EL CORREO 29/07/14
· El presidente del Gobierno y el nuevo líder de la oposición celebran un primer encuentro amable, aunque constatan sus diferencias.
Mariano Rajoy y el nuevo líder de la oposición, Pedro Sánchez, salieron ayer de su primer encuentro oficial en La Moncloa como habían entrado: sin ningún acuerdo concreto. Si alguien esperaba que, en vísperas de la reunión que mantendrá mañana con Artur Mas, el presidente del Gobierno iba a reconsiderar su negativa a abordar la reforma constitucional que plantea el PSOE para encauzar la presión independentista en Cataluña, erró. Su posición sigue siendo la de siempre. «En este momento no se dan las condiciones políticas necesarias –señaló en un comunicado– para articular una propuesta con un consenso similar al que concitó la Constitución actual».
Tampoco Rajoy pactó con Sánchez una respuesta común frente al desafío de la consulta soberanista que el presidente de la Generalitat pretende celebrar el 9 de noviembre en Cataluña. Y eso que, según el flamante secretario general del PSOE, su mutua oposición al referéndum fue prácticamente la única coincidencia que fueron capaces de hallar durante las casi tres horas de conversación «leal y abierta» que duró la entrevista. Eso y la idea de que la Unión Europea debe implementar políticas económicas expansivas.
Ante la eventualidad de que el Ejecutivo reclame su apoyo para aplicar el artículo 155 de la Constitución y suspender la autonomía de Cataluña –una opción que, por otro lado, jamás ha puesto sobre la mesa Mariano Rajoy–, el líder socialista lo tuvo claro: «Me parece que no tenemos que llegar a esos términos», dijo.
En lo demás, poca cosa. Sánchez fue a la casa del presidente del Gobierno con una propuesta social bajo el brazo, un buen modo de escenificar la impronta que pretende dar a su recién estrenado liderazgo, aun a sabiendas de que su interlocutor diría ‘no’. O precisamente por eso. «Quiero –dijo ya por la mañana, tras la primera reunión de su ejecutiva– que el Gobierno garantice a los parados con hijos a su cargo un ingreso al mes. Con eso estaríamos paliando mucho sufrimiento». Por la tarde, tras la entrevista, reiteró su exigencia de que el Ejecutivo debe «invertir en solidaridad» y dejó claro también que no comparte «el optimismo que rezuma el Gobierno» con respecto a las perspectivas económicas.
Oposición activa
Él no habla de «oposición útil» como su predecesor Alfredo Pérez Rubalcaba, al que siempre impulsaron, y contuvieron, su obsesión por preservar la estabilidad institucional y sus anteriores responsabilidades como gobernante. El nuevo líder del PSOE plantea una «oposición activa» en el Parlamento y, según advirtió desde la sala de prensa del Palacio de la Moncloa, también «en la calle». Es evidente que desea trazar una línea gruesa que permita visualizar diferencias entre los socialistas y el PP.
Pedro Sánchez busca ensanchar el espacio en el que parece constreñido el PSOE, entre el partido gubernamental y Podemos. Y lo hizo desde su primer día con mando en plaza, aunque con buen tono. El mismo que aseguró haber encontrado en el jefe del Ejecutivo. «Ha habido más diferencias que coincidencias», insistió. Y entre esas diferencias estuvo también la negativa a apoyar la reforma electoral que permita la elección directa de alcaldes –lo que evitaría que el gobierno local lo decida una coalición de partidos perdedores– para las elecciones de 2015. «No ahora y no nunca», subrayó, aunque en 2004 los socialistas lo llevaran también en su programa electoral.
No es, a juicio del nuevo líder, una propuesta que se pueda encuadrar dentro de las medidas para la regeneración democrática, como pretende Rajoy. En ese apartado quiere que se debatan otras iniciativas, como la reforma de la financiación de la ley de partidos para prohibir las donaciones privadas. En todo caso, ayer se reveló más conciliador, a pesar de que el domingo se mostró muy duro con el presidente del Gobierno en su discurso durante el congreso extraordinario del PSOE. «Si quiere regenerar la democracia, lo tiene muy sencillo: que coja una escoba y empiece a barrer su casa, que asuma responsabilidades por el ‘caso Gürtel’ aunque sea en diferido», llegó a decir entonces.
Quizá en su actitud de ayer tuvo que ver el tono cordial y atento que encontró, según él mismo admitió, en el presidente del Gobierno. Según la nota oficial del Ejecutivo –Rajoy rara vez comparece tras este tipo de entrevistas–, el presidente le ofreció «su disposición a mantener un diálogo fluido» y le agradeció «la posición mantenida por el PSOE durante el reciente relevo al frente de la Jefatura del Estado».
Y, además, transmitió a Sánchez la convicción de que es necesario que ambos colaboren «activamente» para garantizar «el éxito del proyecto europeo frente al auge de movimientos xenófobos y populistas antieuropeos». ¿Y sobre cómo hacer frente a la crisis del bipartidismo en España? Fuentes socialistas dicen que de eso, nada.
EL CORREO 29/07/14