JON JUARISTI-ABC
- Como dijo Pedro Sánchez en la moción de censura contra Mariano Rajoy, del PNV siempre se puede aprender algo
NO ha estado mal Feijóo en sus fallidas sesiones de investidura, pero tiene razón Ignacio Camacho al reprocharle un exceso de mesura en sus réplicas, no ya al jefe de la banda, sino a sus perros pastores. Si se analiza lo que soltó desde la tribuna esa letrina ambulante con turbina incorporada que perdió una pequeña capital pese a ser el candidato más votado (y ahora el exalcalde más rebotado) de la historia municipal y espesa de Valladolid, se comprobará que, más que de un mastín, se trata de un caniche enano, lo que se dice un ‘poodle toy’ cagoncete que el alano mordedor –ese, sí– de Joe Biden habría rechazado si se lo sirvieran de desayuno reducido a purinas malolientes. Será cierto que, como dijo Ábalos el Subalterno, lo que ladró el gozque gustó a los socialistas. No me extraña. Siempre han sido unos adictos a la coprofagia moral y, cuanto más patanes, más se relamen con los truños. No. Feijóo debió dejar que el esclavo se macerara en su propia mierda, palabra que al interfecto burgomaestre tanto le pone.
No, no y no. No merecía la pena arremeter contra la pandilla de mangantes que se autodefine como el nuevo PSOE, o sea, el PSOE (n). Tampoco es que el viejo fuera como para lanzar cohetes, pero algo han aprendido con la edad, dicen. El socialismo español está muerto. ‘Iam foetet’ (Juan, 11, 39), y no habrá en su caso quien lo resucite. Aunque suframos el pestazo por algún tiempo, todos deberíamos felicitarnos por ello. Ya decía Arzalluz que, para gobernar en coalición con el PSOE, siempre hay que taparse la nariz.
Del resto de la izquierda, dirigida por una pirada conspicua obsesionada con los marcianos, habría que pasar todavía más. El problema está en la extraña querencia de Feijóo por el PNV, partido cuyas convicciones no es que dependan de la coyuntura, es que no son otra cosa que la coyuntura misma. Se equivoca Feijóo si piensa que el PNV es una fuerza conservadora. Será lo que toque ser. Si en la presente ocasión se muestra más sanchista que Bildu, es porque, en vísperas de elecciones, los nacionalistas vascos de distinto signo compiten en radicalidad (como los indepes catalanes a todas horas), pero si el PNV perdiera el gobierno autónomo, no le iba a suponer un gravísimo percance mientras mantuviera las diputaciones forales, que es donde realmente está la pasta y el poder, y desde las que haría a Otegui la vida tan imposible como se la hizo en su día a Pinganillo López cuando salió ‘lehendakari’, a pesar de no ser el candidato más votado, gracias al apoyo del Partido Popular.
En eso tiene mucho que aprender Núñez Feijóo del PNV. De cómo asfixiar a un gobierno enemigo cuando tienes el poder territorial suficiente para no darle respiro. A ello debería dedicarse y no a soñar en coaliciones de centro con el PSOE, imposibles hoy e indeseables siempre, como bien sabía Arzalluz.