EL MUNDO – 26/01/16
· Los dos dirigentes pactan por teléfono conformar equipos para «explorar la gobernabilidad»
Mariano Rajoy abrió ayer una negociación formal con Ciudadanos después de renunciar el viernes a someterse a la investidura y en medio de las críticas dentro y fuera del partido a su falta de iniciativa para intentar formar Gobierno. Pese a que en el PP se defendía que mantener conversaciones serias con Albert Rivera carecía de sentido porque sólo con su apoyo no es posible que Rajoy sea investido –es necesaria también la abstención del PSOE–, el presidente en funciones contactó ayer con Rivera y ambos acordaron que «los equipos de C’s y PP inicien conversaciones para analizar la situación política y explorar fórmulas que permitan que la legislatura eche a andar y sea posible la gobernabilidad de España», según indicaron fuentes de Ciudadanos. Estas conversaciones, precisaron, se producirán cuando el Rey Felipe VI concluya la ronda de conversaciones que se iniciará en breve.
Como sucedió con el pacto de la Mesa del Congreso, Ciudadanos se arrogó ayer la virtud de haber sacado a Rajoy del letargo en el que se sumió tras la negativa de Pedro Sánchez a negociar. Fuentes del partido certifican su sorpresa de que el presidente en funciones «no diera ningún paso» para recabar el apoyo necesario a su investidura.
De hecho, las fuentes consultadas admitieron que criticar públicamente esta actitud (Rivera tildó a Rajoy de «irresponsable») podría forzar un movimiento del presidente del PP. Ese paso se produjo ayer. El jefe del Ejecutivo en funciones mandó un mensaje a Rivera para hablar y el líder de C’s le contestó con una llamada. Fue una breve conversación, pero de ella ha derivado el inicio de una negociación previsiblemente más profunda que la correcta comunicación desplegada hasta ahora.
La intención de Rivera es mantener contactos con el PSOE, también después de que el Rey finalice su nueva ronda de consultas. Ciudadanos puso el acento ayer en que la conversación con Rajoy «afianza su rol de negociadores», su pretendido papel de «árbitro» entre PP y PSOE, y la garantía de que se acometan reformas que «los dos grandes partidos no se atreven a hacer». Eso sí, a día de hoy la posición de Ciudadanos es que votarán en contra de la investidura de Rajoy o de Sánchez y sólo se abstendrán si aceptan el plan de reformas que planteen.
El PP dio ayer por buenas todas las explicaciones que quiso ofrecer Ciudadanos y oficialmente sólo se limitó a transmitir que no comenta las conversaciones «privadas» de Rajoy. No obstante, la posición de la dirección del PP es que no valía la pena abundar en las negociaciones con Ciudadanos porque con ellos solamente no se puede gobernar. De todos modos, otras voces dentro del partido defendían que se podía haber cerrado un programa de gobierno con Rivera y poner al PSOE en la tesitura de aceptarlo o no. Lo sorprendente es que Rajoy dé el paso ahora, cuando es posible que tras su renuncia ante el Rey encargue a Sánchez formar Gobierno.
Los populares han interiorizado que en estos momentos carecen de margen de maniobra para lograr que Rajoy siga al frente del Ejecutivo y se disponen únicamente a esperar a que cambien las circunstancias en las próximas semanas o en los próximos meses, tras una nueva convocatoria electoral. Porque, aunque creen que con otras elecciones su resultado podría mejorar, no descartan que sigan necesitando la abstención del PSOE para poder gobernar.
Por ello, en este escenario toda la preocupación del PP está volcada en la situación interna del PSOE. Después de muchos contactos con dirigentes socialistas, de la vieja guardia y de la nueva, han llegado a la conclusión de que el relevo de Sánchez está cerca. Si no convocan ya un congreso, tienen al menos la convicción de que no repita como candidato. A ese cambio de escenario se agarran para que Mariano Rajoy pueda formar finalmente Gobierno, en las próximas semanas o con nuevas elecciones de por medio.
Por lo pronto, ayer, con distintas declaraciones públicas, calentaron el Comité Federal del PSOE del sábado poniéndose del lado de los que quieren impedir el pacto con Podemos.
EL MUNDO – 26/01/16