El Correo-ANÁLISIS TONIA ETXARRI
Las veleidades del presidente Pedro Sánchez facilitan el discurso del Partido Popular
En plena resaca de la polémica cumbre entre Pedro Sánchez y Quim Torra en Barcelona con algunos de sus respectivos ministros y consellers, la aparición de Pablo Casado en Vitoria se presentaba como la crónica de una enmienda anunciada. Y así fue. El presidente del PP aprovechó su discurso plagado de reproches hacia Pedro Sánchez por su sometimiento a las condiciones que van poniendo en su camino los secesionistas catalanes. Una forma de resaltar la situación de rehén que está viviendo este presidente del Gobierno con tal de permanecer el mayor tiempo posible en La Moncloa. Quienes quisieron dar un golpe a la Constitución son los que ahora sostendrán, entre otros, los Presupuestos en el Congreso de los Diputados. Una situación endiablada para Sánchez, cuyo partido está atravesando una crisis de inseguridad electoral después de haber comprobado que las torpezas gubernamentales en Cataluña les acaba de pasar factura en los comicios de Andalucía.
Lo tenía fácil, ayer, el líder de la oposición. Después de los gestos malabares de Moncloa para hacer desaparecer la referencia a la Constitución en el comunicado conjunto con la Generalitat, no le hizo falta abusar de su recurrente reclamación de la aplicación del artículo 155. Muchos de los dirigentes socialistas que no pertenecen a los ‘pata negra’ del ‘sanchismo’ no saben qué responder cuando se les pregunta: ¿Quién manda aquí? ¿El Gobierno de España o la Generalitat? Y confían, en el fondo, en que una torpeza del PP les compense ese poso amargo que les dejó la reunión de Barcelona.
Quizás por eso Pablo Casado prefirió no abusar de su mención al artículo 155. Optó por presentarse en Vitoria como la única alternativa constitucionalista al pacto parlamentario entre el PNV y EH Bildu sobre la reforma del nuevo Estatuto. Para centrarse en reclamar que no se financie con dinero público a partidos que quieren romper España y la ilegalización de grupos que promueven la violencia. Con una necesidad apremiante de retener a sus votantes y atraer a nuevos seguidores. «Aquellos que se han ido a otros partidos, que no se equivoquen. No van a encontrar al PP fuera del PP». Aviso a navegantes. A quienes estén tentados de votar a Ciudadanos o a Vox.
Las veleidades de Pedro Sánchez facilitan el discurso del PP. Pero esa oportunidad no se traduce en los sondeos de intención de voto en el País Vasco. El Euskobarómetro acaba de situar al PNV revalidando su posición de partido más votado y subiendo. Y a su socio socialista recuperando el tercer puesto. El PP, menguando. Tan solo en Álava tiene alguna posibilidad de mantener cierta cota de poder si Ciudadanos no le arrebata un escaño. En Euskadi, donde el partido que ha gobernado durante tantos años no presenta ni una mácula de desgaste ni siquiera con el juicio del ‘caso De Miguel’ (el mayor escándalo de corrupción que supuestamente salpicó al PNV), el discurso del PP va perdiendo apoyo. Según las encuestas. Los populares, con parte de su dirección renovada, tienen mérito al mantener la guardia alta en su denuncia de los homenajes a los presos de ETA excarcelados. Su persistencia, de hecho, encuentra eco en la mayoría de la población que rechaza las pintadas y los homenajes a los etarras. Pero su perspectiva electoral no es esperanzadora. Por mucho que Pablo Casado base su línea de actuación en aprovecharse de la inconsistencia de Pedro Sánchez, Alfonso Alonso deberá encontrar su hueco como alternativa constitucionalista al PNV y Bildu.
Podrá reprochar que Sánchez esté siendo utilizado por los secesionistas catalanes. Que son insaciables. Y dejarlo en evidencia después del comunicado conjunto entre La Moncloa y la Generalitat por haber admitido el ‘cambiazo’ de la referencia a la Constitución por la de ‘seguridad jurídica’. O decir que el acercamiento de los presos de ETA a cárceles próximas al País Vasco le parece otra concesión al PNV. Fijar la idea de que Sánchez es un chollo para los nacionalistas funcionó en las elecciones andaluzas. Insistir en que La Moncloa está condicionada por la Generalitat (¿quién manda aquí?) puede ser un resorte para movilizar el voto en unas elecciones generales. Pero, en Euskadi, Alfonso Alonso sigue teniendo el reto de frenar la fuga de sus electores. El PP vasco mostrará su imagen más cercana a través de un vídeo preelectoral. A la vuelta de vacaciones. El pulso se está librando en las redes sociales.