Luis Ventoso-ABC
- Si el Gobierno afirma que un poni es un dromedario, así será
Sucedió hace cuatro años. Pero dados los parámetros éticos que hoy imperan en nuestra política es como si hubiese ocurrido en otro siglo. El ministro de Industria, José Manuel Soria, dimitía de su cargo, su escaño y la presidencia del PP canario. ¿La razón? Había faltado a la verdad en relación a las empresas de su familia en paraísos fiscales, destapada por los Papeles de Panamá. Esa mentira lo invalidó para continuar en política y tuvo que marcharse a casa; de nada le valió su relación amistosa con el entonces presidente. Hoy, por desgracia, se ha vuelto aceptable tener gobernantes que mienten al público. Ahí está Sánchez, que concurrió a las elecciones asegurando que jamás se coaligaría con Podemos y prometiendo que endurecería las leyes contra los separatistas, hoy sus socios de legislatura.
Esta semana la estupenda Isabel II, de 94 años, ha sorprendido al mundo dándose un paseo por los senderos de Windsor a lomos de un poni. Nuestro Gobierno podría replicar que «no era un poni, era un dromedario» y que Isabel II tiene en realidad 37 años. No duden que a fuerza de repetirlo en sus televisiones acabaría siendo una «neoverdad» aceptada por gran parte del público.
El principio de que existen hechos empíricos aceptables para todos se está evaporando. Nuestra realidad política se torna lisérgica. Lo vemos con el caso Marlaska. El relato no admite dudas. Primero, el ministro cesa de manera fulminante al coronel jefe de la Guardia Civil en Madrid, por negarse a facilitar al Gobierno un informe que había solicitado la juez sobre la posible imprudencia del delegado del Gobierno en el 8-M. El coronel Pérez de los Cobos es laminado con una intempestiva llamada telefónica un domingo a las diez de la noche. Pero el ministro, tomando a la ciudadanía por imbécil, explica en rueda de prensa y en el Parlamento que ha sido un simple relevo organizativo ya previsto. Marlaska niega toda relación entre el cese y el informe de la Benemérita. Como la mentira tiene las piernas cortas, ayer emerge una nota reservada de Interior, firmada por la directora general de la Guardia Civil, donde se afirma que el cese atiende a las investigaciones de los agentes de Pérez de los Cobos en su calidad de Policía judicial. Dado que la nota es del 24 de mayo, previa a las explicaciones de Marlaska, se prueba de manera fehaciente que el ministro mintió en sede parlamentaria. ¿Y cómo reacciona Marlaska? Pues aparca su supuesta flema y vocea fuera de sí en el Senado que no va a dimitir. Por su parte, la ministra portavoz lo defiende con su habitual cháchara de dispersa, cantinfleando con frases como que «nada de esto es ajeno a la normalidad normal». O que no caben dudas ante el caso, «porque todo lo ha aclarado ya el ministro en su aclaración».
Con las televisiones a su favor y el oficialismo trabajando sin descanso, no lo duden: el poni acabará siendo un dromedario. La sociedad española está tan polarizada que la política se vive como una fe religiosa y el credo de cada cual se antepone a los hechos. Un país que no acepta la existencia de verdades comunes a todos tiene un pésimo futuro.