Rajoy en el purgatorio

IGNACIO CAMACHO – ABC – 15/03/16

· A nadie beneficia más la continuidad de Rajoy que a Rivera. Un PP renovado dejaría a C’s sin parte de su razón de ser.

Una regla tribal de la política establece en los partidos la obligación automática de cerrar filas alrededor de cualquier líder cuestionado por los adversarios (los de fuera; los de dentro se llaman enemigos). Se trata de un proceso tan primitivo como universal de supervivencia que sin embargo los opositores suelen a veces aprovechar para consolidar con maquiavelismo táctico a dirigentes desgastados cuya presencia les conviene al frente de la organización rival. Las operaciones adhomi

nem no siempre tienen el objeto de derribar al acosado; hay ocasiones en que resulta mucho más útil su permanencia amortizada y por tanto lo que se persigue al cuestionarlo es estimular el mecanismo de autoprotección que todo clan activa cuando se siente hostigado.

Esa parece ser la intención de Albert Rivera en su cada vez más nítido veto a Rajoy, y si lo es ha tenido éxito: el PP ha hecho piña en torno a su marchito liderazgo. El presidente, que tal vez haya llegado a dudar, se ha enrocado frente a la presión exterior y el partido se vuelve a cohesionar en un blindaje que sólo sirve para aislarlo. Al marianismo lo que mejor se le da es resistir y en la resistencia encuentra un desafío con el que crecerse. Pero en esa obsesiva firmeza reside su principal debilidad: el que resiste no avanza.

El principal interesado en la continuidad de Rajoy es Ciudadanos. Un PP con un candidato –o candidata– nuevo, diez o quince años más joven e imposible de relacionar con la corrupción no sólo podría recuperar votos de centro-derecha, sino que dejaría al partido naranja sin parte de la razón de ser de su proyecto regeneracionista. En caso de nuevas elecciones, nada le beneficia más a Rivera que enfrentarse de nuevo a un rival de perfil anquilosado y bajísima aceptación de opinión pública. El desafecto sociológico hacia el presidente es injusto porque menosprecia sus logros de estabilidad, su visión de Estado y su temple en situaciones críticas; pero es objetivo, real, inapelable. Y la política no tiene otro material de trabajo que los fenómenos reales.

Por eso C’s ha asumido, como parte de su pacto con el PSOE, esa tarea de bloquear al marianismo en su burbuja defensiva. Sánchez lo margina de cualquier opción de gobierno y Rivera lo empuja a sucederse a sí mismo si hay que volver a las urnas. A ambos les interesa, para hoy y para mañana, un PP inmóvil, enjaulado en un purgatorio electoral y con el crecimiento techado.

Por tanto lo que más desencajaría su estrategia sería un movimiento inesperado. Un quiebro de flexibilidad que retirase la diana o transformase la naturaleza inerte del blanco. La célebre previsibilidad marianista se ha convertido en su flanco débil porque este es un tiempo de soluciones imaginativas y respuestas ágiles. Quizá haya llegado la hora de las sorpresas. El momento de que la derecha cambie las preguntas antes de que le cambien las respuestas.

IGNACIO CAMACHO – ABC – 15/03/16