EL MUNDO 06/12/13
· Ambos admiten que han mantenido conversaciones «a fondo» / Dicen que «no hay que abrirla en canal» y que es necesario el concurso de CiU y PNV
Rajoy y Rubalcaba ya no están en las antípodas. Siguen sin coincidir, pero se aproximan, y lo hacen en un tema no menor: la posibilidad de reformar la Constitución. Así lo dejaron entrever ayer ambos, cuando se celebraba el 35º aniversario de la Carta Magna y en un momento en el que arrecia la tormenta soberanista en Cataluña.
Conversan con frecuencia y lo hacen «a fondo» con un diálogo «franco y profundo». En esos contactos, como explicó el líder del PSOE, siempre está presente la Carta Magna, sus límites, sus posibilidades, los caminos que veta y los que abre.
Uno y otro comparten la idea de que los argumentos expuestos por el contrario «no son desdeñables». Rubalcaba afirma que Rajoy siempre ha escuchado los suyos con interés y atención, y el presidente del Gobierno lo admite pero reclama al socialista más «concreción» en sus propuestas.
«Yo no me cierro en banda», aseguró el jefe del Ejecutivo en conversación informal con los periodistas en el salón de Pasos Perdidos del Congreso de los Diputados, donde se conmemoraba un año más el cumpleaños de la ley de leyes.
Apenas unos minutos antes, en declaración institucional ante las cámaras y micrófonos, el presidente ya había afirmado que la Constitución «se puede reformar», lo que no implica, como explicó por su parte el líder de la oposición, que haya que «abrirla en canal».
Las condiciones que pone Rajoy como imprescindibles para embarcarse en un viaje de tal envergadura son tres. A saber: que exista un amplio consenso, tanto como el que se produjo en 1978 cuando se alumbró el texto actual, que sólo ha sido retocado puntualmente en dos ocasiones (para introducir el derecho de voto en elecciones municipales de los ciudadanos de la UE residentes en España y para incluir en el artículo 135 la cláusula de estabilidad presupuestaria).
Hace 35 años, el texto de la Constitución consiguió un apoyo extraordinario no sólo en la Cámara, donde recibió 325 votos a favor frente a 14 abstenciones y sólo seis en contra, sino también en la calle ya que los ciudadanos, convocados a referéndum, apostaron por ella en un 87,78%.
La segunda condición necesaria para el presidente del Gobierno es la de que deben existir «objetivos claros» a revisar, es decir: «para qué» se desean los cambios. Y es en este punto en el que coincide con Rubalcaba cuando éste insiste en que no se puede destripar el texto de arriba a abajo.
Y es que ambos se muestran de acuerdo en que la Constitución del 78, además de haber permitido vivir en democracia y prosperar, ha diseñado un modelo de Estado basado en el autogobierno y que, en palabras de Rajoy, «distribuye el poder por todo el territorio». Los dos creen igualmente que el balance de estos 35 años ha sido «absolutamente positivo».
Pese a ello, entre socialistas y populares sigue habiendo mucha distancia en relación con los puntos a reformar. El PSOE, en opinión del PP, pretende demasiado especialmente cuando se refiere al modelo de Estado. Ya que, según los populares, su pretensión es ofrecer una posición más cómoda a Cataluña. Este fin como palanca de la reforma constitucional es para el PP un grave error.
Ayer, Rubalcaba huyó de entrar en precisiones sobre esta cuestión, ni siquiera para explicar sus planteamientos federales. «De eso es de lo que tendríamos que hablar después», afirmó. Prefirió insistir en la necesidad de que la nueva España que salga de la crisis cuente con «un proyecto político compartido» y ahí es donde recalca que no debe haber posturas cerradas de partida, ni dar por hecho que no hay consenso, puesto que ni siquiera ha habido un primer intento de sentarse, hablar y comprobarlo.
Se trata, dijo el secretario general del PSOE, de llegar a un «mínimo común denominador que compartan todos los españoles», como ocurrió en 1978. Y que esta base de acuerdo dé lugar a «un nuevo proyecto común» que sea válido para la inmensa mayoría de los españoles.
Por el momento, el propio líder socialista aprecia un viraje en la posición del presidente, a quien el año pasado vio absolutamente cerrado a contemplar siquiera la hipótesis de los cambios. Rubalcaba se mostró por ello muy satisfecho. Como aseguró en conversación informal con los periodistas, el año pasado se sintió «un marciano» en la recepción del Día de la Constitución, porque fue el único que planteó su reforma frente al muro popular. Sin embargo, en los actos de ayer, se demostró que «la propuesta de reforma se está abriendo paso».
El tercer requisito, según el jefe del Ejecutivo, ahonda en la necesidad de que la hipotética reforma «sirva para unir y no para desunir». A esta reflexión se suma el líder socialista apuntando que la misma debería contar, además de con el acuerdo imprescindible de PP y PSOE, como mínimo con el concurso de las dos fuerzas nacionalistas: CiU y PNV.
El presidente incide en esta cuestión cuando advierte que debe tenerse muy claro «con quién se cuenta» a la hora de acometer la labor. Y es ahí, precisamente, donde en estos momentos, se enfrían las expectativas, porque Mariano Rajoy no ve ninguna pulsión de cambio en el nacionalismo catalán. De hecho, el presidente no cree como Rubalcaba que una reforma de la Carta Magna diluya las aspiraciones independentistas catalanas.
Rajoy sobre este punto sigue esperando que «se imponga el sentido común». Él pide «tranquilidad» y añade que sólo cuando vea los «hechos que se producen», tomará las «decisiones oportunas». Lo que sí deja claro el presidente –y no es la primera vez– es que no permitirá que «se rompa la soberanía nacional».
Sobre esta cuestión también se pronunció ayer la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría. La número dos mantiene que el Ejecutivo elegirá «la respuesta» que dará a la Generalitat de Cataluña cuando ponga definitivamente sobre la mesa su intención de hacer una consulta soberanista, «en función de la vía de presentación que haya escogido».
Con respecto al desafío independentista, el líder del PSOE consideró que la tensión secesionista en Cataluña «ha bajado». Rubalcaba mantiene que el desafío independentista abanderado por CiU y ERC responde a «un problema político», cuya solución debe ir más allá de «darles un par de transferencias y construir una carretera». «Si alguien piensa que esto se arregla así, se equivoca», dijo ayer.
De ahí el planteamiento federal del PSOE, con el que trata de volver a convencer a los nacionalistas catalanes y vascos de que apuesten por la unidad del Estado.
Es probable que la reforma de la Constitución vuelva muy pronto al Congreso. Como aseguró ayer Rajoy, el Gobierno está barajando que el Debate sobre el Estado de la Nación se celebre en febrero. En esa cita, sin duda, volverá a plantearse el cambio del texto constitucional.