Ignacio Marco-Gardoqui-EL CORREO

Las dificultades para cuadrar los números de la Seguridad Social son bien conocidas y vienen de muy lejos. Atenazados entre un empleo insuficiente, con unos salarios muy mediocres en las capas de población más jóvenes y unos compromisos elevados en las generaciones que se jubilan y que cuentan con esperanzas de vida longevas, las cuentas sufren y requieren el apoyo constante de los presupuestos generales. Ninguno de los partidos que han gobernado en las últimas décadas se ha atrevido a plantear soluciones realmente eficaces y duraderas, debido a que son también difíciles de soportar por una población muy consciente de sus derechos y muy resistente a asumir cualquier esfuerzo añadido.

El problema de apoyarse demasiado en los presupuestos es que se ponen en peligro otras necesidades sociales que también exigen financiación. Un ejemplo. J. A. Herce, la persona que mejor conoce el tema en España recuerda en un reciente artículo el caso danés, donde el sistema de pensiones recae en exclusiva sobre los presupuestos. Eso lo aceptaría todo el mundo, no así su corolario: La tasa de reposición, es decir el porcentaje que supone la primera pensión sobre el último sueldo es del 25%. La nuestra es superior al 80%. Y allí el IVA es muy alto, lo que favorece la competitividad exterior de sus productos. Subir el IVA y bajar la tasa de reposición son dos medidas eficaces, que a nadie que se presente a unas elecciones se le ocurriría proponer.

Por eso el Gobierno recurre constantemente al parcheo parcial y casi indoloro. No cura, pero tampoco hiere, o mejor dicho, solo hiere a los sueldos altos que son los concernidos y que, por definición, no necesitan atención ni cuidados por parte de un gobierno tan progresista. Se trata ahora de subir las cotizaciones de sus sueldos. Un aumento que se añade a la subida progresiva del 33% en las bases máximas a lo largo de tres décadas que está en preparación y al 0,6% extraordinario en los tipos de cotización que ya están en vigor.

¿Arreglarán estas medidas la deuda del sistema que supera ya los 100.000 millones de euros? Ni lo sueñe. Pero nos entretenemos mucho y como en este país se desconfía de los dirigentes políticos y no se valora la aportación de los dirigentes económicos, pues no hay problema. No se salvan las cuentas, no están previstas para eso, pero se sí se salvan las caras de los gobernantes. Al menos durante el corto periodo de tiempo que falta hasta las elecciones. Es decir, otra patada a seguir. A este paso nos vamos a lesionar los abductores…