El gerente de la oficina de colocación de amigotes llamada generalidad catalana ha anunciado que piensa hacer un referéndum y preguntarle al personal que vive en Cataluña si quiere que ésta sea un estado independiente. De España, se entiende, porque del planeta Tierra supondría un exceso. El chiquillo da por hecho que todo sería legal, constitucional y dialectal. Se comprende que en esta competición de quién hace pipí más lejos que se llevan entre manos, con perdón, los de Puigdemont y los de Junqueras la propuesta de estos últimos fuese un brindis al sol, máxime si tenemos en cuenta que estamos a las puertas de unas autonómicas catalanas.
Lo grave es que lo dicen en serio, porque esta es la burra que le han vendido a Sánchez y que éste, nos dicen, no ha dudado ni un segundo en aceptar. No le debe parecer mal al monclovita lo de la venta, acostumbrado como está el tío a vender España, su Constitución y el ordenamiento jurídico según le vaya conviniendo. Luego ya se vería qué pasa, porque miren lo acaecido con la amnistía. Tú puedes votar la derogación de, no sé, la ley de gravitación universal, aprobarla con tu panda de la quinta galería en el Congreso, imprimirla en el BOE y llenar titulares y más titulares. Pero si te tiras de un quinto piso te vas a pegar un morrazo de aúpa con o sin ley. Dicho de otra forma, de la aprobación en Cortes a que Cocomocho pueda volver a pavonearse por territorio español puede pasar un rato. O incluso no pasar, que andan en Europa mosqueados con el asunto secesionista por temor al contagio y aquí todavía tenemos jueces que no le deben nada a Sánchez.
Pues lo mismo con el referéndum. Pese a los documentos de Aragonés, que dice ser muchos y fundados, asegurando que darse las de Villadiego es legal, uno no se lo cree. Va en contra de la esencia misma de la Constitución, que habla de la indisoluble unidad de España; deberían votar todos los españoles al ser sujeto político; y ya que estamos, para evitar tales despropósitos, se especifican una serie de mecanismos, verbigracia el papel de las FFAA y la Corona. Pero como me los conozco, dudo mucho que quieran afrontar siquiera el papeleo que supondría tamaña barbaridad. ¿Ustedes ven muy trabajaos a los políticos en general y a los separatas en particular? Antes de mover un pie le piden permiso al otro y no los veo con ganas de hacer suya la tarea de 2 arrancar una parte de esa nación común que llamamos España. Mejor les iría centrándose en otro tipo de consultas, verbigracia “¿Y si enviamos a hacer puñetas a los lazis?”. Digo lazis y no catalanes, que hay mucho escopetero de a bulto que se despacha con un “los catalanes” haciendo exactamente lo mismo que los separatistas, a saber, convertirnos a todos los que vivimos aquí en la misma cosa. También podríamos preguntar “¿Estarían de acuerdo con independizarse de la Unión Europea?”. Igual muchos se llevarían una sorpresa.
Los referéndums se van a poner de moda. ¡Si Franco levantase la cabeza, con lo que le gustaban! Por mi parte, pienso exigir que se celebren varios: “La tortilla de patatas ¿con o sin cebolla?” -este le gustará a mi admirado Monsieur de Sans-Foy- o este otro “¿Se puede uno independizar de los cuñados?”. Aunque la consulta que anhelamos todos sea “¿Hasta cuándo tendremos que soportar la mediocridad en la clase política?”. Noten que he dicho mediocridad, porque incluso para la maldad se requiere cierta cantidad de inteligencia. Estos son malos a fuer de tontos, ignaros, egoístas, por tener la calle en obras o por impresionar a una extranjera. Por listos, seguro que no. Total, que son un coñazo.