EL MUNDO – 13/01/16
· Mariano Rajoy dio ayer otro pequeño paso en su oferta de gran coalición, al ofrecer el primer esbozo del programa que podría pactar con el PSOE, si consigue su respaldo, y también con C’s. Ante la Junta Directiva del PP, reunida para ratificar los nombramientos en el Congreso y en el Senado, Rajoy insistió en la idea de un Gobierno «viable y coherente» que sumaría «muchos votos y muchos escaños» y que permitiría hacer «por consenso las grandes reformas pendientes».
Un Gobierno que, según el presidente, además de consolidar la recuperación económica y preservar la unidad de España, deberá «reordenar el marco institucional, luchar con mayor eficacia contra la corrupción, poner las bases de un crecimiento más inclusivo y sostenible, mejorar la educación de los jóvenes y las competencias de los adultos, garantizar un Estado del Bienestar sólido y sostenible y luchar contra el terrorismo».
A la espera de que Rajoy profundice en estas propuestas en su discurso de investidura, el atisbo de oferta realizado ayer traspasa algunas de las fronteras de la política del PP en esta legislatura. Hasta ayer no figuraba en su horizonte ninguna reorganización institucional, ni la búsqueda de más eficacia contra la corrupción, de una mejora de la educación o de la defensa de un crecimiento inclusivo y sostenible.
Y es que, según Rajoy, los españoles el 20-D dieron un mensaje claro: «Que hagamos un esfuerzo para escucharnos los unos a los otros y para compartir tarea». Por ello, ayer volvió a instar a quienes comparten los principios constitucionales –PSOE y Ciudadanos– para volver a hablar de cara al proceso de investidura. «Creo que esto es lo razonable. Un Gobierno con amplio apoyo respetaría la voluntad mayoritaria de los españoles», señaló. Y explicó que «hay varias fórmulas para articular esa cooperación política, desde un Gobierno de todos hasta el apoyo parlamentario, un programa concertado, un plazo convenido».
No obstante, pese a considerar que un Ejecutivo encabezado por él con el respaldo de Pedro Sánchez y Albert Rivera es la opción más «sensata», el presidente admitió que existen otras alternativas numéricas. El pacto PSOE-Podemos-IU que, dijo, necesitaría «el apoyo vía voto a favor o vía abstención de partidos (ERC y la antigua Convergència) que están en este momento participando en un Gobierno que quiere liquidar la unidad nacional». Esto, defendió Rajoy, es un «disparate para hoy y para el futuro», después de que desde Cataluña tras la elección del nuevo president se hayan insinuado mensajes de que sería mejor un Gobierno en España que no sea del PP.
Por este motivo, aunque empezó siendo pedagógico sobre la necesidad de una gran coalición, el discurso del presidente acabó convertido en un tú a tú con Sánchez. Públicamente le preguntó: «¿Qué va a dar a los que están planteando la liquidación de la soberanía nacional?», y le afeó su propuesta de reforma constitucional porque, recordó, carece de apoyos suficientes en el Congreso y en el Senado. «Puedo entender las urgencias y ambiciones personales de alguno –indicó sobre Sánchez–, pero creo que la situación actual requiere un mínimo de sensatez». Y si la alternativa de izquierdas e independentistas le parece a Rajoy un disparate, lo mismo le ocurre con un pacto PSOE-Podemos-C’s que, en su opinión, sería un Gobierno «a ninguna parte» y duraría poco porque tienen planteamientos distintos.
Ante estos funestos escenarios el PP se dispone a esperar, dividido entre quienes creen que habrá Gobierno de Sánchez y los que apuestan por nuevas elecciones. Mientras tanto, Rajoy continuará insistiendo en su oferta de pacto, que redondeará en el discurso de investidura, y a la vez se dedicará a advertir de las concesiones que podría acarrear el apoyo al PSOE de los independentistas.
Con el partido imbuido en un ejercicio de paciencia colectiva, Rajoy reclamó ayer el apoyo de la organización para posponer el congreso hasta «que se despeje la situación a nivel nacional». «Cuando haya un Gobierno», precisó. Hace sólo tres semanas el ex presidente del Ejecutivo José María Aznar defendió la convocatoria de un congreso para reflexionar sobre la evolución electoral del PP. Rajoy cree que lo más «razonable» y «ordenado» es esperar. En caso de nuevas elecciones, sin congreso de por medio, Rajoy sería automáticamente candidato.
Había acuerdo. Un rato después no. Pasados los minutos cambiaban los matices, bailaban las sillas. Las conversaciones se sucedían. Pero a media tarde de ayer hubo fumata blanca: Patxi López será nombrado hoy presidente del Congreso con los voto a favor de Ciudadanos. Lo que Pedro Sánchez se esforzó por vender como un acuerdo con Ciudadanos y no con el PP fue, en realidad, un acuerdo a tres bandas, con llamadas telefónicas entre los líderes de los tres partidos. Finalmente el PP tendrá tres de las nuevas sillas de la Mesa del Congreso, el órgano rector de la Cámara, y PSOE, Podemos y Ciudadanos se repartirán dos asientos cada uno.
El reparto de las sillas, cuántas corresponderían a cada partido, fue uno de los grandes puntos de fricción que a punto estuvieron de imposibilitar el acuerdo. Por eso, Rajoy, en su discurso en la Junta Directiva del PP, señaló que el acuerdo no estaba cerrado. A última hora de ayer, fuentes populares lo certificaban. Había pasado el riesgo de ver esfumarse una de sus tres sillas –hubo conversaciones con el PNV para que tuviera un cargo–, dos vicepresidencias y una secretaría: Celia Villalobos, Rosa Romero y Alicia Sánchez-Camacho, respectivamente.
Rajoy renunció a presentar un candidato a la Presidencia del Congreso, sabedor de que tenía perdida la batalla con PSOE y Ciudadanos. Pero, al menos, se garantizaba tener un puesto más y contar con una mayoría de centro derecha, sumando los dos votos de Ciudadanos.
La resignación del PP contrastó con la sensación del PSOE, que celebró ayer como su primer éxito en esta legislatura la elección de López. En el partido esperan que sea el preludio de la investidura de Sánchez como jefe del Gobierno dentro de unas semanas. La secretaría que ostenta será para Micaela Navarro.
Fuentes de la dirección socialista aseguraron a EL MUNDO que el nombramiento de un socialista como tercera autoridad del Estado supone que «el cambio es posible» y que «quien lo lidera es el PSOE».
Pedro Sánchez se ha empleado a fondo en los últimos días en convencer a Albert Rivera y a Pablo Iglesias para que apoyaran la elección del ex lehendakari. Con el líder de Ciudadanos le fue más fácil desde el principio, como confirmaron fuentes socialistas y naranjas, ya que el dirigente catalán valoró desde un primer momento el perfil de consenso y estadista del candidato del PSOE. Con Iglesias, sin embargo, no fue posible el acuerdo por «sus propias tensiones internas», dijo Pedro Sánchez, en referencia a su reivindicación para contar con cuatro grupos.
El PSOE no ha querido acordar nada con el PP. Además de huir de la sombra de la gran coalición, no le hacía falta: con los 130 votos que tiene con la suma de socialistas y Ciudadanos le basta para ganar al PP en la segunda votación para el presidente de la Cámara.
Satisfacción era también la sensación en Ciudadanos. Por representación (40 diputados) podía quedarse sin ningún puesto en la Mesa y sale de las negociaciones con dos secretarías, que ocuparán Ignacio Prendes (ex de UPyD) y Patricia Reyes (diputada por Madrid). «Lo que hay es un acuerdo entre los tres partidos. ¿Cómo no iba a haber un acuerdo si el que ha ganado las elecciones no presenta candidato a presidir el Congreso?», lanzó ayer Rivera. «Hay un acuerdo a tres, lo que pasa es que a PP y PSOE les cuesta mucho decirlo en público». Rivera en todo momento se mostró contrario a que el PNV pudiera tener una secretaría.
Podemos, que quedó al margen del acuerdo por su pretensión de contar con cuatro grupos en el Congreso –idea rechazada por el resto de fuerzas–, se llevó una vicepresidencia (Gloria Elizo) y una secretaría (Marcelo Expósito).
EL MUNDO – 13/01/16