JUAN CARLOS GIRAUTA-EL DEBATE
  • Quizá tu decisión de buscar, recopilar y editar los insultos que te dedican obedezca a alguna forma de masoquismo que ni siquiera consigo imaginar, aunque yo creo que básicamente tienes la mandíbula de cristal

No te lo tomes así, todos hemos recibido coces. Coleccionar agravios te va a agriar el carácter, y eso sería una lástima en alguien de tu afabilidad y conocida bonhomía. Si se trata de un interés genuino de cariz lexográfico, ahí ya lo veo mejor, y te recomiendo encarecidamente la posesión y ocasional lectura de ‘El gran libro de los insultos’ de Pancracio Celdrán, del ‘Diccionario de insultos: Extraidos y trasvasados de las obras de D, Francisco de Quevedo’ de Martínez y González-Haba, del ‘Diccionario de la injuria’ de Bufano y Perednik, y del delicioso ‘Diccionario de injurias de los siglos XVI y XVII’ de Tabernero y Usunáriz. Más allá de las obras de referencia, acudir a las fuentes primarias te resultará de utilidad. Quevedo por supuesto, pero también Horacio, que tiene cosas tremendas e injustas sobre las trabajadoras sexuales. Hay un poema que la izquierda a la que perteneces se empeña en ocultar; es obra del sobrevalorado Pablo Neruda y se lo dedicó a su detestado compatriota, y mejor poeta, Vicente Huidobro. Así reza un fragmento que te he seleccionado: «Cabrones, / Hijos de puta, / Hoy ni mañana / Ni jamás acabaréis conmigo. / Tengo llenos de pétalos los testículos». Empieza como si fuera el gañán medio de las redes sociales, pero enseguida se viene arriba con lo de los pétalos en el lugar más inesperado. Una cosa es que lo hayan sobrevalorado por su comunismo y otra que el pájaro no fuera un gran poeta, ojo.

Quizá tu decisión de buscar, recopilar y editar los insultos que te dedican obedezca a alguna forma de masoquismo que ni siquiera consigo imaginar, aunque yo creo que básicamente tienes la mandíbula de cristal. Por cierto, eso precisamente dijo Felipe González de Josep Borrell después de que éste quedara en ridículo ante Aznar en un enfrentamiento parlamentario donde el leridano se las prometía muy felices. El tiempo ha puesto a Aznar con Israel, a Borrell con Hamás y a Felipe González en algún punto intermedio entre el bien y el mal: en el centro.
Si tienes la mandíbula de cristal, no te delates. He sido político y volveré a serlo, y me han insultado más que a ti porque yo me enfrentaba a unos secesionistas salvajes y desatados; tú a la socialdemocracia liberal del PP y al liberalconservadurismo de Vox. Con todo el resto del espectro político, de Bilu a los golpistas, os lleváis de maravilla los socialistas de ahora, tan distintos a lo que fuisteis. Con decirte que al primer ejecutivo de González se le llamó «el Gobierno de los catadráticos», y recordarte que ahora tenéis a un líder con un título de doctor que vale lo que una etiqueta de Anis del Mono… No te enojes, no muestres las debilidades, no comuniques al mundo tu vulnerabilidad, el zarpazo que sientes con los insultos que te lanzan. El columnista bueno tiene aristas; entiende que en España este género siempre ha sido faltón. Guárdate de tus rivales, pero sobre todo de ti.