Rajoy o el hijo devorando a sus padres

Roberto Blanco Valdés, LA VOZ DE GALICIA, 21/12/11

E ntre otras muchas, hay dos buenas razones para considerar que con la elección de Rajoy como presidente del Gobierno ha comenzado un nuevo ciclo político, solo comparable a los que iniciaron Suárez y González. De hecho, esas dos razones guardan estrecha conexión con lo que significaron las respectivas presidencias de uno y otro.

Así, en España se abrió ayer un nuevo ciclo, en primer lugar, porque desde 1982 nunca la victoria del ganador había sido tan contundente ni la derrota del perdedor tan estrepitosa. No es este, sin embargo, el aspecto de la cuestión al que ahora me interesa referirme, porque ya en su momento lo he tratado.

En realidad, el segundo de los motivos para hablar de nuevo ciclo es mucho más trascendental. Y ello porque desde la época de Suárez, el centroderecha no había encontrado un líder del perfil del primer presidente democrático: es decir, un dirigente más inclinado al centro que escorado a la derecha. El caso de Fraga, hombre muy conservador y de un talante autoritario, no necesita comentarios, como tampoco el de Aznar -su sucesor-, que más que un político pragmático de centro era un ideólogo de derechas, al que le hubiera costado trabajo ganar las elecciones de no ser por la gran ayuda que le prestó el nutrido grupo de corruptos del PSOE en la última etapa de González: de hecho, Aznar obtuvo su primera victoria por los pelos.

Teniendo en cuenta ese perfil de los líderes del centroderecha y la ubicación mayoritaria en el centro, tirando a la izquierda, del electorado español, es fácil explicarse que, desde 1977, el PSOE haya gobernado, en números redondos, 22 años por 13 de la suma de UCD más el Partido Popular.

Esa y no otra es la razón por la que el PSOE ha vivido siempre obsesionado por colocar a sus adversarios del PP en la derecha pura y dura. Y esa es la razón por la que es posible que torear con Rajoy les resulte mucho más complicado que fue hacerlo con Fraga (una auténtica garantía de victoria) y con Aznar.

Quien haya visto sin anteojeras el debate de investidura habrá podido comprobarlo con toda claridad. La discusión, siempre de guante blanco y caracterizada desde el primer momento por una reconfortante falta de agresividad que no se contemplaba en el Congreso desde hace muchos años, estuvo marcada decisivamente por un Rajoy que ofreció la mejor imagen de un político de centroderecha desde los tiempos de Suárez: en el fondo y en las formas. De ahí el empecinamiento de sus adversarios en que Rajoy diga de una vez lo que desde hace meses desean escucharle.

Porque aunque es cierto que con seguir en el centro político no le llegaría a Mariano Rajoy para ganar en el año 2015 si no nos saca de la crisis, lo es también que si se escorase a la derecha, la salida de la crisis podría coincidir con su salida del Gobierno.

Roberto Blanco Valdés, LA VOZ DE GALICIA, 21/12/11