Pensaba todo el mundo que andaba por la Mareta y aparece en Marrakech. El presidente del Gobierno había pasado toda la semana en Madrid, contestando cartas de fans como Feijóo, grabando vídeos electorales y organizando pactos y referéndums con Puigdemont y otros amigos de España, como diría Emejota Montero. Estaba trabajando y no tomando cañas, pese a lo que pensaban algunos criticonesde su partido, que le tienen por un personaje de costumbres algo disipadas.
Y este martes, ya de anochecida, nos enteramos por la prensa marroquí de que Sánchez se encuentra en Marrakech. Lo normal. Todo lo que sucede entre este presidente y el vecino del sur nos enteramos siempre por la prensa de allá. Así fue con el volantazo del Sáhara. Y con el plantón de Mohamed a la comitiva española del pasado febrero, casi una docena de ministros en la alegre excursión que se quedaron con las ganas.
Y ahora, el reposo estival de su persona. La agencia Efe, por salvar la honrilla algo deteriorada, se hizo eco de los gacetilleros marroquíes y confirmó la novedad, haciendo especial hincapié en que Sánchez y su familia se habían desplazado a Marruecos en visita privada, pagando de su bolsillo y en vuelo regular, lo que implica que no se hizo uso del Falcon. Excusatio non petita… ¿Tiene acaso cargo de conciencia el caudillo del progreso por el uso abusivo del avión oficial? ¿Está cambiando el ambiente en la Moncloa post 23-J? ¿Es posible encontrar un fontanero un domingo de agosto en Madrid?
Un asunto tenebroso (por usar su jerga de campaña) que ha animado enormes teorías, más bien sicalípticas, sobre los secretos inconfesables que ocultaba el teléfono presidencial
¿Y por qué ha elegido Marruecos? Quizás un homenaje a Casablanca en el 70 aniversario del filme. No parece, porque fue el año pasado. Entonces, un recuerdo a Ingrid Bergman en el cuarenta aniversario de su fallecimiento. Pues tampoco, porque fue en agosto también de 2022. Entonces. ¿A qué ha ido Sánchez a Marrakech además de a degustar cuscús y pasear con Begoña y sus criaturas por el zoco local?
Hace un año, todos los grupos del Congreso, incluidos los integrantes de la pandilla basura que apoyan el sanchismo, dedicaron una larguísima sesión parlamentaria en inquirirle al protagonista la razón del cambio radical en la posición española sobre la antigua provincia española. Nada reveló el aludido, ni sobre Pegasus, ni sobre el espionaje a su móvil y el otros ministros, ni las insinuaciones de intereses non sanctos de su esposa, ni presiones de otras cancillerías… Todo aquello sigue siendo un misterio envuelto en una burla. Un asunto ‘tenebroso’ (por usar su jerga de campaña quizás inspirada en Balzac) que ha animado enormes teorías, más bien sicalípticas, sobre los secretos inconfesables que ocultaba el teléfono presidencial. Fotografías comprometedoras, documentos incalificables, y hasta el borrador de aquella tesis doctoral que nunca escribió.
se calza una absurda gorrilla, se colca sus gafitas de sol de Top Gun difunde un vídeo con la familia en manifiesta ostentación de que las vacaciones de un presidente no son en absoluto un asunto privado
Y, de repente, se planta en Marrakech disfrazado de turistón, se calza una absurda gorrilla, se colca sus gafitas de sol de Top Gun y difunde un vídeo de paseo con la familia en manifiesta ostentación de que las vacaciones de un presidente no son en absoluto un asunto privado. Nunca un jefe del Ejecutivo español veraneó fuera del territorio nacional. Para eso están La Mareta y Doñana. Todo es diferente en Sánchez. Le agrada ese papel de héroe prometeico que pone el pie donde nadie osó hacerlo. Le declaró la guerra al aparato de su partido y la ganó. Arrojó de La Moncloa a su inquilino durmiente luego de una moción de censura. Incluyó en su Gabinete a un partido que se reclama comunista. Liberó del peso de la Justicia a una puñado de golpistas. Se abrazó políticamente a los concubinos de ETA. Y ahora, un reposo estival a la vera del rey Mohamed, prodigio de libertades, antorcha de la libertad feminista, que pasa estos días en Tetuán. Quizás le llama ‘mi primo’, como don Juan Carlos llamaba ‘mi hermano’ a Hassan.
El narciso socialista ha emergido muy engrupido de estas elecciones, que por cierto ha perdido. Lo de aterrizar en Marruecos sin previo aviso, sin haber aclarado extremo alguno de los enormes enigmas que envuelven aún nuestras relaciones bilaterales, sin haber concedido ni una explicación en la sede de la soberanía y bla, bla, bla.. es un desplante de chulángano agresivo, un gesto de autoafirmación, un tic jactancioso y retador. Es más, lo hace con ostentación manifiesta de un apoyo expreso a un régimen dictatorial que manipula los flujos de inmigración ilegal hacia la península según sus intereses particulares o que recuerda con insistencia sus reclamos sobre Ceuta y Melilla para exhibir su capacidad de chantaje en asunto tan delicado.
Alguien calificó de ‘autócrata’, quizás Abascal, al antiguo Sánchez, por usar las divisiones temporales que hacía Carmen Calvo del personaje. Ahora, en cuanto resulte de nuevo investido, habría que recurrir a nuevos adjetivos para calificarlo. Quizás por el Orinoco se encuentren algunos.