Rajoy acusa a Mas de «arrastrar» a los catalanes a un «dilema imposible»

EL CORREO, 28/10/12

Culpa al presidente de la Generalitat de «abdicar» de sus obligaciones en el Govern por miedo a aplicar nuevas medidas contra la crisis

Mariano Rajoy cree que Artur Mas ha ido demasiado lejos con su pulso separatista. Y no porque tema que pueda lograr su objetivo de una Cataluña independiente, sino porque considera que los planteamientos «quijotescos» del presidente de la Generalitat puedan provocar una ruptura en la propia sociedad catalana a la que «arrastra al dilema imposible» de tener que elegir si renuncia a una Cataluña española y europea.

Más de un mes ha tardado el presidente del Gobierno en plantarse en ese territorio, como le solicitaba parte de su partido, y responder a los nacionalistas catalanes. Lo ha hecho en Barcelona, durante la clausura de la 19 Intermunicipal del PP. Rajoy llevaba varios días preparándose este discurso. Evitó sus habituales rodeos para intentar que su mensaje fuera lo más claro y conciso posible. No quería que se le interpretara mal, según confesó en varios momentos de su intervención. «¡Por fin!», exclamó un miembro de la dirección del PP como elogio a las palabras del líder, que auguró con rotundidad inusual hasta ahora que no habrá ni fracturas, ni divisiones ni peleas. «Nada va a separar a los catalanes de lo que es suyo; Cataluña es España y España es también de los catalanes».

Fue una estrategia de palo y zanahoria. Rajoy recuperó su oferta para reformar el sistema de financiación autonómica, una aspiración que calificó de absolutamente humana. «Y como comprendo eso y lo entiendo, estoy y estaré siempre dispuesto a escuchar, hablar y negociar; siempre». Esta fue la zanahoria. A renglón seguido vino el palo. Acusó a Mas -al que no citó por su nombre ni una sola vez- de «abdicar» de sus obligaciones como gobernante por temor a tener que aplicar nuevas medidas impopulares para sacar a Cataluña de la crisis, con lo que coincidió con su candidata a la Generalitat, Alicia Sánchez Camacho, que el viernes llamó «cobarde» a Mas, aunque suavizando las formas. Ayer, toco elevar la tensión.

En este bucle de una de cal y otra de arena, se mostró comprensivo con los «nervios y dificultades» que debe enfrentar un presidente en una coyuntura de crisis económica tan grave como en la actual. Pero esa encrucicijada, a juicio de Rajoy, no le otorga ningún derecho a engañar a los ciudadanos con promesas de que todo irá mejor con una «huida hacia la nada» o alimentando la idea de que fomentar la división entre catalanes y el resto de españoles es la panacea. Por ello retó a Mas a reconocer que «fracturar la cohesión de la sociedad catalana no pagará ni nóminas ni facturas». Todo lo contrario, añadió, este órdago «empobrecerá a sus compatriotas».

Mejoría económica en 2013

En un momento de su discurso, muy aplaudido por los asistentes, Rajoy dedicó a Mas los mismos reproches que hizo desde la oposición al entonces presidente José Luis Rodríguez Zapatero. «Yo pensaba, y esto es duro, que los tiempos de frivolidad, levedad e irresponsabilidad se habían superado, pero parece que alguno sigue en esta estela», espetó. Una reflexión que le sirvió para exponer el rechazo que le provoca oír a un presidente proclamar que se saltará la ley a la torera, en referencia al anuncio de Mas de que convocará un referéndum indepedentista en Cataluña sin seguir los pasos que marca la ley y la Constitución. «Yo no me saltaré la ley -advirtió- porque es mi obligación como presidente del Gobierno y como demócrata».

En el capítulo económico, después de conocerse que la cifra de paro en España roza ya los seis millones de desempleados, Rajoy se mostró convencido de que el año 2013 será mejor que 2012 y que la crisis, según se intuye por algunos indicadores como la balanza comercial, podrá empezar a superarse «dentro de poco». Aprovechando la presencia de numerosos cargos públicos del PP en el auditorio, el presidente del Gobierno instó a las administraciones locales a pagar a los proveedores, controlar el déficit público y no gastar más de lo que ingresen.

EL CORREO, 28/10/12