, argentinos sin más a esos dos hombres, que ellos sí lo merecen y aparte no yerrará el tiro. Contrariamente a lo que pueda parecer a los bien hablados, el arte del insulto requiere una gran precisión fáctica. Yo he aprendido mucho, y aún lo hago muchas tardes que amenazan ruina, con el práctico Diccionario de insultos. Extraídos y trasvasados de las obras de Francisco de Quevedo, obra de José Antonio Martínez Climent y Ricardo Mª González-Haba. Mire, en este sentido, Al(f)onso, por azaroso ejemplo, lo que dicen los autores del quevedesco Hacedor de mesa franca a los grajos: «Quien con sus acciones deshace y descoyunta un cuerpo social, preparando mesa a los grajos de todo tipo».

Para entender hasta el analógico fondo adónde ha llegado Al(f)onso en su error basta imaginarse el atropello de que yo llamara vasco a cualquiera que no tuviera el don.