Jorge M. P., 10/2/2004
Leyendo el dossier dedicado a Joseba Pagaza he recordado algunas cosas, quizá demasiado personales y sin importancia
He leído con mucho interés el dossier sobre el aniversario del asesinato de Joseba Pagaza y me ha conmovido profundamente no sólo por el hecho del asesinato de alguien dedicado a la lucha por la libertad y a la defensa de los perseguidos por el totalitarismo nacionalista sino por su trayectoria. Porque las trayectorias de las personas dicen mucho sobre ellas. La ausencia de conformismo y el esfuerzo por mantener su dignidad. Alguien que pudo ser todo poniéndose al servicio del nacionalismo, que tenía todo el historial necesario para ello, se pone a la cabeza de la lucha de los oprimidos y es primero acosado, luego asesinado y después de asesinado despreciado por las diferentes familias de la tribu. Una tribu pequeña en la que la brutalidad, el sectarismo y la mezquindad, asoman visiblemente. Y la paranoia: ellos son las víctimas. ¡Cómo me recuerda la lucha por los derechos civiles en el sur de Estados Unidos en la década de los sesenta! Eso sí, sin películas que nos lo recuerden.
Creo que los ciudadanos no somos lo suficientemente agradecidos por actitudes como las de Joseba Pagaza. Por actitudes como las de su familia, tan dignas. Las fotos de las tres mujeres de la familia Pagazaurtundua juntas me parecen de las más hermosas que uno ha visto en su vida.
Pero además es que estas trayectorias han influido en mi. Recuerdo cuando hace muchos años fueron a mi ciudad, Gijón, Juan María Bandrés y Xabier Markiegi a dar una conferencia sobre Euskadiko Ezkerra y recuerdo que nos dijeron a los allí presentes que ojo con el PNV, que si nos creíamos que era un partido progresista estabamos muy equivocados, hay nacionalistas que están a la derecha de Alianza Popular (sic) nos tuvieron que recordar. Me llamó tanto la atención ese comentario. Que EE no tenía que ver con HB. Fijaos lo que tenían que haber visto y oído fuera del País Vasco para tener que recordar aquello a su audiencia �española�. Me gustaba escuchar a unas personas de la izquierda nacionalista nada brutos, enfriando los ánimos de algunos izquierdistas acomplejados por no poder ejercer de nacionalsocialistas. Me encantaba escuchar a personas de un cierto izquierdismo que me parecían limpios de odio y de sectarismo. Y de arrogancia. Lo contrario de lo que yo estaba acostumbrado a oir y quizás también a practicar. De la misma manera que notaba limpio de odio y sectarismo al llorado Mario Onaindía a quien pude escuchar un par de veces en mi ciudad cuando presentaba aquellas candidaturas al Parlamento europeo por la coalición �Izquierda de los Pueblos�.
No recuerdo el programa de aquella coalición a la que yo voté en dos ocasiones. Seguro que ahora me produce una sonrisa irónica si lo tuviera delante pero lo cierto es que escucharles y leer sus artículos me facilitaron el alejamiento de la necedad ideológica y y de la izquierda lerda de la que habla Fernando Savater.
Estoy seguro de que buena parte de mi interés por saber lo que ha venido ocurriendo en Euskadi y mi desprecio por la mitología nacionalista en general se debe a personas como aquellas y a otras que están en el pensamiento de todos. Os puedo asegurar que me siento orgulloso de ello.
Sin embargo, a la vista de lo que nos muestran algunos hechos muchos de aquellos izquierdistas, más de uno con mando en plaza en partidos más templados en lo ideológico, siguen conservando en lo más íntimo, sin darles demasiada importancia, los prejuicios sobre los que aquellos hombres nos han venido advirtiendo desde hace ya muchos años, a pesar de todo lo ocurrido.
Jorge M. P., 10/2/2004