Raíces históricas del pluralismo vasco

Transcripción de la conferencia que Juan Pablo Fusi, catedrático de Historia Contemporánea en la Universidad Complutense de Madrid, ofreció en Bilbao el 5 de abril de 2006, dentro del ciclo ‘consensos básicos en la vida pública española y vasca’, organizado por la Fundación para la Libertad.

Presentación de Nicolás Redondo
Buenas tardes a todos. Desde la Fundación para la Libertad seguimos en nuestro camino, seguimos trabajando en la misma dirección que establecimos hace ya unos meses. Consideramos que era imprescindible reflexionar, debatir sobre lo que son los consensos nacionales en España. En aquel momento consideramos que eran cuatro, sobre los que tenían que ponerse de acuerdo, fundamentalmente, el partido que gobernaba, fuera quien fuere, en este caso el Partido Socialista Obrero Español, y el que podía gobernar, el Partido Popular. Esos cuatro consensos eran los que hacían referencia, en primer lugar, a la política internacional: creemos que un país serio que quiere tener protagonismo tiene que tener consensuada, pactada, la política exterior. En segundo lugar, la política antiterrorista: era imprescindible en aquel momento –todavía no había anunciado el alto el fuego ETA– entre el PSOE y el PP un acuerdo que, si era importante en aquel momento, con anterioridad al alto el fuego de ETA, hoy se convierte en vital si queremos ganar la batalla de la paz y la libertad en el País Vasco; el acuerdo entre PSOE y PP es imprescindible. Ese acuerdo se puede extender luego a otras fuerzas, no creo que nadie se pueda negar a ello, pero el acuerdo original, el más importante, el trascendente, es el acuerdo entre los dos grandes partidos nacionales, el que tiene la responsabilidad de gobierno y el que puede gobernar, para trasladar a la banda terrorista que cualquier política, cualquier medida que se adopte, será una medida que se adopte con trascendencia, no que dure sólo lo que está un partido en el gobierno.
El otro consenso necesario era el de la educación. Se ha hecho un debate, yo no sé si superficial, pero se está haciendo un debate en España sobre la necesidad de pactar las líneas maestras de la educación, y en ese sentido ahondamos desde la Fundación para la Libertad.
Y, como no, era imprescindible antes, y sigue siendo imprescindible, un acuerdo sobre la política territorial del país y sobre el papel que juegan las diversas y distintas comunidades autónomas. Era importante cuando lo dijimos porque todavía no se había aprobado en el Congreso el Estatuto de Cataluña, pero es mucho más importante hoy. Yo no sé si será posible ese consenso, pero como no lo ha sido en el Congreso de los Diputados y el Estatuto de Cataluña ha sido aprobado por el 54% de la Cámara, si no recuerdo mal, estaremos en una situación muy difícil y muy complicada. A nadie se le oculta que aparte del contenido del Estatuto, la falta de acuerdo entre el Partido Socialista y el Partido Popular en este tema es también vital. Vemos ahora cómo algunas comunidades reivindican para ellas lo que ha conseguido la Comunidad Autónoma de Cataluña, y algunos que habían votado no sé si con fervor, con pasión, o con un cierto miedo, que si en vez de mirar a nuestra propia historia, miran a la Unión Soviética, pero en nuestra propia historia tenemos ejemplos parecidos y nosotros nos parecemos más a nosotros mismos que a la ex-Yugoeslavia o que a la Unión Soviética. Personas a las que yo quiero y tengo toda la consideración, pero en este caso se han equivocado dramáticamente para este país.
Bueno, esos eran los consensos que nosotros proponíamos, y hemos invitado a dar conferencias a personas de relieve especialísimo: hemos tenido a Andrés de Blas, a Juanjo Solozabal, a Sosag Wagner, a Celestino del Arenal…, aparte de los que han venido a hacer sus conferencias de carácter más coyuntural, como Joaquín Leguina o Mariano Rajoy, o periodistas como Calleja. Lo más importante para este curso, además de esa actividad, que ven ustedes que es frenética para una Fundación, es justamente lo primero: los amigos que vienen para hablar con nosotros de los consensos necesarios en este país.
Y como comprenderán ustedes, es para nosotros extraordinariamente importante contar hoy con Fusi. Ahora, cuando veníamos hacia aquí, comentaba con un amigo nuestro que cada vez que leemos un artículo de él, o una entrevista, terminamos diciendo “piensa como nosotros”, bueno, lo que necesitamos nosotros, aunque en realidad muchos de nosotros hemos aprendido de él y hemos aprendido de una forma muy importante. Amigas y amigos, con él os dejo. Muchas gracias.

Juan Pablo Fusi
Muchas gracias, Nicolás. Buenas tardes, buenas noches a todos, me siento comodísimo y muy agradecido a la Fundación para la Libertad por haberme invitado a hablar en este ciclo de conferencias, los nombres que ha dicho Nicolás, con algunos tengo amistad fraternal y amistad surgida por esa preocupación común que es la misma que comparten todos ustedes sobre el País Vasco, sobre la democracia en el País Vasco. Yo soy historiador, hablaré de cosas históricas; si luego hay coloquio no tendré inconveniente en pronunciarme sobre cosas de actualidad, pero sí les advierto por si quieren en este momento salir huyendo de la sala, que me voy a remontar hacia atrás. Creo sinceramente que en el caso vasco la historia está plenamente involucrada en todo el debate público, y que de ciertas interpretaciones históricas se derivan consecuencias políticas muy evidentes, y que, por tanto, no es un ejercicio de mera erudición el hacer historia en el País vasco.
Voy a hablar de las raíces históricas del pluralismo vasco, pero empiezo desde la actualidad, yendo de delante hacia atrás. Si hablo de las raíces históricas del pluralismo vasco es porque sigo creyendo en la sociedad vasca, la sociedad plural, y que el pluralismo, no la etnicidad, es lo que define al País Vasco y lo define ahora y lo define entonces. Les anticipo que yo con una de las ideas con la que he estado especulando en esas entrevistas, en esos artículos que tan amablemente se refería Nicolás Redondo, es que nacionalismo vasco, y no nacionalismo vasco, nacen del mismo contexto histórico-social, son respuestas distintas pero genuinamente vascas a nuestra reflexión sobre el País Vasco. Y que el problema vasco, eso que llamamos problema vasco, no es sólo un problema, ni preferentemente, un problema de confrontación entre el País Vasco y Madrid, sino también un conflicto interno en la propia sociedad vasca. De manera que yo entiendo que no habrá acuerdo definitivo o lo que fuere, en esta sociedad, si no se logra algún tipo de equilibrio, el que sea, entre nacionalismo y no nacionalismo en el País Vasco.
Eso sería la conclusión, el principio, porque de lo que voy a hablar es de qué argumentos tiene uno para pensar que hay pluralismo vasco, por el que ya les advierto que no entiendo, ni hemos entendido nunca los historiadores, polítogos, sociólogos, que hablamos del pluralismo vasco, no nos referimos al hecho de la diversidad que puede haber en cualquier sociedad, sino a un concepto un poquito más profundo. Si me permiten que abra, como diría Ortega, ya que soy Director de la Fundación Ortega y Gasset, la espita de la vanidad, yo, el primer artículo que se tituló “El pluralismo vasco”, yo era un apersona muy joven, prácticamente muy poco conocida, lo publicó El Correo de Bilbao y se tituló “El pluralismo vasco”, y lo dieron con bastantes titulares, fue el 2 de marzo de 1978, un artículo que en algunas entrevistas, hemos explicado, Fernando García Cortazar, a quien supongo que todos ustedes conocerán sobradamente, como yo había escrito ese artículo, Fernando vino a mi casa… “oye, mira, que te parece esto”. A Fernando le encantó el artículo, hizo todas las correcciones, inmediatamente él tomó la iniciativa de publicarlo en El Correo, y se publicó el artículo, que hizo muchísimo ruido. No digo que seamos los acuñadores del pluralismo vasco, pero tampoco hay tantos en 1978 con el mismo sentido que es lo que importa, no la fecha, sino el mismo sentido que explicaré a continuación, porque para esa visión del pluralismo vasco, no se trata de la diversidad que puede haber en cualquier tipo de sociedad, sino algo mucho más profundo, para mí, por lo menos, la idea de pluralismo es la de que una sociedad, un territorio, como el País Vasco, está formado por la coexistencia de tradiciones culturales e históricas distintas. Para ser más claro, lo que llamamos País Vasco es la coexistencia o ha confluído en crear el País Vasco, la cultura euskaldun, pero también la cultura española, lo que podemos llamar cultura vasco-española. Por ponerles un ejemplo, El Quijote, es decir que lo español ha impregnado la cultura vasca desde hace muchos siglos.
En tercer lugar, sería la reflexión hecha sobre lo vasco por personas que al mismo tiempo nos sentimos españolas y, finalmente, un cuarto grupo de familias que coexisten son las culturas regionales, provinciales y locales diferenciadas. No es lo mismo el alavesismo, que Guipuzcoa, que Vizcaya, que el vitorianismo, que el bilbainismo, ahí hay muchos elementos diferenciados. Por lo tanto, pluralismo sería la coexistencia de distintas culturas constitutivas, culturas, tradiciones histórico-nacionales y culturales que han ido configurando el País Vasco a lo largo de los siglos, coexistencia de cuatro culturas profundamente diferenciadas entre sí, coexistencia a veces armónica, a veces conflictiva, pero todas han contribuído a eso que llamamos hoy “lo vasco”. Por tanto, repito, que ese pluralismo y no la entidad es lo que define a ese País Vasco a lo largo de la historia.
¿Cuáles serían las raíces históricas? Las voy enumerando pedagógicamente. Lo que les voy a decir lo conocen sobradamente; es casi poner en orden cosas que se conocen, pero que si se ordenan tienen bastante más lógica y fuerza en la explicación o en el argumento del pluralismo al que me refería. ¿Cuáles serían las raíces históricas del pluralismo vasco? Primero la basculación e integración de Alava, Vizcaya y Guipúzcoa en Castilla desde el siglo XII. Todo lo que sabemos anterior a esa época es relativamente muy poco. Se habla del País Vasco en la Alta Edad Media, en la época romana: que si la resistencia, que si las guerras cántabras, que si los romanos…, hay poquísima evidencia. Segundo, hay poquísima población en la Alta Edad Media, siglos 8 ó 9; se sospecha que hay unos 8.000 habitantes en Vizcaya, ni una ciudad, no hay ninguna urbe, por tanto, es relativamente, la evidencia y la referencia. Los nombres Álava, Vizcaya y Guipúzcoa no aparecen en las fuentes hasta los siglos XI. ¿Todo eso es error de las fuentes? No, también refleja la poca entidad histórica-nacional de estos territorios. Lo cual no quiere decir que sean desdeñables; aquí tuvo que haber algo que sí podemos llamar pueblo vasco; si no, no existiría el euskera, que se cristaliza en sus formas actuales hacia el siglo 1.000 antes de Cristo, más o menos. Por tanto, algo había, pero estamos hablando de una población muy dispersa, muy pequeña, sin idea de nación, sin sentimiento de comunidad y sin manifestaciones escritas, o jurídicas, o legales, de ningún tipo, ningún tipo de entidad política de ninguna naturaleza. Por tanto, en cuanto empiezan a aparecer estos nombres en las fuentes cristianas de Alava, Vizcaya y Guipúzcoa, o el Reino de Pamplona, que empiezan a aparecer en los siglos IX-X muy dispersamente, no es que aparecen ya de forma continuada: se cita que una iglesia se ha creado en la localidad de tal en el territorio que llaman de Vizcaya, o que fulanita casó con fulano, hijo del Señor de Vizcaya, pero luego pueden pasar 150 años y no se vuelve a hablar de estos nombres, y vuelven a aparecer, pero bueno, lo que sí podemos tener es que esos territorios basculan y acaban integrándose hacia Castilla desde el siglo XII. Y eso tiene una conclusión, que la gente se fija muy poco en ella: los fueros vascos. Se empiezan a recopilar unos cuadernos en el siglo XIII y cristalizan casi en su forma actual; todos ellos, el de Alava, el de Vizcaya, el de Guipúzcoa, también el de Navarra en el siglo XV, esas son recopilaciones buenas, auténticas de verdad, ya impresas. En el siglo XVI se empiezan a imprimir, en mil cuatrocientos y pico son manuscritas, en mil quinientos y pico se empiezan a imprimir. Los fueros se recopilan bajo jurisdicción de Castilla, lo cual quiere decir que la integración en Castilla es a través de la recopilación de fueros. Pero es la integración en Castilla lo que dio integridad institucional al País Vasco, a las provincias vascas separadas, no se puede hablar de ellas, o por lo menos de fueros, antes de la entrada en Castilla. Eso, Don Alfonso Guerra, que es el que ha hablado de la Unión Soviética, no es tan raro, todas estas repúblicas asiáticas de que hablamos, Turkmenistán, etc, todo eso eran territorios sin entidad ninguna hasta que alguien les dio fronteras, un administrador, un gobernador, fuera la Unión Soviética, o quien fuera; eran zonas de nadie más o menos vasalláticas de los antiguos zares. Por tanto, el fenómeno que les digo no es raro, que sea de repente un reino con poca entidad el que define unos territorios, unos organismos jurídicos, etc.
Es verdad que los fueros son derecho consuetudinario, que se pierde, como dice la propaganda, en la noche de los tiempos, pero quien lo fija, quien lo incorpora a la legislación, quien le da sentido jurídico y, por tanto, lo convierte en órgano constitutivo, en gobierno territorial de aquí, es el Reino de Castilla. Primera cuestión, por tanto, integración en Castilla que conlleva nada menos que la primera identidad institucional y territorial de estos territorios.
Segundo factor o segunda raíz histórica evidente y clara del pluralismo vasco: la historia separada, convergente pero separada, de sus territorios, de Alava, Vizcaya y Guipúzcoa, no digamos ya si metemos Navarra. Navarra tiene una historia completamente separada. He dicho convergente, porque en algún momento, no más allá de 20 ó 30 años, pueden estar bajo la misma jurisdicción real, estos territorios cuya territorialidad o geografía no está bien perfilada, pero algo que se parece mucho a, lo que decimos ahora. Digo convergente porque los fueros de cada una de las provincias se parecen bastante entre sí, pero los fueros de Alava rigen Alava, los de Vizcaya rigen Vizcaya, los de Guipúzcoa rigen Guipúzcoa; jamás hubo una unidad política o una sola entidad político-administrativa común a los tres territorios. No solo eso, sino que hablando de la coexistencia de culturas, lo que se va a producir en los tres territorios a lo largo de muchos siglos de esa separación administrativa.
Hay además profundas diferenciaciones económico-sociales, lingüísticas, que acaban afectando a creencias, mentalidades, formas de la cultura popular, el imaginario de estos pueblos, sus fiestas, etc. No tiene nada que ver, por poner el ejemplo más socorrido, pero más expresivo, la cultura euskaldun de la costa con la cultura del cereal en castellano de la llanada alavesa, son mundos completamente distintos. Por tanto, hay historia de las provincias que hoy llamamos territorios; pero además, las profundas diferencias de tipo tanto institucional como, sobre todo, económico-social, acaban creando mundos muy diferenciados en las tres provincias. Insisto, convergentes, porque los fueros sí se parecen mucho unos a otros. Y cuando ya en los siglos XVIII-XIX se habla de las provincias forales y que eso puede tener alguna afinidad, es evidente que la tiene, pero es tan fuerte o más lo otro, que a efectos de esa diferenciación histórica y el pluralismo territorial del País Vasco, es evidente que tiene su raíz en esa historia separada de las tres provincias.
Tercer factor histórico de diferenciación de pluralismo es el bilingüismo. Estos territorios tuvieron que tener en algún momento un origen monolingüe y euskaldun; es imposible que no sea así, porque no hubiera podido cristalizar una lengua tan rígida, en cierto sentido, como el euskera en convivencia con otra. Por lo que tuvo que haber unos siglos de monolingüismo que poco a poco, es evidente la influencia del latín en determinados vocablos de la lengua vasca, y posteriormente la proximidad de ese euskera con lenguas romances, como el navarro-aragonés, y, en su momento, el castellano. Pero que desde el siglo XII o XIII en las élites vascas hay un bilingüismo es evidente. Les pongo los casos también más conocidos: el canciller Ayala, que por lo menos como hotel vitoriano lo conocemos todos, aún cuando no hayamos leído “El rimado de palacio”, ni las crónicas de Pedro I, Enrique II, Juan I,… es uno de los mejores prosistas castellanos de la segunda mitad del siglo XIV, uno de los mejores, se le lee hoy todavía en un castellano espléndido y con una facilidad extraordinaria.
El primer libro impreso en lengua vasca, habría poetas orales, habría tradición oral, pero impreso es de casi dos siglos después, y no se imprime en la parte española del País Vasco, sino en Francia, en 1545. Aparece el libro de Bernard de Etxepare “Lengua vasconium lingue vasconium primitie”, el primer libro impreso en lengua vasca. Doscientos años antes, Canciller Ayala está escribiendo una de las mejores prosas, el Canciller Ayala no fue una golondrina que no hizo verano, expresión de una élite, en este caso, alavesa, pero que también la encontramos en Vizcaya.
En Vizcaya, las andanzas y fortunas de García de Salazar que son del siglo XV, están escritas sobre las guerras de bandos, también en castellano, temas de carácter local, y las banderías, etc., pero están escritas en castellano. Por tanto, sea lo que sea, cualquiera que sea la cronología, que pongamos el énfasis en esos libros que están impresos en Francia, en vasco, o en algunos cancioneros que escritores como Garibai o Poza, ya del siglo XVI, recogen cancioneros en euskera que se supone que son de los siglos XII o XIII y podemos pensar que había poetas o lo que fuese en euskera, porque si no los del XVI no los hubieran recogido y que no se imprimieron o se perdieron en su momento. Cualquiera que sea la condición, el bilingüismo, repito, en las élites es no solo evidente, sino intenso, puesto que tenemos este historiador y consejero del rey que habla de esta manera, y tantos otros, es un ejemplo, la punta del iceberg del fenómeno que estoy diciendo.
Cuarto fenómeno, o cuarto hecho, o cuarto factor en la raíz histórica del bilingüismo, otra cosa que conocen ustedes sobradamente, la participación sustantiva, no ya ocasional, o periférica, o marginal, de vascos –vizcaínos como se les llama en ese momento, en el siglo XVI–, en la administración imperial española, sobre todo con los Ausburgo, con Carlos V y con Felipe II y el imperio en América. Todos estos nombres que están en las calles de nuestros pueblos, todas llevan sus nombres, las diputaciones están llenas de bustos de ellos, festejamos hasta el retorno de Elcano dando la vuelta al mundo, en Guetaria. Elcano firmaba “Un castellano de Guipúzcoa”, ésa es la firma de Elcano en todos los documentos en los que aparece. Bueno, pero les recuerdo los nombres porque esto no es grano de anís. Elcano, que en 1522 completa la primera navegación alrededor del mundo iniciada por Magallanes unos años antes. Irala colonizó el Paraguay. Francisco de Ibarra todos esos inmensos territorios del oeste de Méjico, donde está Nueva Durango… Legazpi y Urdaneta, Filipinas, por cierto, muy mayor Legazpi cuando llega allí. Un vasco de Oñate, Lope de Aguirre, simbolizó entonces, y luego en toda la literatura posterior, esa locura de ambición y poder que sacudió a los conquistadores españoles en busca del oro, de El Dorado. Por lo tanto, expresión de una intensísima presencia de vizcaínos, de hidalgos vascos o lo que fuesen, en esta obra. Pero hay mucho más: Juan de Zumarraga, que es el primer obispo de Méjico, el protector de los indios, el que lleva la imprenta a Méjico.
Los vascos, sobre todo los guipuzcoanos, en el siglo XVI, así como en El Quijote una frase que han oído todos ustedes porque se ha repetido hasta la exasperación, cuando se encuentra con el caballero vizcaíno dice “Vizcaíno, luego secretario”; secretario no es grano de anís, es secretario de estado, o notario del reino, o una cosa así, porque había muchísimos secretarios. Los guipuzcoanos tenían un enorme prestigio como calígrafos; calígrafo tampoco es un señor que hace una letra bonita, es el notario del reino prácticamente. Por tanto, secretarios y calígrafos, colonizadores y evangelizadores. Juan de Zumárraga llevó la imprenta a América a mediados del XVI. Las mayúsculas españolas, que es lo que se llamó la letra imperial española, que la sacan de la epigrafía romana, de ahí vienen nuestras mayúsculas, es obra en un libro maravilloso que está en la Biblioteca nacional, de Juan de Iciar, que era de Durango. Es uno de estos calígrafos que incorpora la letra imperial castellana para que la Casa Real, la monarquía, tenga una letra que no sea la gótica, si no un tipo de letra nueva que enlace, nada menos que con el Imperio Romano. Juan de Iciar, un tipo extraordinario, a principios del siglo XVI creó la letra imperial española del Siglo de Oro.
Vascos fueron, el primer embajador español en los Estados Unidos, de Bilbao, Diego Mª de Gardoqui, y el último general que muere en América luchando contra la independencia, es decir, a favor de la Corona y de España es Pedro de Olañeta. Otro vasco, Ignacio de Loyola, siglo XVI, un hombre ascético, reservado, autoritario, tenaz. Estoy citando como lo describe Unamuno, que dice que ése es el verdadero tipo vasco; no sé como se verán ustedes a sí mimos, pero él dice tenaz, ascético, reservado y autoritario, Unamuno. Yo soy de san Sebastián, o sea más cercano que ustedes a Ignacio de Loyola, que funda en 1534 la Compañía de Jesús, que no es solo una orden vasca, sino también el instrumento de la contrarreforma católica del siglo XVI, una orden muy vinculada siempre al País Vasco y con muchos guipuzcoanos y vizcaínos y alaveses en su Compañía… Por tanto, decía, una participación sustantiva en América, en la administración del Imperio.
He hablado antes de secretarios de Estado. Una de las principales dinastías, que están padre, hijo, etc. en el pequeño grupo de 3 ó 4 personas que le llevan directamente las cosas a Felipe II, es la familia Idiaquez, guipuzcoana, que están enterrados en el Museo de San Telmo de San Sebastián, bueno son importantísimos en la estructura imperial.
Seguimos hablando de un País Vasco con una población muy escasa. Sabemos que a finales del siglo XVIII tiene 300.000 habitantes, y que Bilbao podría atener entonces unos 8 ó 9.000 habitantes. Guipúzcoa, por un estilo. Vitoria, un poco menos. y España tienen en ese momento unos 11.000.000 de habitantes. Por tanto, no tiene un gran peso demográfico No tener un gran peso demográfico significa, no es un gran problema político, que no hay una gran entidad. Sevilla tiene 500.000 habitantes en el siglo SVI, y es el centro del comercio de España con América, y Cádiz, etc. Madrid no llega a doscientos y pico mil habitantes.
Estamos hablando de un País Vasco pequeño. No obstante, esos hidalgos tienen un peso muy importante, con una consecuencia que ya empieza a aproximarnos a algunos de los arquetipos y funciones y tópicos que hemos desarrollado los vascos acerca de nosotros mismos. Todo eso de la limpieza de sangre, de la hidalguía vasca, del igualitarismo vasco, de la libertad originaria de los vascos, es una creación de este tipo de grupo, de este núcleo de poder vasco, de estos hidalgos vascos, secretarios, calígrafos, evangelizadores, etc., como forma de reforzar su presencia de poder en la Administración española. Grupo pequeño, grupo poderoso, cómo no se va a alimentar, ante la posibilidad de que conversos, moriscos, gentes de otros lados, entren también en la carrera de poder del Imperio o de la Corona: quietos parados, el hidalgo soy yo, el limpio de sangre soy yo; demuestre usted que no es converso; nosotros no nos mezclamos con nadie, tenemos una libertad, no hay judíos, no hay nadie por ahí, somos todos hidalgos y aquí están nuestras cartas de presentación. Ahí ya hay un presunto primer racismo vasco.
A mí me interesa mucho más subrayar que esto es la primera identidad vasca que aparece, eso son los primeros vizcaínos que cita Cervantes, antes no se ha hablado nunca de vascos ni de quiénes son esa gente. La primera vez que se empieza a generalizar el uso de una designación colectiva territorial para los habitantes de estas ciudades. Al hilo de la presencia fuerte de este grupo en posiciones de poder, y de estas argumentaciones que hace Licenciado Poza –que lo tienen ustedes en Bilbao, nosotros tenemos a Garibai el historiador de Felipe II, que tiene argumentos muy parecidos a los de Licenciado Poza–, son ellos los que empiezan con estas ideas de la nobleza originaria y de la hidalguía de sangre de los vascos. Garibai, el historiador oficial nada menos que de Felipe II, su Historia de España y Universal hasta el reinado de Felipe II, son 40 tomos que los debió escribir a mano y los publicó la mejor imprenta del mundo que es la de Plotini en Amberes, que era de Felipe II. Todos esos libros que decían que prohibían en España, se publicaban en Flandes que era también la Corona Española, porque Felipe II sería ultracatólico, pero era un hombre fino, un hombre culto, un hombre muy leído. La Biblioteca de El Escorial sigue siendo hoy una de las mejores bibliotecas del mundo. Bueno, pues este Garibai era nada menos que historiador oficial y en todas esas historias mete este tipo de visión exagerada de los que llaman en ese siglo XVI vizcaínos. Pero es la primera vez que se acuña una expresión para denominar a nuestros antepasados que vivían entonces ahí, por tanto, la primea identidad vasca. Si Castilla le da la primera institucionalización territorial y jurídica a las provincias vascas, los vasco-castellanos, o los vasco-españoles, son los que construyen la primera identidad vasca-vizcaína, porque era lo que se utilizaba entonces en la historia.
En todo caso –he empezado en el siglo XII y estamos ya varios siglos después–, no hay ninguna duda sobre la idea de la plena integración de estos territorios, y sin conflicto, en lo que primero es Castilla y luego pasa a ser el Reino de España, y España. Por tanto, estas provincias están plenamente integradas, lo que es otro de los factores del pluralismo vasco. Lo que estoy tratando de decir es que hay una muy fuerte tradición vasco-española, cosa que sabemos todos. Y para mí eso no tiene ninguna connotación de ningún tipo, sólo es una evidencia histórica.
Bueno, plena integración que además en el siglo XVIII esta pequeña élite vasca, ya de otras características, participa plenamente en la Ilustración española: Peñaflorida, la Real Sociedad Vascongada de Amigos del País, la primera que se crea en España de su modelo que sirve de modelo a las 80, 90 ó 100 reales sociedades vascongadas que proliferan por toda España en el siglo XVIII, y que son como gabinetes de estudios económico-sociales para el desarrollo del país. Eso es lo que hacen esas reales sociedades, estudian la agricultura, la minería y los árboles… Pero bueno, Real Sociedad Vascongada, los caballeritos de Azcoitia, Peñaflorida; en Alava, Valentín de Foronda, Samaniego, algunos son economistas, lo equivalente a economistas en el siglo XVIII.
También hay una plena integración de estas provincias en lo que llamamos ahora España, en el entramado de los Borbones. Y eso nos lleva a plantearnos la cuestión de los fueros y las guerras carlistas del siglo XIX. ¿Hubo alguna especificidad vasca que dé explicación? Para mí no hubo ninguna especificidad singular de lo vasco en toda esta crisis. Pero el País Vasco es parte de la crisis del antiguo régimen, es parte de lo que se llama con mayúsculas la Revolución española, es decir, la transición desde el sistema monárquico anterior a los primeros conceptos de constitución, de soberanía, las Cortes de Cádiz… Todo es un proceso muy largo, muy complejo, muy confuso, con varias guerras, con reacciones, algún intervencionismo militar, con contrarrevoluciones del propio rey, etc. Dura 30 ó 40 años y el País Vasco como parte del entramado español entra también ahí.
En cualquier caso, las guerras carlistas, la primera en 1833, no fueron guerras vascas, son guerras españolas, por razones españolas. Es la tesis del legitimismo, del tradicionalismo católico y de la concepción de una monarquía católica histórica frente a la posibilidad de introducir en España una monarquía constitucional, parlamentaria y liberal, y además provocar una profunda división en el País Vasco, que todos conocen y sabemos sobradamente. Las guerras carlistas tienen en el caso vasco una parte de enfrentamiento campo-ciudad. Las modestísimas y pequeñas ciudades, que tendrían ya 16.000 ó 17.000 habitantes en torno a 1833-40. La segunda guerra carlista es de 1872, y Bilbao tendría unos 30.000 habitantes como máximo, y un poco menos San Sebastián, y un poco menos Vitoria. Las guerras carlistas tienen una gran parte de enfrentamiento campo-ciudad. En ningún momento de las guerras, jamás los carlistas consiguieron conquistar ninguna de las ciudades vascas. Bilbao fue sometida a bombardeos lo mismo en la primera que en la segunda guerra carlista. Todos ustedes conocen mejor que yo, y sabrán hasta el sitio en que cayó Zumalacárregui en Begoña, bombardeando desde ahí Bilbao en 1835. Y en la segunda guerra carlista, el famoso sitio de Bilbao y que constituyó hasta 1937 la fiesta local de Bilbao, el día de la libertad que se celebraba todos los años el 2 de mayo, no por 1808, sino por 1876 ó 75, cuando liberó las tropas del sitio que había defendido el General Castillo dentro de Bilbao.
Por tanto, no son guerras vascas, guerras nacionales, son guerras que expresan, primero, una profunda división en el interior del País Vasco entre, sobre todo, carlistas y liberales, desde el punto de vista ideológico y sociológico, campo-ciudad, pero que es también mucho más complejo porque aparece también el fuerismo. El fuerismo no es unitario, hay un fuerismo católico, que sí empieza a ser un precedente del nacionalismo, ese fuerismo católico que no es carlista, todavía está dentro de la monarquía española isabelina, pero empieza a decir que la religión católica y las leyes viejas son la esencia de lo vasco. Hay un fuerismo progresista, de liberales progresistas que entiende los fueros como protoconstitucionales, liberales, modernos, de elección, que no había elecciones ahí, pero como un código de libertades, y por tanto algo perfectamente asimilable a las constituciones modernas. Ésa es la tesis de los fueristas liberales y progresistas. Y luego hay un tercer grupo de fueristas moderados que son los que quizás redondean más la tesis del fuerismo y que son gente que entiende que no han sido unas instituciones propias y separadas, pero donde la cúpula del sistema foral es la Corona y siempre dentro de la monarquía castellana y de la monarquía española, y que no tienen esa connotación de los católicos; son fueristas puros, como Sagarminaga, que dice que fueros son la Constitución de Vizcaya. Sagarminaga era tremendamente fuerista, no fue nunca nacionalista, era colaborador de Cánovas, pero un acérrimo defensor de los fueros como algo distinto del resto de la legislación territorial española; pero no tenía estas cosas de decir que eran los católicos y las leyes vascas lo que eran la esencia del catolicismo. Bueno, hay fueristas de distinto color y pelaje, lo que tiene una cierta complejidad.
Dos cosas que me gustaría decir hoy con frases redondas, si ustedes quieren. Una la acabo de decir: las guerras carlistas no fueron guerras vascas, fueron guerras españolas por razones que tienen que ver con pleitos dinásticos y de legitimidad de las casas reales. Que es verdad que el carlismo tiene fuerte apoyo en las tres provincias vascas y en Navarra, pero eso no nos puede hacer olvidar que los puntos capitales del País vasco no son carlistas y que jamás los carlistas consiguieron ocupar, a pesar de que se crea un gran estereotipo de los vascos que se identifica con este pueblo, digo en Europa y los viajeros europeos románticos, con las guerras carlistas acuñan un primer estereotipo. Es decir, éstos ya no son los vizcaínos, secretarios, calígrafos; ahora pasan a ser un pueblo pequeño que lucha por esa libertad perdida en las montañas. Y ¿por qué?, por los fueros y las guerras carlistas. Bueno, no se enteraron de la misa a la media, porque aquí las ciudades estaban luchando contra el carlismo, porque había muchísimos vascos luchando en las filas de los liberales. San Sebastián salió de la provincia de Guipúzcoa entre 1839 y 1844 en protesta por el sistema foral; y allí está el Palacio, en Tolosa, el pueblo de mi madre, que pone que la antigua capital foral es en 1844 porque Guipúzcoa se había salido. Pónganlo en los libros de historia, que no es grano de anís que la capital de Guipúzcoa se vaya de la provincia en protesta porque no están de acuerdo con el sistema foral. El Ayuntamiento progresista de San Sebastián, con José Mª Amilibia, con un montón de progresistas que había en ese momento, en una San Sebastián modestísima, hago un esfuerzo y me violento todo que ustedes quieran, pero era un san Sebastián muy pequeño,… pero muy bonito, ya apuntaba. Perdón por el localismo.
Y la segunda frase: los fueros no fueron códigos de soberanía, son leyes antiguas recopiladas bajo la Corona de Castilla, todos sus conceptos son castellanos, se habla de alcaide, se habla de pechero, se habla de alcabala, se habla de amillaramiento, se habla de un montón de cosas que no son siquiera en origen conceptos euskaldunes, y cuyo sistema, la cúpula del sistema, fue siempre la Corona. El Fuero de Vizcaya fue siempre un poco más complejo que los de Álava y Guipúzcoa; el de Vizcaya tenía una parte de justicia, además de derecho civil y comercial, y los otros eran ordenamientos del territorio y algunas normas de regulación de la vida comercial, etc. No se podían reunir si no los convocaba el corregidor, no tenían capacidad legislativa. Por tanto, de códigos de soberanía, nada.
Tercera frase, ya menos rotunda: la Ley del Decreto de 25 de octubre de 1839, que nuestra querida Constitución de 1978 declara que era abolitoria de fueros, no fue abolitoria de fueros, confirmó los fueros. Y los fueros empiezan a regir entre 1844 hasta 1868, ligeramente modificados en estas tres provincias. La que sí es abolitoria es la Ley de 21 de julio de 1876 que dejó abolido el sistema foral, pero que fue inmediatamente compensado en febrero de 1878 con la concesión y la creación del sistema de conciertos económicos, con la complejidad parecido al de ahora, o por lo menos el mismo sistema, y que ha permitido a muchos historiadores que hablen de una nueva foralidad, que eso es lo que es el Concierto Económico, pero eso es rizar el rizo. Lo cierto es que la Ley de 21 de julio de 1876 abolió los fueros, y los ayuntamientos y las diputaciones en el País Vasco dejaron de ser junteros y asambleas de ayuntamientos para pasar a ser ayuntamientos constitucionales, y la Diputación, que se elegía como en el resto de España, etc., etc. Plena integración.
Por tanto, retomo: basculación e integración desde el siglo XII en Castilla, historia separada, bilingüismo, participación sustantiva de vascos en la Administración, esa plena integración que se empieza a hacer más compleja en el siglo XIX.
[…]

El gran cambio es a partir de 1880. De 300.000 habitantes vamos a pasar a 900.000 en 1900 y a los 2.100.000 que tenemos ahora. Hay una emigración de unas 300.000 personas entre 1880 y la Guerra Civil, y de unas 600.000 desde 1940 hasta 1980. Esos primeros 300.000 son casi exclusivamente a Vizcaya, Baracaldo, Sestao, a la Ría de Bilbao, y al propio Bilbao; los otros 600.000 de la posguerra de Franco, muchísimos siguen viniendo a Vizcaya, luego muchísimos que van a Guipúzcoa y, a partir de 1960 también van muchos a Álava. Porque Álava está estancada hasta 1960 y su gran despliegue es desde 1960, estancada a lo largo de los siglos, es bastante sencilla la historia económica de esa provincia.
La industrialización no es sólo esto, que es importantísimo desde el punto de vista demográfico y del pluralismo de la emigración. La industrialización significa la proyección, la irrupción del País Vasco en la historia de España. Todo eso que les he dicho está muy bien pero es poquita cosa cuando de verdad Bilbao se convierte en una de las capitales financieras, económicas, industriales y uno de los centros dinámicos de España. San Sebastián, la capital de verano, elegante y que empieza a sonar su nombre a partir de 1880 y no antes, por tanto, nada de historia de victimización y conflicto de marginalización de la historia vasca.
Lo que define al País Vasco a finales del siglo XIX y a todo lo largo del XX, incluído bajo Franco, es la enorme irrupción de esta región en la historia de España por la enorme proyección del capital y la industria vasca en toda la economía española. Segundo, por la irrupción de Bilbao como centro financiero y un dinamismo excepcional en la historia española. Tercero, por la emigración masiva de trabajadores foráneos. Cuarto, lo mismo de otra manera: por la transformación del País Vasco en una sociedad industrial abierta en proceso acelerado de urbanización y de cambio, en el cual parecen numerosísimos enclaves de eso que llamamos modernidad, ninguno euskaldún; y además es inevitable que sea así: los ferrocarriles, el gran puerto de Bilbao, la marina mercante, la electricidad, los transportes, los trabajadores, los sindicatos, las huelgas, el fútbol; la primera vuelta ciclista es de 1924 y tiene mucho que ver con la enorme producción de bicicletas en Eibar y en alguna otra localidad. Todo esto, el Athletic de Bilbao, todo esto que llamamos nosotros que es el verdadero País Vasco, que es en el que ustedes y yo hemos nacido, hemos vivido y seguimos viviendo, todo esto no es desde la noche de los tiempos, esto es de ayer, de 1880 en adelante. El País Vasco contemporáneo empezó en 1880, porque lo que esto supone socialmente, en la transformación de la sociedad y en la configuración material del sitio donde vivimos y hemos nacido, es extraordinario; se ha producido en otros sitios, por supuesto que sí, y nos hemos incorporado a toda una serie de tecnologías, formas de trabajo, de producción, de organización del tiempo similares a los que se encuentran en otras regiones de España y a muchas regiones de Europa. Ese hecho extraordinario desde el punto de vista tanto demográfico, como histórico, como por la rapidez con que se produce, de eso que…, en la Universidad del País Vasco, el profesor Manolo González Portillo tiene muchísima gente trabajando y lo hace muy bien, porque la Ría de Bilbao es casi una identidad en sí misma que define al País Vasco contemporáneo como cualquier otra identidad que podamos buscar: el Goierri o la pelota vasca, es 1.000.000 de personas y un continuo fabril espectacular cuando uno lo ve desde lo alto de un monte.
Y les pongo dos ejemplos, para ir terminando ya, de ese pluralismo; yo me voy a basar más o menos en lo de la Guerra Civil, la Guerra Civil, el País Vasco, la industrialización,… Perdón, el otro factor que les decía es el carácter decisivo del nacionalismo vasco, que aparece hacia 1890, probablemente, diría yo, como reacción a este proceso de cambio, que lo ve como un amenaza, digamos, a la tradición vasca, al tejido tradicional de lo vasco, a las costumbres religiosas vascas; ve la amenaza a la cultura euskaldún; presencia masiva de formas de conducta y de trabajo completamente distintas a lo que es la tradición… Añado, entre paréntesis, que luego el nacionalismo se haya adaptado a la modernidad es otra cosa. Por supuesto que sí, también los carlistas; una cosa es ser carlista y otra chuparse el dedo; hay carlistas que ponen fábricas, cómo no. Por tanto, se adapta la sociedad a todo esto. Pero evidentemente la transformación que sufre el País Vasco a finales del XIX, sin duda alguna una persona de la sensibilidad, visión, etc., alguien como Sabino Arana o el grupo de fundadores del Partido Nacionalista Vasco en 1894, lo ven como una verdadera amenaza a la identidad vasca. Por lo que tiene mucho de reacción contra este proceso y mucho de reacción a la abolición foral de 1876, aún cuando en la abolición foral hubo un enorme silencio durante bastante tiempo, no hay protesta, nadie ha protestado por la abolición, pero eso es otra cosa. Digamos que son esos dos factores.
Pero el nacionalismo vasco, por las características que tiene desde el primer momento, su ultracatolicidad, esa visión étnica de lo vasco, una interpretación histórica que no tiene nada que ver con todo lo que yo les acabo de decir, que define los fueros como códigos de soberanía, la independencia original…, es evidente que todo eso choca con la sociedad vasca. Además, lo dijeron los contemporáneos, incluso gente que habla muy bien de Sabino Arana: este hombre ha dividido a los vascos, un hombre bienintencionado, pero los ha dividido, porque es un factor profundo de división ante la simplificación formidable de una historia y de una realidad en su interpretación. Y porque esa industrialización crea otras culturas políticas inmediatas (el Partido Socialista), porque ese nacionalismo no es hegemónico, tarda mucho en serlo, no es hasta la República, y en la República no todo el tiempo, solo en el 33, no en el 31, no en el 36; porque el nacionalismo es sobre todo fuerte en Vizcaya, pero también lo era el socialismo, también lo era el liberalismo monárquico y también el republicanismo, muy fuerte en Vizcaya en esos momentos, por lo menos en Bilbao. En Guipúzcoa y Álava es mayoritario el carlismo hasta 1936. En Guipúzcoa, en Eibar, el socialismo, Eibar es pequeño, pero es significativo que en una ciudad industrial, totalmente euskaldún, sea el socialismo la primera fuerza. En San Sebastián, el liberalismo monárquico, algunos republicanos moderados, y muy poquita cosa el socialismo o el nacionalismo. No sé si ahora dirías tu que Odón es verdaderamente socialista, pero digamos que llevamos con alcalde socialista…. Porque Bilbao sí ha tenido una tradición muy fuerte socialista, pero San Sebastián no la ha tenido; eso es después del franquismo, con toda esta nueva generación que aparece de amigos nuestros y de ustedes, de personas verdaderamente entrañables y que han tenido un gran valor cívico durante muchísimo tiempo, y han sido admirables en todo lo que han hecho. Pero eso no existía anteriormente, porque San Sebastián era muy poquita cosa, era una ciudad en la que había albañiles, tipógrafos, etc. Ésa era la base mínima del Partido Socialista. Pero tampoco el nacionalismo era fuerte en san Sebastián, era el liberalismo monárquico, el republicanismo moderado, etc. En Pasajes había anarquistas, algún comunista, algunos socialistas, lo mismo en Irún, que tenía un poquito más de socialismo. Por tanto, el carácter divisivo del nacionalismo y la existencia de otras culturas políticas… Pues todos esos factores son los que explicarían el nacionalismo.
Una manifestación evidente de ese pluralismo vasco –salto la República– sería la propia Guerra Civil, y además muy expresiva, como saben, aún cuando eso le costara la vida a gente, lo que voy a decir oculta la represión: Álava apoyó el levantamiento de Franco. Digo que oculta el fusilamiento de 80, 90, 100 personas de las que en las primeras horas, para evitar cualquier cosa, Alonso Vega, que mandaba las tropas que estaban en Vitoria, pues eliminó. Pero en Álava podemos decir que hubo un enorme voluntariado civil a favor de Franco, de origen carlista católico. Navarra también apoyaría y fue la única provincia que recibió la Laureada de San Fernando. Guipúzcoa vaciló mucho, San Sebastián cae el 13 de septiembre del 36, la resistencia es dudosa, se pasa en masa cantidad de gente a través de la frontera de Loria, de los montes, a las brigadas navarras, llega a haber miles de guipuzcoanos en las brigadas navarras que eran carlistas. Y por tanto, la resistencia heroica en algún sitio, en Irún, el propio San Sebastián, muere mucha gente: 2.000-3.000 personas luchando en las calles, los militares salen, se retiran, no triunfa el levantamiento, luego ganan la guerra para el 13 de septiembre. La resistencia donde es fuerte es en Vizcaya. Pero en Vizcaya, en un primer momento, hasta el 7 de octubre –y el levantamiento les recuerdo que fue el 18 de julio–, es la izquierda, con republicanos, socialistas, ugetistas y comunistas, los que llevan la resistencia y los que forman la primera Junta. Cuando se da el Estatuto y el nacionalismo, con Aguirre al frente, echa toda la carne en el asador a partir de octubre y se ‘vasquiza’ la guerra. Pero hay una primera fase en que los símbolos, los nombres de los muertos en los periódicos, así de grandes, son Justo Rodríguez, militante de no se qué, las banderas son rojas, no sale la ikurriña, los slogan son la unión de hermanos proletarios; es la izquierda la que conduce la guerra, pero en cualquier caso, comportamientos distintos de las provincias, equilibrios distintos de las provincias, sensibilidades distintas de las provincias.
¿Qué queda del nacionalismo de 1975? –y termino por si quieren hacerme preguntas–, ¿sigue algo de esto en pie?, porque sí, oiga estupendo, magnífico historiador, pero desde 1975 para aquí, esto ya no tiene nada que ver con lo nuestro. Pues no sería tampoco para desdeñar toda esta historia, en absoluto; esto es lo que hemos sido, por eso tiene tanta virtualidad en sí misma como cualquier otra. Decía Cromwell que le hicieran su retrato con verrugas y todo, no me saque guapo, le dijo a su pintor de Corte, sáqueme con verrugas y todo. Bueno, pues la historia es lo mismo, con aciertos, con desaciertos, como es la vida de todos y cada uno de nosotros. Desde el 75 hay una hegemonía nacionalista, de eso no hay duda, pero existe un no nacionalismo que se ha manifestado de muchísimas maneras a lo largo de estos años, desde 1980. Se ha manifestado en la política, en la política de partidos, en su día UCD y Partido Socialista, Partido Popular y Partido Socialista, ha habido momentos en que repasando en los periódicos los resultados electorales, hay algún año que los partidos no nacionalistas han estado por encima, bueno unidos, en el 2001 más o menos, pero lo demás han sido con votos separados en general. Y ha habido momentos que si tomamos el conjunto de votos nacionalistas y el conjunto de votos no nacionalistas, en algunas elecciones generales, al Parlamento, no elecciones vascas, si no recuerdo mal, yo creo que en dos ocasiones, ha estado por encima el voto no nacionalista que el otro, y en algunas elecciones vascas, digamos que ha estado cerca, digamos que han ganado siempre los nacionalistas.
Pero lo hay en la vida intelectual, lo hay en los medios de información que siguen utilizando el castellano, el español, intensamente, lo hay porque ese pluralismo también se manifestó en la tradición intelectual, literaria y cultural. La intelectualidad vasca de ese País Vasco que irrumpe en España; no solamente irrumpe la industria, no solamente irrumpe Bilbao; Unamuno, Baroja, nunca habíamos tenido nuestra edad de oro, de nuestra cultura y de nuestra literatura; nunca hemos tenido creadores de esa dimensión. Irrumpe también intelectualmente el País Vasco en la vida cultural,… Es Maeztu, que alguno pensará que Maeztu y la hispanidad…; bueno, pero es Maeztu que no es un cualquiera, que le vamos a hacer si era de extrema derecha, ya lo pagó el pobre hombre con su vida; es Grandmontagne, es Basterra , es que son muchos, ¿hay cultura euskaldun moderna?, poquita cosa hasta la República, unos cuantos curas y catecismos, y en la República tres excelentes poetas en lengua vasca: Lizardi, Lauaxeta y Orixe: antes de eso, casi nada, todos los demás son… Hay arquitectos estupendos aquí en San Sebastián y que construyen magníficas obras en Madrid, que no se explica Madrid sin la arquitectura de arquitectos vizcaínos y guipuzcoanos trasladados a Madrid, pero con obra muy amplia aquí mismo. Por tanto, ese pluralismo tampoco ha desaparecido en la vida cultural española bajo el franquismo. Por poner dos nombres: Blas de Otero, Gabriel Celaya. Pero es que luego hay muchísima gente, desde Juaristi, Fernando García Cortazar, Andrés de Blas, Juanjo Solozabal, Javier Corchera, Manolo González Portilla. Bueno, parecen nuestros contemporáneos, y yo me tomo en serio a mis propios contemporáneos, son gente de mucha calidad. No lo verán ustedes, ni yo tampoco, pero aparecerán en la historia de la historiografía vasca y en la historia de la universidad vasca y en los que han contribuido con libros, todos tiene 5 ó 6 libros sustantivos,… Savater,… un montón de gente que hemos salido de aquí y que nunca hemos perdido algún tipo de preocupación y vinculación con el País Vasco.
Existe un no nacionalismo en el País Vasco, eso que antes llamábamos constitucionalismo, que se ha manifestado en esa reacción cívica, emocionante y excepcional que se ha producido, sobre todo en los 90, con algún precedente anterior mucho más individual y tanto más meritorio quienes estuvieron antes. Pero llegó un momento en que se convirtió en un verdadero movimiento de masas y que es tan representativo de lo vasco… Es por eso por lo que me reitero en la tesis original: yo sigo creyendo que el País Vasco se define por el pluralismo y no por la etnicidad. Y que aquí hay nacionalismo y no nacionalismo y que nunca se arreglará del todo esto si no hay algún tipo de equilibrio, conjunción, en los textos, en la conjunción de lo vasco, en la construcción de lo que llamamos País Vasco, si no participan nacionalistas y no nacionalistas.
Muchas gracias, y perdón que me he pasado un poco del tiempo.

COLOQUIO

Pregunta:
Habla usted de la historia del País Vasco, pero no hace mención de que el origen de todo, según mis conocimientos, fue el descubrir los productos minerales cerca del río Nervión por los ingleses. De ahí surgió la industria naval y la industria siderúrgica, cerraron todas las ferrerías. Y luego, la estructura de poder en el País Vasco era la propiedad muy distribuída, porque todo son valles y montañas. Así como en el resto de España existían los condados, ducados, marquesados, y eran obreros agrícolas que les daban de comer con salarios de hambre en la producción, la siembra y luego la recogida, y el resto del año tenía que vivir con caza subrepticia; de ahí vino la emigración de España. Y la estructura de poder era vida rural, y el dueño de las vidas rurales, anteiglesias, ayuntamientos, era el cura de turno. Tan es así, que cuando un domingo se perdían las cosechas, había que pedir permiso al cura para trabajar, no lo pequeños intelectuales. Entonces, la propiedad estaba muy distribuida, los que allí no comían más que cuando trabajaban para sembrar o recoger, vinieron en manadas, primero a las minas y luego a la industria naval y siderúrgica. Y entonces la Iglesia, con el poder que tenía y los miembros importantes –los pobres iban siempre al seminario para estudiar una carrera–, pues entonces la Iglesia dijo “éstos nos hunden”. Tan es así que vienen y forman sindicatos de trabajadores y aparte de eso, “bailan a lo agarrao”. De ahí vino precisamente la siembra del nacionalismo de Sabino Arana. A ver si es cierto o no es cierto.

Juan Pablo Fusi:
Es un poco injusto conmigo, porque cuando he dicho industrialización, la industrialización es la minería, no he hablado ni de Altos Hornos, no he entrado en el debate de dónde surge la industrialización. Evidentemente, el origen es el descubrimiento de estas minas que habían estado siempre, pero que por su composición y la invención del procedimiento Bessemer en Inglaterra, del tratamiento de mineral de hierro, favoreció mucho a estas minas que estaban en superficie a 5 kms. del mar, y pusieron primero lavaderos y enseguida… El cambio, que ya les he dicho que era espectacular en el País Vasco, no hay ningún caso en Europa, en 20 años, del cambio que se produce en esta ría, en Vizcaya. Medido en cosas, la densidad de ferrocarriles por kilómetro cuadrado que se construyen, no encontrarán en Europa entre 1880 y 1900 tal cantidad de lavaderos de mineral; la reforma del Puerto de Bilbao que se hace a todo correr en 7 años y medio y consiguen hacer un puerto enorme; aparecen astilleros donde había naranjales, –en Baracaldo había naranjales, lo crean o no–, y de repente aparecen factorías enormes para la época, que producen admiración, y vienen ingenieros de fuera para ver lo que se está haciendo aquí. Casi les faltó poner la televisión delante, porque fue una reacción inmediata. Y lo otro que usted dice estaba implícito en eso que yo he dicho que es una reacción por una cultura amenazada por los cambios que se están produciendo. Lo único que yo matizaría es que la relación inicial nacionalismo-Iglesia no es tan inmediata como todos pensamos. El argumento es el mismo, y además eso que ha dicho usted, que “bailan a lo agarrao”, y “la navaja en la faja”, en la liga de las mujeres, eso lo ponían los periódicos, los periódicos nacionalistas. Hay discursos de Arana y artículos que lo dice con esas mismas palabras; eso son términos que nosotros complicamos en la vida universitaria y no lo ponemos así, eso se confunde. Una amenaza de clase que es la emigración de trabajadores foráneos, con una diferencia cultural, y entonces atribuyen el aumento de la criminalidad a los colombianos y a los marroquíes… Bueno, pues aquí algún cura, y desde luego el nacionalismo, dicen ese tipo de argumentos. Y a Unamuno, que casi lo tiran a la ría una vez que vino a dar una conferencia, llegan a decir que todo esto del nacionalismo… Pero ojo, porque yo no estoy de acuerdo, puede ser muy al principio, luego es mucho más complicado el asunto, pero sí es significativo de lo que usted dice, el que Unamuno en un artículo en un periódico de Madrid diga “esto del nacionalismo es sólo antimaquetismo”. Yo insisto, si me permiten que discrepe de Unamuno, es mucho más complicado lo del nacionalismo, es muy complejo, de mitos, de identidad, etc. Pero sí hubo ese componente y sí es un detonante por lo menos de algunas reacciones, y muchos curas se meten en eso. Hay una gran parte de ese clero vasco muy influyente que es mucho más carlista que nacionalista y mantienen algunas reservas hasta el año 20 más o menos, en que la Iglesia se convierte, como en muchas otras ocasiones. Y no sé por donde andan los obispos ahora, en vivero del nacionalismo, eso es ya con el seminario de 1920 de Bilbao; hasta entonces hay mucha ambigüedad.

Pregunta:
Nos ha querido dejar claro que las guerras carlistas no fueron vascas, sino que fueron guerras españolas; yo creo que eso es evidente. Pero qué opina respecto a que si en esas guerras carlistas las teorías de sabino Arana y todo el movimiento aranista no hubiesen tenido acogimiento, si no está la raíz de ese aranismo en el tema carlista previo. Y por darle un pequeño ejemplo, le diré que hoy en día tenemos aquí una calle a nombre de Zumalacarregui, y eso que nos bombardeó y os sitió; y teníamos otra calle que estaba a nombre de Espartero, que nos trajo la paz con su famoso abrazo, y la pusieron a nombre de Juan de Ajuriaguerra que era un hombre del Partido Nacionalista Vasco.

Juan Pablo Fusi:
Empiezo por el segundo, por esto que acaba usted de decir, porque me lo facilita muchísimo. Que el nacionalismo hoy diga y se reclame de Zumalacarregui, que diga que aquí ha habido un conflicto permanente, ahí tienen ustedes las guerras carlistas, no hace cierto ese argumento. Claro que el nacionalismo lo quiere, y si se encontrase que Legazpi, que Elcano, en lugar de firmar “Un castellano de Guipúzcoa”, hablaba euskera y le dijo a Carlos V “no te entiendo, vete de aquí”, pues hubieran estado absolutamente maravillados y tendrían a Elcano con una estatua inmensa en lo alto del pico Serantes.
La mitificación del pasado, la manipulación del pasado, la han hecho todos los nacionalismos, no sólo el nacionalismo vasco. El nacionalismo, decía Ernest Renan –a cuyo libro ‘¿Qué es una nación?’, de 1880 y tantos, Andrés de Blas le puso un prólogo–, dice que todo nacionalismo falsea su propia historia. Porque además, primero la antigüedad; segundo la victimización; tercero por la punición que pudo ser la abolición de los fueros como consecuencia de las guerras carlistas; cuarto, porque lo que sí es cierto es que sociológicamente la gente que se hace nacionalista a partir de 1890 ó 1894, cuando empieza el nacionalismo vasco, son casi indiferenciables de los carlistas, son casi los mismos. Ahora, el carlismo hasta 1936, decir que son vascos en la Guerra Civil, las primeras fuerzas armadas que entran en el País Vasco, las brigadas navarras, son todos voluntarios carlistas, se llenó la Plaza del Castillo de gentes así, armados, que bajo mandos militares, inteligentemente por parte de los nacionales, en lugar de ponerle al dueño del estanco de la esquina que es muy valiente y se ha puesto una boina roja pero que no entiende nada, pusieron a los mandos militares al frente y fueron mucho más eficaces. Pero estamos hablando de unas brigadas navarras que son 30 ó 40.000, de los cuales, les diría que el 80%, son carlistas navarros. El carlismo es un movimiento español, otra cosa es que tengan un fuerte arraigo aquí, y que por lo tanto, lógicamente, al nacionalismo vasco católico, ultracatólico, que define los fueros como códigos de soberanía, le interese ese mundo carlista.
Pero fíjese, los primeros grandes enfrentamientos, las grandes polémicas, le estoy hablando de 1910, 14 ó 15, que hay por escrito en libros, que apasionaron a la opinión pública vasca, son entre carlistas y nacionalistas. Víctor Pradera, que también pagó con su vida, diputado carlista por Tolosa en 1918, se le cayó la garganta al suelo de acusar al nacionalismo, de denunciar al nacionalismo en las Cortes Españolas entre 1918 y 1936. Por tanto, hay una apropiación de la historia carlista por parte del nacionalismo. Porque es la guerra, porque Zumalacarregui era parecido a lo que he dicho de Ignacio de Loyola, hosco, reservado, autoritario como él solo; tenaz, pero tenía un halo carismático que impresionaba a la gente, conmocionaba, no se podía aguantar su mirada y salían temblando de su presencia; sin duda era un gran líder, una historia muy romantizada.
Es importante lo de la memoria, que no se olviden los 815 ó 817 muertos en la euforia de la negociación, ya que nos dicen que nos olvidemos de la Guerra Civil, nos hemos olvidado de la guerra de los carlistas, esa población pequeña. En la primera guerra carlista murieron 200.000 personas, y decimos que eran románticos, luchaban por su independencia. Además, la iconografía que hay de ellos es magnífica, parecen húsares, con unos uniformes brillantes; 200.000 muertos en una España de 18-19 millones de habitantes de 1833 al 40. Y no ni siquiera tenemos memoria de la crueldad de esas guerras, porque hubo amnistía y reconciliaciones y perdones.
Bueno, repito: hay una apropiación de esa historia por parte del nacionalismo, hay un silencio por parte del nacionalismo cuando hablamos de la memoria histórica. Eso que ha dicho usted, cambiarle a Espartero, para que nadie sepamos que el Duque de Luchana, quien liberó Bilbao, fue el general Espartero; y que había liberales aquí. Hay alguien que está interesado en silenciar esa historia y en enfatizar la historia del carlismo como vasco.
Hay un fondo común sobre los fueros, pero sobre el fuerismo católico, no carlista; los carlistas nunca reconocieron los fueros como códigos de soberanía, sino como la contribución del País Vasco a la monarquía española. Siempre dijeron eso, y estuvieron con Franco, no precisamente con el País Vasco, en la guerra del 36.
El carlismo saben que ha desaparecido, de mala manera, y no queda nada. Y los historiadores hasta nos compadecemos del movimiento carlista, que lo ha barrido la historia, como a la CNT, etc. Decía Don Julio Caro Baroja por los carlistas entre el 36 y 38: “por una guerra que ganaron… y han desaparecido”.

Pregunta:
En primer lugar, le felicito. Porque el Lehendakari nos está hablando últimamente –yo le he oído en varias ocasiones– de que “desde la abolición de los fueros 1832”, como que eso fue la debacle que nos ocurrió al País vasco y ya no nos hemos recuperado, estamos en al ruina moral… de la bota de Madrid… Entonces, en primer lugar le agradezco porque me ha aclarado muchas cosas que desconocía, y creo que a la mayoría. En segundo lugar, yo simplemente resugeriría que esta conferencia que usted ha dado, que al fin y al cabo es una lección de historia, pues sería muy interesante que se publicara en un librito, que no fuera solamente para los no nacionalistas, sino también para los nacionalistas, para aclarar ideas y no dejarnos… Yo, desde este punto de vista, creo que tendría mucha aceptación. Nada más. Muchas gracias.

Juan Pablo Fusi:
Se lo agradezco, pero le diré que en algún determinado momento… no es la misma situación y voy a ser un poco injusto, pero tiene gracia: alguien, algún franquista, ministro de Educación y Cultura, que sería un hombre culto a pesar de que estuviera en aquel régimen, le sugirió a Franco la repatriación del Guernica; y Franco le miró y le dijo: “Me parece que no nos van a dejar”. Digo que es injusto porque hoy se puede publicar lo que uno quiera, pero que lo vayan a difundir por aquí, y por allá….

Editores, 5/5/2006