Santiago González, EL MUNDO, 26/9/11
Falta el comunicado de ETA, que será como el de sus presos ilusionante pero insuficiente
Se celebraba ayer el aniversario de la Declaración de Gernika, el pronunciamiento de cinco partidos, seis centrales sindicales y una veintena de agentes sociales, expresiones sectoriales de la misma Batasuna en sus distintos ámbitos de actuación. En la declaración, los antedichos pedían a ETA un alto el fuego unilateral, y al Estado, varios actos de desarme a plazos.
Otegi envió una carta a la manifestación que pidió su libertad en Bilbao. En ella volvió a la pervertida imagen de la rama de olivo. El 11 de noviembre de 1974, Yassir Arafat compareció en la ONU y acuñó una metáfora cargada: «Hoy vengo aquí con mi fusil de combatiente de la libertad en una mano y una rama de olivo en la otra. No dejéis que la rama caiga de mi mano».Treinta años después, Arafat moría en París y Arnaldo Otegi tomó la palabra en un mitin celebrado en Anoeta. Parsimoniosamente, cubrió el atril del orador con una kufiya palestina en recuerdo del rais fallecido tres días antes. Y dijo: «La izquierda abertzale se presenta hoy aquí con un ramo de olivo en la mano. Que nadie deje que se caiga al suelo.» No tuvo necesidad de decir qué era lo que llevaba en la otra mano. Se sabía ya desde que Arafat lo hizo explícito: un fusil, aunque si es de un combatiente de la libertad, tiene un pasar. Lo cantaba Silvio Rodríguez, castrista arrepentido pero poco: «Iba matando canallas con su cañón de futuro». Cualquier cajero de banco entendería a quien le dijera: «Tengo una bolsa vacía en una mano y un revólver en la otra. Usted verá…». Bueno, cualquiera menos el que atiende al atracador Virgil Starkwell (Woody Allen) en Toma el dinero y corre: «Ah, no, en esta nota no pone ‘revólver’. Aquí dice ‘al volver’».
Era el 14 de noviembre de 2004 y aquel acto desencadenó el proceso de paz, que fue la columna vertebral de la primera legislatura de Zapatero, con el resultado conocido. Hubo que volver a los remedios clásicos para que la segunda legislatura recompusiera los destrozos de la primera y se volviera a la estrategia de la derrota.
Pero el año pasado hubo una declaración en Gernika, ETA ofreció una tregua en los términos de aquella y los firmantes, junto a presos de ETA reclaman que el Gobierno debe corresponder, que su soberbia es el mayor peligro para el proceso de paz. El más representativo, Jon Agirre Agiriano, con 30 años cumplidos de condena a sus espaldas, da una oportunidad al Gobierno para que derogue la Ley de partidos, cambie la política penitenciaria, la amnistía y otros asuntos parejos. Él no ha manifestado su pesar por el niño Piris, 13 años, a cuyos pies puso un balón de goma dos, ni ha pedido a ETA que se disuelva. Tampoco lo pedía Bildu, ni su diputado Garitano, ni su alcalde de San Sebastián. La carta de Otegi vuelve a la vieja metáfora de Arafat y del primer proceso de paz de Zapatero y amenaza: sentencias como la suya «sólo buscan hacer caer la rama de olivo».
Un eterno retorno, que al portavoz del Gobierno y al candidato les parece «inédito » Todavía falta el comunicado de ETA. Será como el de sus presos, pero más. Ilusionante, pero insuficiente.
Santiago González, EL MUNDO, 26/9/11