EL CORREO 16/01/14
El presidente y la líder del PP vasco dan por superado el último desencuentro con los jeltzales en la antesala de la visita de Urkullu a La Moncloa
Mariano Rajoy y Arantza Quiroga se reafirmaron ayer en la necesidad de tener al lehendakari, Iñigo Urkullu, como compañero de viaje en la gestión del final definitivo del terrorismo, a pesar de sus profundas discrepancias en política penitenciaria. El presidente del Gobierno y la líder del PP vasco llegaron a esta conclusión durante la entrevista que mantuvieron ambos en La Moncloa para abordar la situación política de Euskadi, antesala del anunciado encuentro de Rajoy con Urkullu.
Para preparar esta cita, que aún carece de fecha oficial, el jefe del Ejecutivo y Quiroga valoraron los esfuerzos del PNV por retomar la relaciones políticas e institucionales con los populares tras el desencuentro vivido por el apoyo de los jeltzales a Sortu en la manifestación del sábado en Bilbao, convocada en respuesta al veto judicial a la tradicional marcha con la que la izquierda abertzale reivindica los derechos de los presos de ETA. Rajoy y Quiroga se conjuraron ayer para recomponer los puentes con la formación jeltzale y recuperar la confianza que se haya podido perder en esa protesta, en la que se corearon lemas a favor de los reclusos etarras y la amnistía.
De hecho, el presidente se comprometió ante la dirigente vasca a mejorar la sintonía con el Ejecutivo del PNV, como confirmará con su recepción a Urkullu, y a proyectar una mayor presencia en la consolidación de la paz, ahora que la crisis económica parece darle una tregua. Su jefa de filas en Euskadi defendió de alguna forma una mayor implicación del Gobierno central en la gestión del final definitivo de la violencia sobre la «premisa básica» de la disolución de ETA.
Precisamente, es en este punto donde el PP quiere retomar la línea de actuación conjunta con el PNV. Para los dos líderes populares, la participación del Gobierno vasco es un «complemento» imprescindible para cerrar «bien» la página de ETA, según informaron fuentes conocedoras de la reunión. La entrevista, que duró casi dos horas, tuvo un carácter discreto –no se convocaron a los medios gráficos ni comparecencias públicas posteriores– y se convirtió en el primer acto del presidente del Gobierno en su regreso a España tras su viaje oficial a Estados Unidos.
La cita reveló la determinación de la ejecutiva que lidera Arantza Quiroga por profundizar en la interlocución con el Gobierno central y por conservar las relaciones con el PNV en un momento clave para la consolidación de la paz y la recuperación de la economía, pese al encontronazo de la pasada semana. La decisión del partido de Andoni Ortuzar de manifestarse en la calle con la izquierda abertzale encendió todas las alarmas en las filas populares, que vieron en esa imagen una reedición del Pacto de Lizarra. El desencuentro puso a prueba la apuesta del PP vasco por el pacto con los peneuvistas.
Fuertes presiones
En medio de fuertes presiones de sus sectores más beligerantes en Madrid, los populares de Quiroga han sabido aguantar el tirón y no se han dejado arrastrar por las voces más críticas que pedían poco menos que la ruptura con el nacionalismo moderado. En vez de meter el dedo en la llaga de las desconfianzas, el PP vasco ha apostado por impedir un descosido mayor con el PNV y por recomponer los puentes, en una decisión que parece proteger la relación mutua entre Rajoy y el lehendakari de cualquier tormenta exterior. Una normalidad que evita al Gobierno de España eventuales tensiones territoriales con Euskadi tras el órdago soberanista de Cataluña.
Si el PP ha llegado a esta conclusión, debatida ayer por el presidente y Arantza Quiroga, ha sido porque ha detectado una voluntad recíproca en el PNV, partidario también de volver a la senda de la «tranquilidad». Los canales entre Sabin Etxea y la vicepresidencia del Ejecutivo han estado abiertos, incluso en los momentos de mayor tensión. Al parecer, el líder del EBB, Andoni Ortuzar, ha hecho uso de ellos para tratar de rebajar la tirantez en una comunicación mantenida con la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, nombrada por Rajoy interlocutora oficial en las relaciones con el PNV y el Gobierno vasco.
En las filas jeltzales se asume que el Ejecutivo de Rajoy no está en disposición de aplicar un cambio inmediato a sus políticas sobre ETA, como el propio presidente acaba de dejar de manifiesto en su periplo por Estados Unidos. Sin embargo, el partido de Ortuzar confía en que el eventual desarme de la banda, un gesto que Sabin Etxea espera que se produzca en el plazo de seis meses para encauzar el proceso de paz, permita al Gobierno español una agenda más flexible.En cualquier caso, el PP vasco y Rajoy compartieron ayer la necesidad «prioritaria» de que ETA se disuelva, antes de plantearse adecuar la política penitenciaria a la nueva situación creada por el cese definitivo del terrorismo. «Lo contrario sería caer en las exigencias de la izquierda abertzale», explicó un portavoz de Quiroga, que consideró «una injusticia» que se presente a su partido como «un obstáculo para la paz». En la entrevista, Rajoy dijo ser «muy consciente de la realidad» vasca y se comprometió a construir «desde la moderación» un futuro sin ETA.