Repensar el modelo de Euskadi

Xabier Gurrutxaga, EL CORREO 04/01/13

La gravedad de la crisis extiende sus consecuencias a ámbitos que van más allá de lo económico-financiero para adentrarse de lleno en terrenos como el de la política, que, como se sabe, tiene como finalidad, entre otras, articular modelos de relación entre el Estado y la sociedad. La crisis ha puesto de manifiesto la posición subordinada que ocupa la economía real respecto de la llamada especulativa. Parece obvio que el modelo que surja tras la crisis deberá establecer una relación más equilibrada entre la economía que produce bienes y servicios con esa otra que últimamente es más especulativa que financiera, aunque se mueva en los mercados llamados financieros. Pero también habrá que repensar el papel de los poderes públicos en general en una situación en la que, por un lado, los recursos disponibles van a tener en la próxima década limitaciones importantes, y, sin embargo, por otra parte, las necesidades de gasto vinculadas a las prestaciones propias de una sociedad del bienestar no van a disminuir.

Repensar, en este caso, significa reflexionar sobre cuál es la función estratégica indispensable que han de jugar los poderes públicos en una sociedad democrática que busca el progreso económico y reconoce a sus ciudadanos una serie de derechos básicos, garantía de su bienestar y expresión de la cohesión social necesaria. Nuestros dirigentes tienen la obligación de repensar el modelo Euskadi que se ha construido durante estas tres décadas de autogobierno, con buenos resultados en general, pero que precisa de reformas en la configuración del entramado institucional y de cambios profundos en el diseño de la Administración y de las entidades públicas de ella dependientes.

La mayoría de las veces en que hablamos de autodeterminación o de derecho a decidir los hacemos para referirnos a la autodeterminación exterior; es decir, al modelo de relación a mantener respecto del Estado. Sin embargo, el derecho a decidir tiene también una vertiente interna, la referida al modelo de Euskadi que queremos construir en los distintos ámbitos, sean éstos institucionales, culturales, lingüísticos o sociales.

La legislatura que se inicia presenta, a mi juicio, una ocasión única para intentar avanzar en este pacto interno en su doble vertiente. Por un lado, como acuerdo entre vascos sobre nuestro modelo de convivencia. Por otro, como ofrecimiento que se realiza desde Euskadi al poder central sobre el nuevo modelo de relación con el Estado.

En la vertiente interna, es preciso repensar el modelo institucional que se configura especialmente en torno a la LTH, así como sobre el modelo tributario que se establece en el Estatuto y en la Ley del Concierto Económico. Parece evidente que los nuevos tiempos exigen cambios profundos en la Administración pública, basados en la racionalidad, la eficiencia, el dimensionamiento adecuado, sin duplicidades y con capacidad para crear valor añadido. Ello obliga a los dirigentes políticos a examinar los problemas que presenta el actual modelo cara a conseguir estos objetivos. No se trata solo de examinar los problemas que plantea la LTH, sino también de encarar los graves problemas que plantea el actual modelo de Administración y de Función Pública.

Por otra parte, en los últimos tiempos se han producido regulaciones distintas en materia fiscal entre distintos territorios, lo que pone en evidencia la necesidad de abordar los mecanismos de coordinación y armonización de la potestad normativa fiscal a fin de garantizar una coherencia tributaria en el conjunto de la comunidad. Este debate debería abordarse sin prejuicios historicistas ni ideológicos, dando entrada a las instituciones comunes en una materia como la tributaria, tan relevante para la cohesión social y territorial, así como para una política fiscal coherente en materia de promoción económica.

Decía que esta legislatura puede ser una buena ocasión para encarar estas reflexiones y lograr el consenso que en este caso es indispensable. Ojalá nuestros representantes estén a la altura de las circunstancias.

Xabier Gurrutxaga, EL CORREO 04/01/13