Se da por descontado que, con la tensión máxima con la que ha empezado la campaña -con Batasuna ilegalizada y muchas de las listas de sus simpatizantes anuladas, además de la insostenible situación que están viviendo, desde hace demasiado tiempo, los candidatos amenazados del PP y PSE – en esta cita está en juego el futuro de la libertad en Euskadi.
Precisamente por eso, todos los políticos saben que todavía queda mucho por hacer y que adquiere capital importancia el tipo de mensajes y gestos que lancen en esta contienda. No por casualidad, el PP y PSE decidieron arrancar su carrera en Vitoria. En un territorio como el alavés, cuya Diputación está gobernada por el PP, al igual que el Ayuntamiento, pero que en las últimas elecciones forales el PNV le pisó los talones con una diferencia de 440 votos, cualquier error de los candidatos puede hacer decantar la balanza de la mayoría. Los socialistas, presionados en Madrid por el PP de Arenas, y aquí por el PNV de Ibarretxe, no piensan hablar de pactos postelectorales. Pero, a día de hoy, cuando se les pregunta si van a respetar la lista más votada, sostienen, y en eso les apoya Zapatero con encendido entusiasmo, que no contribuirán a aupar a los alcaldes que tengan, como prioridad, la defensa del plan Ibarretxe.Y si, además, López aboga por la liberación de «la tutela opresiva del nacionalismo gobernante» Verde y con asas.
Otra cosa será cuando Felipe González se dé una vueltecita por la margen izquierda del Nervión, ya que el veterano dirigente suele especializarse en contradecir los mensajes de sus compañeros candidatos para dejar, sobre todo, una puerta abierta a los pactos con el PNV. Todavía se acuerda Redondo de la última campaña. Es en Bilbao, precisamente, donde el retintín del apoyo a la lista más votada se oirá a menudo ya que el actual alcalde del PNV, Azkuna, espera que buena parte de los 16.000 votos del grupo desaparecido de Gorordo le dé un buen trozo del pastel. De ahí que el popular Basagoiti, arropadísimo por ilustres intelectuales víctimas del acoso terrorista y por el propio Aznar, así como el socialista Sañudo estén haciendo sus sumas correspondientes. La candidata del PP a la Alcaldía donostiarra, María San Gil, sabe que no lo va a tener fácil para hacerse un hueco mediático entre el nacionalista Sudupe y el socialista Elorza, pero repasa los datos de la última contienda municipal y recuerda que son 2.500 votos los que le separan de la coalición PNV-EA; una distancia que, si se acorta, puede ser decisiva para futuras alianzas postelectorales. A esta candidata, tan identificada con las víctimas, le están saliendo rivales electorales en clave humanitaria. Ya se han producido algunos gestos inesperados de sus competidores en los que, de momento, no piensa entrar para que no le llamen malpensada. Tampoco pensaban mal los allegados a Bandrés a quien le conceden el premio Manuel de Irujo en plena campaña electoral. El entorno del ilustre abogado y fundador de EE hubiera preferido que el acto se hubiera celebrado en otro momento.
El contador se ha puesto en marcha y el PNV empieza a tener pesadillas con los votos nulos de los simpatizantes de Otegi. Dice Arzalluz que las papeletas nulas favorecen al PP y PSE. A ver si, con un poco de suerte, los votos nulos se convierten en voto útil.
Tonia Etxarri, EL DIARIO VASCO, 10/5/2003