ABC 07/12/12
No hay causa ni motivo por el que el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, considere que la Constitución debe ser, hoy por hoy, modificada.
Ni la preeminencia del varón sobre la mujer al heredar la Corona española, ni la Cámara Alta y menos aún consideraciones territorialistas. Rajoy acudió ayer al Palacio del Senado para conmemorar el 34 aniversario de la Carta Magna con más que una declaración rotunda bajo el brazo. Llegó decidido a realizar una «reivindicación» en toda regla: la vigencia de la Carta Magna es «plena en el día de hoy» y, su articulado, un «marco que debemos conservar para los próximos años», dijo nada más llegar. No dejó espacio para mover un coma.
Poco después, en conversación informal con los periodistas, el jefe del Ejecutivo explicó su categórica posición. Para que se pueda cambiar la Constitución, a su juicio, se tienen que dar tres circunstancias. La primera, que exista un objetivo claro a conseguir. Por ejemplo, reconoció, acabar con la preeminencia del varón sobre la mujer al heredar la Corona española o la reforma del Senado. Pero, además, debe existir el máximo consenso político posible. Prácticamente tanto, apuntaron otras fuentes del Gobierno, como el que existió cuando se aprobó la Constitución de 1978. Y tercero, y tan importante, que exista el «momento político oportuno» para realizar estos cambios. Algo que, según miembros del Ejecutivo, no se produce ahora ni parece que vaya a existir durante la presente legislatura.
Rajoy también apeló al espíritu de 1978 para mostrar su «absoluto convencimiento» de que España podrá superar la crisis actual. «Si algo de positivo hay que sacar de aquella Constitución es que demostró que las situaciones difíciles y complejas se pueden superar trabajando con empeño, determinacion y coraje ». Además, repasó los logros de la Carta Magna. La introducción de «derechos y libertades que los españoles no tenían», junto con la cesión de gasto y competencias a las autonomías, y la entrada en una etapa de España «de bienestar y progreso». Además, recordó, ya ha sufrido dos modificaciones: tras el Tratado de Maastrich y para la Ley de Estabilidad Presupuestaria.
Crece el debate
Pese a su rotunda posición, el presidente, sin embargo, no logró evitar que el cóctel que siguió al acto de conmemoración de la Carta Magna se acabara convirtiendo en una suerte de debate sobre la conveniencia de su reforma o adaptación entre las autoridades políticas presentes. Con el presidente del Senado, Pío García-Escudero, abriendo la puerta a un retoque constitucional y el del Congreso, Jesús Posada, cerrándola, el Salón de los Pasos Perdidos de la Cámara Alta albergó ayer a más partidarios de mantener el texto constitucional que de lo contrario.
La voz más alta a favor de una modificación de la Carta Magna fue la del secretario general del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba. «No estoy de acuerdo con todo lo que han dicho los presidentes del Congreso y el Senado, pero hoy no es el día de comentar discursos institucionales», explicaba en uno de los corrillos. Empezó reclamando que «se cumpla» el contenido de la Carta Magna y continuó defendiendo su «adaptación a los tiempos» y «no solo en el aspecto territorialista». Abogó por la inserción de un nuevo artículo 27 bis que reconozca la sanidad pública dentro del capítulo de derechos, como la educación pública ya que hoy la Constitución la considera un principio inspirador.
Ausencia nacionalista
Nadie fue más allá aunque cierto es que el coordinador general de IU, Cayo Lara, lanzó su reivindicación ante las cámaras de televisión y se fue sin participar en el acto, y que ningún representante nacionalista acudió. Faltaron CiU, PNV, ERC, BNG, Geroa Bai, Amaiur y Compromís-Equo aunque, sin lugar a dudas, la gran ausente del día fue la coalición de Mas. No solo por la falta de sus líderes sino porque ha pasado de monopolizar casi cada diálogo político durante las últimas semanas a apenas aparecer en las conversaciones. Rajoy se negó en rotundo a hablar de la situación, ni siquiera quiso revelar si había hablado de nuevo con el presidente de la Generalitat, Artur Mas, y el debate catalán solo hizo acto de presencia —y por la polémica educativa— en el corrillo del ministro del ramo, José Ignacio Wert. Con todo, fue significativa la ausencia del portavoz de CiU en el Congreso, José Antonio Durán Lleida, después de que la semana pasada defendiera su obligación de restaurar la relación institucional con el Gobierno.
Artur Mas, no obstante, fue uno más de los presidentes autonómicos que no asistieron. Sonada fue la ausencia del lendakari en funciones, el socialista Patxi López, y junto a él faltaron los líderes de la Comunidad Valenciana, Alberto Fabra; La Rioja, Pedro Sanz Alonso; Baleares, José Ramón Bauzá,; Murcia, Ramón Luis Valcárcel; Cantabria, Ignacio Diego; Navarra, Yolanda Barcina; y Asturias, Javier Fernández. Sí asistieron los presidentes de Andalucía, José Antonio Griñán; Galicia, Alberto Núñez Feijóo; Aragón, Luisa Fernanda Rudi; Canarias, Paulino Rivero; Extremadura, José Antonio Monago; Castilla y León, Juan Vicente Herrera; Castilla-La Mancha, María Dolores de Cospedal y Madrid, Ignacio González.
La economía, siempre
De poco más se debatió más allá de la preocupación permanente: la situación económica que salió a relucir de una manera u otra prácticamente en todas las conversaciones. Mariano Rajoy, insistió en el que se ha convertido en su último mantra: el año 2013 será mejor y el siguiente será el momento de crecer y crear empleo, aunque no quiso entrar en su decisión de no actualizar las pensiones.
Igual que cuando se le preguntó por Cataluña, rechazó decir hablar una palabra escudándose en que dentro de tres semanas, el próximo 28 de diciembre, ofrecerá una rueda de prensa para analizar la situación del país y allí, aseguró, contestará todas estas cuestiones. Hasta entonces, habrá que seguir esperando.
ABC 07/12/12