Mikel Buesa-Libertad Digital
- Trias Fargas nunca señaló que «España nos roba» pero puso el señuelo para que otros economistas lo hicieran sin el menor rubor.
La Generalitat de Catalunya acaba de abrir los actos en conmemoración del centenario del nacimiento de Ramón Trias Fargas destacando, como señaló el consejero de Economía, que el personaje aunó «lo mejor de la tradición política catalana: cultura, sensibilidad social, solvencia técnica, catalanismo incondicional y europeísmo». Pero más allá de eso, tal vez debería haber señalado su decisivo papel como ideólogo del nacionalismo y, singularmente, como asentador del mito de que «Espanya ens roba» sobre el que se instaló poderosamente la campaña independentista que dio lugar a la insurrección de octubre de 2017, veintiocho años después de su muerte.
Es cierto que Trias Fargas no fue el creador de ese mito, pues tal mérito le corresponde a Jaume Alzina, un menorquín vinculado con Francesc Cambó y mediocre economista, quien en 1933 publicó dentro de su L’economia de la Catalunya autónoma la primera estimación de lo que después se conceptuó como el déficit fiscal catalán. Alzina entendió ese déficit como la diferencia entre los impuestos pagados en Cataluña y el gasto del Estado en la región. Y como esa resta daba una cifra positiva dedujo que «la injusticia que la Monarquía cometía en Cataluña no podía ser más clara», juicio éste que extendió también a la República —aunque no disponía de datos para corroborarlo— señalando, cómo no, que su gobierno «favorece cada vez más a Madrid».
El lector comprenderá, leyendo lo anterior, lo reiterativos y cansinos que han sido los argumentos nacionalistas durante casi un siglo, aunque después de Alzina hubo que esperar muchos años para depurar y asentar su doctrina. Ciertamente la semilla del agravio fue cultivada en diversos estudios sobre las relaciones económicas exteriores de Cataluña en los que participaron economistas prestigiosos como Eduardo Escarra, Carlos Pi-Sunyer y Ernest Lluch, aunque hubo que esperar a la primera mitad de la década de 1960 para disponer de una balanza de pagos completa de la región, obra de Jacinto Ros Hombravella y Antonio Montserrat.