Reinserción

Editorial, EL CORREO, 27/4/12

El plan que prepara el Ministerio de Interior para la reeducación y reinserción de penados por terrorismo y por crimen organizado facilitará el acercamiento de los presos de ETA a centros penitenciarios próximos a su lugar de origen, sin que para ello deban pedir perdón a sus víctimas aunque sí romper públicamente con la violencia. La reinserción del condenado por actividades terroristas cometidas mediante su encuadramiento en una trama que aún pervive exigiría, como condición previa, la disolución de la banda o su desvinculación expresa de la misma. ETA se resiste a desaparecer porque trata de salvar su pasado justificando los atentados por los que fueron condenados sus presos. El cese definitivo anunciado atenúa, mientras se prolonga su vigencia, las reservas sociales y políticas respecto a una eventual vuelta del terror. Además, la política antiterrorista ha de mostrarse atenta al debilitamiento de la amenaza etarra para adoptar medidas que puedan contribuir a su pronto final. Pero la demanda de una salida colectiva para todos los reclusos de ETA implicaría su reconocimiento como presos de conciencia con derecho a que sus culpas sean perdonadas para rubricar el final de una etapa de la que quedarían exonerados ellos y los que han secundado su trayectoria de muerte. La inquina sectaria con la que los presos disciplinados por la banda y sus afines tratan a los integrantes de la llamada ‘vía Nanclares’ es la muestra más palpable de la distancia que deberán recorrer hasta aproximarse a las condiciones de la reinserción. De ahí que sea importante la literalidad de la fórmula que deban cumplimentar los reclusos que se acojan a esta nueva vía, dado que solo unos términos inequívocos impedirían a los etarras presos sortear un compromiso que solo pueden asumir desde la expresa autocrítica hacia su pasado. El alejamiento de la violencia podría convertirse en un trámite evasivo si el condenado no admite haber causado un daño grave no solo a aquellas víctimas que constan como tales en la condena que le llevó a prisión, sino a las personas que perseguía amedrentar con sus actos y a la sociedad en general. Lo dudoso es que si la ‘vía Nanclares’ ha quedado «cegada», como ayer señaló el ministro de Interior, la apertura de esta segunda puerta anime la emancipación de más presos de la dictadura etarra.

Editorial, EL CORREO, 27/4/12