Miquel Giménez-Vozpópuli
Se conocen hasta sesenta y cinco tipos de este roedor. Pero la clase más peligrosa es la que camina a dos patas
Centro de Asistencia Primaria del Gótic, en Barcelona. A pocos metros del ayuntamiento y del Palau de la Generalitat. Desbordados por exceso de enfermos, falta de personal, sin especialistas por no tener espacio suficiente, con una ubicación peregrina en un edificio de viviendas sociales. Eso sí, tiene una bonita placa a la entrada en la que se da puntual noticia del día, mes y año en el que el Molt Honorable Jordi Pujol i Soley lo inauguró. Es mi ambulatorio de referencia, porque soy un firme defensor de la sanidad pública y porque los profesionales que en ella he encontrado siempre son de primerísima magnitud.
En ese CAP hay ratas. Ratas de alcantarilla. También hay cucarachas y otro tipo de insectos. Han sufrido tres inundaciones de aguas fecales por rotura de las tuberías. Ante su queja desesperada, prolongada durante más de tres años, alguien del Departament de Salut de la Generalitat les propuso como solución mágica que se instalasen en unos barracones provisionales. Me adelanto a explicar que ese término equivale a decir que te meterán en unos bochinches y ahí te quedarás hasta que te pudras. Que se lo digan a los centros escolares que llevan “provisionalmente” en esos barracones desde los tiempos del Tripartito.
Cuando una administración, la que sea, descuida aspectos tan elementales como la asistencia sanitaria, la sociedad está perdida. No hay excusa ni argumento que salven la tremenda responsabilidad de quienes han sido elegidos para administrar los recursos públicos, y que no se me diga que están solo para conseguir la independencia, porque incluso en su república de mentira la gente enfermaría y precisaría cuidados médicos. A la consellera Vergés todo esto le debe sonar a marciano. Ella está planchando la estelada a diario, tan pancha, cuando no se halla ocupada balbuceando frases sin sentido ante las preguntas dóciles de una prensa cebona y aculada.
Pero debería importarle, y mucho, porque también precisará algún día de un médico, de una enfermera, deberá hacerse una analítica o, Dios no lo quiera, ingresará en un quirófano para someterse a una intervención. Como dice sabia e irónicamente mi admirado y querido doctor Antonio Vidaller, el médico solo tiene que sentarse en su consulta y decir “Aquí os espero a todos”. Señoras y señores políticos, ninguno, atiendan bien, ninguno de nosotros nos libramos de pasar por las manos de algún médico a lo largo de nuestras vidas. Sé que a la Vergés la tratarían igual que a cualquier otro si se pasara por mi CAP. Pero no quisiera estar en su lugar y mirar a esos ojos que, mientras la atienden, le están diciendo que trabajan en condiciones tercermundistas, con sueldos que harían sonrojar a los negreros más contumaces, y sin los medios más elementales para el buen desempeño de su labor.
Lo peor de todo es que esas ratas son el paradigma de una Generalitat que abandonó la gestión de las cosas serias hace muchos, demasiados años. El Departament de Salut está solo, y sé de lo que hablo, para imponer el silencio a cualquier asociación médica que tenga algo que decir acerca de la covid-19, para ejercer una censura estaliniana y para potenciar a una o dos estrellitas médicas que cambian según vayan las cosas. El Govern separatista no atiende más que a pedir la autodeterminación y que de los dieciséis mil millones destinados a las autonomías les den a ellos trece mil. Entretanto, los médicos siguen batallando contra enfermedades, cansancio, desespero. Y las ratas.
En medio de todo esto, el Govern ha aprobado un aumento de sueldo. Para ellos. Con efecto retroactivo desde el uno de enero. El president cobrará ahora 153.234 euros brutos anuales; sus consellers, 115.518. Así mismo, los cargos de confianza de JxCat y Esquerra también tendrán su correspondiente subida. Los directores generales, siempre en cifras anuales y brutas, ganarán más de 87.000 euros y los directores generales 91.243. Hago constar que esa subida salarial se metió de rondón en un decreto ley de medidas urgentes de la Generalitat contra la crisis producida por el covid-19.
Les recuerdo que un médico de la pública cobra entre 34.000 y 40.000 euros brutos anuales. El salario de médicos más bajo de toda la Unión Europea. Aunque aquí tengan que soportar ratas de todo tipo.
He ahí la realidad.